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Seccion de relatos eroticos sucedidos dentro de un club

In Relatos Eroticos on 20/04/2009 at 3:34 pm

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El objetivo de esta sección es compartir historias y relatos reales sucedidos en cualquiera de los Clubes Swinger, a menera de ilustrar de forma narrativa y erotica lo que podran encontrar al asistir a ellos.

Solo serán publicadas aquellos relatos que incluyan detalles del Club; preferentemente el nombre y la fecha aproximada cuando sucedió. Muchos son relatados por quien los vivio y otros son recopilaciones de otros sitios. 

>PARA LEERLOS Y/O ESCRIBIRLOS ABRE LOS COMENTARIOS (Recuadro inferior ROJO)<

 

Este espacio esta abierto para recibir comentarios y opiniones, evita palabras altisonantes u ofensivas innecesarias. Consideren que este espacio será moderado, y no publicaremos anuncios de eventos o comerciales del club mencionado

  1. Hola Emmanuel Me llamo Vickyyyyy. Somos una pareja madura, esa noche llegamos temprano y como habíamos reservado enfrente de la pista (como a mi me gusta) observábamos pocas parejas, pero como fue avanzando la noche el lugar se fue calentando.
    Después de la bienvenida y el saludo personal de Pedro que creo ya nos tiene detectados, comenzamos a bailar y a refrescarnos, Yo iba con una minifalda y una blusa trasparente mi tanga y un mini brasier, soy bajita 1.50 y peso 55 Kg. con unos senos apetecibles.
    Salio un stripers el cual bailo y se quito la ropa quedando solamente en trusa y se fue a colocar del lado izquierdo de la pista, Yo me decía, que lindo bulto se carga este, continuo el baile y aproveche para ir del lado izquierdo de la pista para verle el bulto mas de cerca el solamente bailaba y se movía ofreciendo lo que traía y Yo solamente me imaginaba la cosota que tenia. (me encanta que salgan esos stripers deberían de ser mas, para ir calentando motores). Cuando inicio el show Yo ya estaba tibia, ya que me gusta ver el bulto de los stripers, salio un chavo de gym como de 1.80 de alto bailando y moviéndose todo el cual comenzó a desnudarse poco a poco todos estábamos atentos a mi me brillaban los ojos nada mas de ver el bultote que le brotaba, iba de un lado a otro de la pista, hasta que se quito tu tanga y que ojotes pare saliéndome una gran expresión ahhhhh, creo que me vio o escucho ya que de repente se paro enfrente de mi y sin pedir permiso me jalo y me llevo a la pista ni oportunidad tuve de negarme como que mis pies flotaban y cuando me di cuenta ya lo tenia bailando en frente de mi, imagínense yo de 1.50 y el de 1.80 su cosota me quedaba casi en mi boca, comenzó a acariciarme a tocarme por encima de mis ropas yo le agarre su cosota me agasajaba con sus testículos todo bien limpio y grandote, ya estaba caliente que digo caliente escurriendo, metía sus manos por mi falda que de lo caliente no se como pero me quito mi tanga, dejándola a un lado se puso detrás de mi y comenzó a rozarme con su herramienta yo sentía sus manos en mis pechos pero mi rajadita exigía algo mas, pero Yo le decía al striper sin penetración por favor alcance a mirar que alguien ponía un banco en la pista y que le pasaron un condón el cual se lo puso con una agilidad y velocidad que yo solamente le suplicaba sin penetración por favor, por favor, me coloco sobre el banco y me saco un seno el cual se lo llevo a la boca esa sensación de que te mamen un seno es deliciosa y mas una boca diferente y caliente y al mismo tiempo me tocaba mi clítoris con sus dedos DEDOTES, Yo solamente me deje llevar cuando me di cuenta ya estaba sentada sobre el, pero con la verga por fuera la cual limaba y limaba mi panocha no se cuando ni como pero cuando sentí que la tenia adentro y hasta adentro solo cerré mis ojos y me deje llevar por mis movimientos me mamaba los dos senos y Yo le apretaba y le apretaba y succionaba con mi panocha su gran verga me dijo al oído así chaparrita muévete, muévete despacito, despacito hay
    chaparrita tu si que lo sabes hacer, en ese momento sentí que me venia que me vaciaba ya que el nunca se dejo de mover lo abrace dándole un gran beso de lujuria y en ese ínstate sentí que se venia ya que se estremeció y mi panocha sintió caliente y eso que tenia condón, despacio me levanto me dio mi blusa y me llevo a mi mesa, mi pareja me recibió ayudándome a poner mi blusa, sarcásticamente diciéndome no que esta noche no ibas a dejar que te penetrara mas que yo, llevando sus dedos a mi parte la cual escurría de placer, fui al baño a asearme y cuando regrese dos stripers y la dama ya estaban recorriendo las mesas.
    Termino el show y fuimos invitados a subir a la parte oscura, Cuando íbamos subiendo me percate que varias parejas me veían y eso me calentó mas, al entrar al cuarto oscuro le dije a mi pareja ahora te toca a ti, Yo te desnudare, el me quito mi blusa y cuando estaba besándole el pecho a mi pareja sentí unas manos en mis nalgas, lo
    cual me hizo voltearme y cual fue mi sorpresa que estaban dos caballeros y sin pedir permiso me tomaron mis pechos, mi pareja me dijo al oído los quito o los dejo, como repuesta le di un beso por que yo ya tenia en cada mano un bultote que estaba sacando de su escondite, cual fue mi sorpresa al verlas de gran calibre las dos vergas, ¿ que me esperaba? los dos comenzaron a comerse mis pechos, sentía a mi pareja en mis nalgas, me súper calentaron entre los tres me dejaron sentarme lo cual me facilito llevarme las dos vergas a mi boca mientras me manoseaban toda. Yo ya estaba súper empapada y le pedí permiso con los ojos a mi pareja el cual solamente se sonrío y me pare ofreciéndole las nalgas a uno de ellos, el cual se coloco su condón y me la metió toda, tan lubricada estaba que comencé a moverme y moverme no dejando de mamar la otra verga y masturbando a mi pareja, Yo me sentía en la gloria, después de un rato me estremecí y me vine y así sentí que también exprimía al que estaba adentro, despacio se separo de mi, al que se la estaba mamando me recargo en el sofá o cama, y ya con su condón me abrió de piernas e introdujo su macanota que al sentirla dentro de mi, comencé a moverme y moverme porque a mi me gusta apretar y apretar y nunca dejar salir lo que ya tengo adentro, gemía y gemía de placer después de un rato me dijo me quiero venir lo cual me calentó mas y acelere mis movimientos y apretándolo sentí cuando se estaba viniendo y aproveche para terminar, mi cuerpo se estremeció y mi lujuria se esparció por todos los dos cuerpos, al oído escuche chaparrita tu si sabes hacerlo y lo haces muy rico, en ese momento abrí los ojos y ahí estaba mi pareja cuidando que su mujercita se satisficiera toda, se levanto el caballero y se retiro silenciosamente me incorpore y abrace a mi pareja besándonos apasionadamente me recargo en la pared y me dijo ahora es mi turno y comenzó a mamarme mis senos por que el sabe que son mi punto débil ( mi calentura)
    Me estaba calentando de nuevo cerré mis ojos y así comencé a recordar como me las mamaron esos dos caballeros, ya estaba otra vez lista y prendida, ya que mi mente estaba recordando como me comí dos herramientas Yo solita , me levanto en vilo recargándose en la pared me la dejo ir toda, comencé a moverme y a gemir de placer, sentía varias manos en mi cuerpo, en mis senos pero no podía abrir los ojos ya que estaba en otra dimensión de placer, cuando siento que mi pareja acelera sus movimientos le digo así papito así , hazme venir contigo siento un chorro dentro de mi el cual me provoca otro orgasmo nos abrazamos y al abrir los ojos sentí que un caballero estaba detrás de mi era el que se estaba agasajando y varias parejas estaban viendo y escuchando lo que hacíamos. Como que me dio pena pedí a mi pareja que saliéramos para asearnos y refrescarnos, cuando ya estábamos sentados entre el balcón y el cuarto oscuro apareció Pedro para saber si nos divertíamos lo cual le respondimos que si, antes de retirarse Pedro nos comento que si necesitábamos a un tercero el podía auxiliarnos llamando a alguien, se me prendieron de nuevo los ojos y recordé al stripers que me había trato de maravilla en la pista y con una sonrisa le pregunte por el y mi pareja viéndome se sonrío, pero Pedro me comento que ellos ya se habían retirado ya que tenían que ir a otro show.
    Esa noche fue maravillosa y lo más agradable es haberla vivido en el club sw. Ahora ya me siento en la parte de atrás porque desde atrás se ven mejor los toros.
    Esto paso en septiembre del 2008.

    Relato tomado de: http://club.sexshop.com.mx/cgi-bin/ver_historia.pl?ref=403912&alias=

  2. Mi visita a un club swinger
    Unos miran, otros toca; algunos más, se pierden entre la piel. Nina está a punto de iniciar una experiencia sensualmente atractiva
    Por: Nina | 2011-06-07 | 20:35

    Mi viaje por tierras parisinas está por terminar y Frank ha accedido a mi deseo: conocer un club swinger parisino. Aquí le llaman club libertine pero al final es lo mismo. Me entero que hay muchos por estos rumbos y que además son muy concurridos: están abiertos toda la semana, hay para todas las clases y hay unos de súper lujo mientras que otros son para la clase media.

    Casi todos ofrecen alta discreción y en las entrada para nada hay la apariencia de un club que cierra sus puertas al alba. Puede ser una oficina cualquiera.

    Frank que era un antiguo visitante de estos clubs me cuenta cómo son cada uno de ellos y por azar elijo uno ubicado en el distrito número 6 llamado L’Overside. Uno especializado en parejas y a veces dedica días especiales a tríos u hombres solteros.

    Los precios, sí, altos, como de costumbre en un sitio así, pero luego de nuestra velada sexy puedo decir que bien vale la pena.

    Llegamos a la dirección correcta. Frank ha debido avisar antes que somos una pareja nueva en el sitio, porque así es como lo exigen, para darnos una bienvenida diferente, supongo yo.

    Hemos tenido que reservar con antelación y avisar de nuestra llegada. Nos damos cita en la dirección correcta y llegamos al sitio en donde en apariencia no hay nada: no se escucha un decibel de ruido, al frente hay una embajada, todo es tranquilidad absoluta.

    Entramos: nos advierten que no debemos introducir cámaras y son prohibidos los celulares para cuidar la privacidad y seguridad de todos.

    Antes cabría aclarar dos términos en francés: el melangisme que significa que muchas parejas pueden tener sexo al mismo tiempo, es decir en grupo, para aumentar todo tipo de placer, y otro es el echangisme, que trata del intercambio de parejas sin que intervenga nadie más o si acaso un tercero pero nunca un grupo.

    A Frank le gustan ambas cosas pero me ha dicho que prefiere mirar y siempre participar en pareja que en grupo. El es de los hombres que goza cuando ve a su pareja gozar. Llegamos temprano para ver cómo ocurre todo. Vemos que hay franceses pero también muchos turistas en busca de explorar.

    Caminamos por todos los salones del lugar: el backroom, el cuarto fetichista, el salón griego, la galería, el mosaico. Poco a poco la gente llega hasta que Frank y yo vemos deambular por allí a 30 o 40 parejas al mismo tiempo, entrando y saliendo de los cuartos oscuros. Algunos mirando con ojos voyeuristas y otros a punto de comenzar la acción. Todas las mujeres van vestidas muy elegantes y sexys (no se les permite llevar pantalón, sólo vestidos o faldas) y los hombres me parecen al extremo interesantes. Debo decir que la mayoría de ellos sobrepasan los 40 o 50 años. He visto muy pocas caras jóvenes.

    Hemos decidido quedarnos en el salón griego que es muy amplio donde uno puede ver a otras parejas haciendo de todo, y cuando digo de todo es real: un beso sencillo y cotidiano que podríamos ver en la calle (venir a pagar esto para besarse solamente, bueno, hay gustos), una pareja teniendo sexo muy lentamente, otros que lo hacen de pie y una pareja de alemanes vestidos fetichistas que tienen sexo mientras miran a los que los miran.

    Están los otros que miran y se regocijan mirando. Veo la lujuria en los rostros, el calor que invade a las mujeres y algunos penes que se erectan bajo el pantalón. Frank me toca el trasero y coloca otra mano en mi cuello. Me besa y entonces pienso que es momento de pasar a la acción. Frente a nosotros está la pareja fetichista que ha llamado la atención de todos. El me gusta y ella es guapísima, ha arrebatado todas las miradas. No vine aquí a besar como la pareja del frente que no ha dejado de juguetear con su lengua en todo momento.

    Es el momento de la acción. Nos acercamos y comenzamos a hablar. Y parece que no les gusta hablar mucho sino poner manos a la obra. Es ella quien de pronto se pone frente a ḿi y me besa. A nuestros dos hombres al lado parece enloquecerles este acto y cada uno comienza a acariciar a su pareja.

    Es el alemán quién de inicio me pide permiso para tocarme y luego mira a Frank para tener su aprobación. Por supuesto. Accedo. Ella me besa mientras él me besa el cuello por detrás y toca mi trasero con ambas manos. Me tienen como un sandwich, amo los sandwiches. Frank sólo mira y le encanta ver cómo las manos del alemán siguen la forma redonda de mi trasero y se recocijan tocando mi parte de atrás. Ella no para de besarme, lo hace de una manera rápida, grande, excitada.

    Es alta, tiene formas medianas, un pecho casi nulo pero una cintura breve que contrasta con su también proporcionado trasero. Lleva el pelo largo, rubio y lacio, un poco despeinado. Tiene los rasgos duros, pero una mirada dulce que me perturba.

    Es momento de intimidad, no queremos permanecer más en el cuarto grande porque Frank es el único que quiere mirar lo que entre nosotros ocurra.

    Entramos así al salón llamado «La caverne» que está especialmente diseñado para recibir a 2 o 4 personas en la penumbra y en la intimidad. Frank ha dicho que él sólo prefiere mirar y yo vengo dispuesta a lo que pueda ocurrir en esta caja de sorpresas parisina. Entramos al pequeño cuarto y escuchamos al fondo la música de la discoteque que se encuentra aquí mismo. Escuchamos los sonidos que salen de la garganta de una mujer que al lado ha tenido un orgasmo que debió ser fenomenal.

    Me excita el sonido y entonecs la rubia es quien me lleva de la mano hasta el pequeño cuarto que al parecer conocen ambos muy bien. Ambos parecen regocijarse con el espectáculo que ocurre entre nosotras. Es ella quien me quita la ropa rápidamente y de inmediato baja hacia mis pechos. Es el quien me besa detrás y saca su miembro para colocarlo en la mitad de mi trasero. Hay preservativos colgados en todas las paredes del sitio, toma uno y le da otro a Frank.

    Estoy más excitada ahora y mis dedos exploran las partes rosas de la rubia. Quisiera comerla ahora mismo. Estoy en sandwich aún, parados los tres, sintiendo en mi cuerpo al mismo tiempo dos bocas. Frank mira y sonríe, sé que no quiere participar pero…

    La continuación en mi post de este viernes… No te lo pierdas…

    Tomado de http://de10.com.mx/11578.html

  3. Delicioso Halloween swinger en un club
    Enviada por: Linda; Mexico

    395520 – Hola amigos, espero que disfruten de mi historia, no me voy a describir porque me pueden ver en las fotos pero como mis amigos me dicen “estás para comerte completita”. En fin, esta historia sucedió en Halloween, solo que no me había tomado el tiempo para contarla.

    Todo comenzó cuando le comenté a mi novio que tenía ganas de vestirme con un disfraz súper atrevido, él me señaló que le encantaba la idea pero que no podíamos hacerlo con nuestros amigos usuales porque ya sabía cómo eran y me iban a tachar de indecente, de atrevida o de que nada más ando provocando a los hombres. Sin embargo, me dijo que iba a pensar en algo para que me pudiera vestir súper atrevida pero que iba a ser una noche alocada y que tenía que estar abierta a cualquier opción.

    No les voy a negar que aunque no sabía lo que iba a hacer, me excitó mucho la idea y comencé a pensar en mi disfraz, con una faldita súper chiquita y atrevida, también me compré unos zapatos rojos, con unos tacones muy altos, haciendo mi propia versión del disfraz de Blanca Nieves, lo pueden ver en las fotos. Cuando me vi en el espejo, me encantó y me empezó a excitar cada vez más de tan solo pensar que alguien más me iba a ver así.

    Pasaron unos días más hasta que mi novio me dijo “listo, ya encontré el lugar perfecto, tú confía en mí”, enseguida le insistí que me contara un poco del lugar y solo me señaló que me aseguraba que me iba a gustar, que la demás gente iba a estar disfrazada atrevida como yo y que incluso, si quería llegar a más, el lugar contaba con un cuarto oscuro en donde sucedía de todo. Al instante, solo pude responderle “¿quéééééé?”, estaba sorprendida, les confieso que ni siquiera sabía que existieran lugares swinger en México; de hecho, si mi novio hubiera utilizado la palabra swinger, no creo que hubiera aceptado ir pero solo me comentó “es un lugar como lo pediste, donde puedes ir disfrazada súper sexy, ser atrevida y que nadie te juzgue”.

    Faltaban solo dos días y no tienen idea de lo caliente que estaba nada más de pensar en que llegara el momento en que me vieran vestida así, pues la faldita estaba tan chiquita que si me agachaba un poco, se me veía todo y mi escote era el más atrevido que he usado desde que me puse bubis y nadie me las había visto ni tocado hasta antes de ese día.

    Llegamos al lugar a la media noche, ya íbamos algo enfiestados por la cena previa y me tuve que cambiar en la camioneta; nada más al ponerme mi disfraz, me sentía muy caliente y casi le pedía a mi novio que me cogiera tantito pero me aguanté. La zona no me gustó mucho pero una vez adentro, me enamoré del lugar, no podía creer que hubiera varias chicas muy atractivas y otras incluso vestidas tan o más atrevidas que yo. En lo particular, una me llamó la atención porque traía un liguero precioso, con una tanga negra y se veía muy sexy y a la vez, elegante.

    Muchas parejas estaban bailando en la pista, me encantó que estuviera lleno el lugar porque una vez que estuvimos nosotros bailando; también me di cuenta que como estábamos apretaditos, los roces se sentían a cada momento y de vez en cuando, la chava que estaba atrás de mí pegaba su trasero al mío. Al principio, me quitaba pero pasó el tiempo y me fue gustando, así que ya después, yo se lo pegaba también, pudiendo sentir sus nalgas redonditas pegadas a las mías y ni siquiera la había visto a la cara. De repente, su pareja la abrazó e imaginé que bajó sus manos por su espalda y por un segundo, sus dedos estuvieron entre sus nalgas y las mías pero no me tocó deliberadamente, ¡no saben cómo me excitó eso! y mi novio estaba feliz.

    Pasaron muchas cosas más, les sigo contando pero este fue de los momentos más excitantes, estar bailando entre ligueros, falditas, tacones altos, etc., fue de verdad increíble. No los voy a aburrir contándoles cada detalle pero ya mas tarde, bajaron las luces y se sentía un ambiente muy cachondo, todo mundo estaba en pleno faje pero era impresionante que todos estaban en el mismo canal y ya no sabía ni para donde voltear, había chavas muy guapas. De repente, vi que las parejas se iban y le dije a mi novio “¡ayy, no!, ¿por qué se van si esto esta muy bien?” y me contestó “no se van, acuérdate que te conté que hay un cuarto oscuro para los que quieren más”.

    Ni siquiera lo dudé ni un segundo y le dije “tenemos que ir”, enseguida fuimos y vaya que había gente, a lo lejos pude ver a la del liguero negro que estaba besándose con otra niña mientras sus parejas las tocaban por atrás. Luego, tomé a mi novio de la mano y nos dirigimos hacia allá pero mientras caminábamos, pude sentir varias manos que me tocaron, incluso uno hasta intentó metérmela debajo de la falda, esto sí me molestó un poquito pero en fin, ya estaba ahí.

    Llegamos y me puse junto a ellas, lo que no les disgustó para nada, luego una me agarró de la mano, me jaló y las tres nos empezamos a fajar riquísimo, no saben lo excitada que estaba; además, podía sentir a mi novio atrás de mí y él también estaba a mil, su pene estaba durísimo y eso que aún traía su ropa. Yo estaba tan metida en el faje con ellas que me dejé hacer de todo pero en un momento dado, me di cuenta que mi novio estaba atrás de la del liguero negro, enseguida me dio corajito pero estaba tan caliente que le di permiso de todo.

    Además, un tipo se puso atrás de mí para acariciarme muy rico, incluso recorría las orillas de mi tanga con sus dedos y me gustaba mucho. Después de un rato, vi que ya se la estaban chupando a mi novio, no puedo entender la sensación que sentí pero deseaba que la penetrara, pues la niña estaba muy, muy bien y con una sonrisa, creo que le di permiso de lo que quisiera; de esa manera, él cogió y a mí me cogieron riquísimo. Al final, terminamos exhaustos pero felices y desde ese día, por supuesto que muero por regresar, creo que este fin de semana es la posada, así que espero que se ponga muy bien y ahí les platico.

    Besitos y espero que mi historia les haya gustado mucho.

    Domingo 12 de Diciembre 2010

    TOMADO DE: Club Erotico by SexShop Mexico http://club.sexshop.com.mx/cgi-bin/ver_historia.pl?ref=395520&alias=

  4. Alex, Y Maria son nuestros nombres,tambièn hemos estado en casa swinger,y debo decir que es muy dificil que mi mujer se venga,tengo que decir que lo disfruta pero algo la detiene,sin embargo ahora trato de dirigir un poco a la gente que se nos acerca para tratar de que ella se venga.Les platico lo que sucediò en el samshara un club que no durò mucho; me gusta salir y conocer en lo posible otros clubs, por medio de internet encontrè èste y propuse un dìa para ir… En tanto les describo a mi esposa,tiene una cara fina y muy linda,de ojos cafès claros nariz recta y cara delgada,cabello ensortijado,con unas piernas de campeonato y unos senos maravillosos 38c un cuerpo con buena figura un poco pasadito de peso,aunque desnuda no se nota,megusta comprarle ropa provocativa y donde la veo la pago, aùn antes de ser swingers.Pero al tema…llegamos al lugar y fuìmos los primeros,nos recibiò el valet y personalmente llego por nosotros la dueña del lugar,una señora muy atractiva , Lulù su nombre y muy amable nos diò un tur por el lugar y se sento un momento con nosotros explicandonos las reglas y las formas,nos presento a un joven atractivo y muy amable,y nos dejò cuando la gente fuè apareciendo. Llegò el momentoque nos explicaron a toda la concurrencia de lo que presentarìan ,de como nos harìan ameno los momentos y toda la diversiòn que podrìamos obtener en el lugar; creo que serìa la tercera o cuarta vez que estabamos en un club swinger,entenderàn que Maria no se explayaba como querìa seguìa frenada por los valores firmes que aùn tenemos pero que eran difìciles de dejar en èse momento. Bueno empezò el show,y algunos juegos y al joven que nos habìan presentado antes era el showman ,amable simpàtico de exelente palabra y como todo striper marcado en su cuerpo,dejò al final su show personal, pasando por cada mesa y dejàndose tocar por las damas que ahì estaban,sòlo tenìa el torso desnudo.Maria la habìa vestido con un coordinado azul claro de un tipo de top y pantalòn de tela brillosa y tipo espandex que se ajustaba a cada mm de su cuerpo, haciendo notar que al no llevar ropa interior sobresalìa su figura impecablemente en especial sus nalgas y sus bubis,marcando sus senos y sus pesones maravillosamente, cuando el joven se acerco a la mesa se fuè casi sobre ella,entonces puedo decir que en lugar de terminar el show fuè ahì donde comenzò…fuè la primera vez que ella se dejo llevar por alguien màs, la beso con un candor y ella respondiò a èse besode una forma impresionante,se dejò acariciar y fajar tan tentadoramente que el pùblico se le salìa la hiel e imaginence como estaba yò,feliz y super caliente no me la agarraba porque ya les conte de los valores que aùn traìamos puestos,le subiò el top para darle unas chupadas de campeonato a sus senos acariciando su clìtoris con una mano y dedeandola con la misma, casi se viene ahì mismo y yò con ella. Pero no termina èsto ahì,al empezar la musica ,la pista se lleno de los asistentes que deseaban bailar y el chico striper saco a Maria a bailar ,claro con mi concentimiento,y yò como en butaca de primera fila de un espectàculo soberbio sexual, bailaban pegaditos la manoseaba por todos lados la besaba y ella en la quinta luna disfrutando, pasò el tiempo y la subiò el top y dejò sus senos al aire en plena pista y con la mirada celosa de la gran mayorìa de las damas que se les veìa y se les notaba la envidia pero de la buena por ser ellas las que estuvieran en su lugar.El joven se aparto por un momento me la trajo de regreso a la mesa nos bebimos unas copas y yà con la caldera a toda la presiòn le dije que pasaramos atràs y enseguida el striper nos alcanzò y entre los dos la desvestimos siendo èl el primero en penetrarla en una cama al centro con muchos hombres como testigos de èsta noche de lujurìa,fuè la primera vez que tuvo dos hombres a su disposiciòn,obviamente el segundo fuì yò disfrutandola èsa noche y las que siguieron,con la imagen de èsos momentos.

  5. Mi esposa y yo vamos muy poco, hemos estado en varios de ellos, el de Pedro , Desden, Casa swinger, bar tuyo, ella es bajita de pechos grandes, caderona, y tiene unos pies que se los arregla de maravilla, buena figura , y una cara hermosa , constantemente la tratan de seducir los hombres, ella es muy sería y pone cara de sargento mal pagado, yo le digo que les sonría, que sea más coqueta que yo me siento encantado de tener una mujer así deseada por muchos hombres, me costo mucho trabajo convencerla, (años) la primera vez casi no disfrutamos porque quedamos impactados de lo que vimos, después hemos regresado varias veces, de todos modos pone muchos peros, dice que le da miedo no parar, que le peguen una enfermedad ó que alguien la conozca, y es que cada vez que vamos se toma dos ó tres copas para darse valor, pero cuando entra al cuarto se suelta cada vez más y permite que le metan mano por todos lados y le besen las bubis , una vez llevaba pantalones y con la calentura se los medio quito, yo estaba sentado frente a ella y la estaba penetrando y al ver yo que el tipo de junto le tocaba las bubis a mi esposa cuando la esposa de este se agachaba para mamarle la verga (para que no lo viera), tuve que salir para no venirme de la excitación, en este descuido otro individuo que estaba detrás de ella la empezó a medio penetrar por la vagina, por lo incomodo de la posicion y ella correspondía ya que el giro la cabeza de ella hacia el y se tocaron con las lenguas en forma muy cachonda y en lugar de darme celos me éxito como loco,(después me dijo que cuando le dio el beso le dijo que el quería seguir cogiendo con ella), en eso le pregunte que si parábamos ó seguíamos y ella me dijo obviamente que parábamos, yo sabia que quería seguir porque me confeso más tarde que le estaba gustando como se la cogia este individuo.

    Ella me dice que le levanta el animo el sentirse tan deseada por otros hombres, y que si no fuera por tantas enfermedades que hay si se entregaría a coger con varios hombres en el cuarto obscuro y a complacerme, no vamos seguido, dice ella prefiere que le contrate a alguien en un hotel, es una mujer muy celosa y la única condición que me pone para ir (cuando logro convencerla) es que yo no puedo meterme con ninguna mujer, pero a mi no me importa, con verla a ella quedo muy satisfecho, ella dice que estamos jugando con fuego, que si no me da miedo que se caliente con otro hombre y que me deje (llevamos muchos años de casados) y yo creo que tiene razón pero a veces la calentura me gana y sigo tratando de llevarla. Eso si ya le he dicho que donde si me dan muchos celos es pensar que pueda coger con alguien conocido como sus pretendientes de escuela, ella me ha confesado que ha recibido propuestas pero que no me dice de quienes para que no me de coraje porque los conozco.

    Lo mejor de todo cuando recuerdo como ella se transforma conforme le sube la calentura y de ser muy seria y recatada se transforma y se deja llevar y sobre todo sus gemidos de placer que expresa cuando esta disfrutando (y eso que todavía no se ha venido con otro) yo le he dicho que me excitaría muchísimo poder verla gemir y venirse como lo hace conmigo en el palo de otro.

    Alguna vez lo hicimos en un hotel con un muchacho que contrate pero no se dio como yo esperaba y por más que este individuo hacia su mejor esfuerzo por hacer que se viniera no pudo, parecía circo de todas las posiciones en que la puso, ella me dijo que no le gustaba el fulano, que ella estaba tensa y que su pene no era grande que estaba mejor el mío.

    Calxito y María

  6. Excelente el relato de Pancho. Nosotrros también hemos ido a la casa swinger. Lo malo es que son muy incomodos los cuartos oscuros. Colchones tirados en el suelo y ya. Pero la hemos pasado bien. También conocemos el de pedro, el desden y el Coliseum. Cuál creen que es el mejor.
    En cuanto al club de masturbación, tenemos cita para el primer vierenes de Agosto. Fuimos, nos entrevistamos, son muy amables y piden que no sea público ni sus datos ni su dirección. Contaremos después cómo nos va. Las parejas swinger amigas nos han contado que es muy distinto a los clubes swinger y que, de otra manera, se siente lo máximo de lo erotico.
    Que alguien nos cuente su expriencia en cualquiera de los clubes que mencionamos arriba o en cualquier otro.

    Besitos. Hoy vierenes vamos a una fiestecita swinger en Cuernavaca.

    Ángela y Norberto

    • A nosotros nos gustaría asistira este club,así como a ustedes les pasaron el dato,sean generosos y compártanlo con nosotros.nuestro correo es bluevelvet11@hotmail.com gracias de antemano.

      Josué y Mayra

    • Mi esposa y yo somos swingers ademas de practicar tantra y tao. (meditacion y sexo), no sabes la curiosidad y ganas que tenemos de ir a ese club.

      Saludos

  7. Se ha hecho mención de un club de masturbación(en el df)que incluye hasta meditación pero los datos de ubicación como dirección o teléfono parecen máximo secreto,alguien puede hacer el grandísismo favor de proporcionarlos para poder vivir esa experiencia?

  8. existen club swingers en puerto vallarta???

  9. Lei la publicidad de Casa swinger: próximo jueves, noche de gang bang. Le comente a Rosa, ella tenía muchas ganas de estar en uno, un móntón de hombres solo para ella, era una de sus fantasías.

    Como se reserva por teléfono o email, les hable y les pregunté que si era verdad que el gang bang era posible, me confirmaron que si, que los jueves permitían entrar a hombres sólos y que si lo que mi pareja quería era ser poseida de forma multitudinaria, no habría mejor oportunidad que esa.

    Rosa fue vestida de plano como oficinista, nada sexy, y como es muy delgada no llama mucha la atención vestida, pero comenzamos a platicar con algunos de los comenzales que iban solos, y a dos de ellos les dije que iba a subir al cuarto oscuro para darle un masaje a Rosa, les mostre el frasquito de aceite de bebe y los invite a que me ayudaran.

    Solo uno subio, un muchacho definitivamente novato, muy nervioso, tímido incluso. En el cuarto no había nadie más, la cama era un colchón grande tirado en el piso y varias almohadas. Comenzamos a desvestir a Rosa, su blusa traía mil botones, los más difíciles en sus puños. Cuando al fin la liberamos, quitarle el brasier fue muy sencillo. Tiene lindas tetas, medianas firmes y coronadas por un pezón oscuro, no muy grande, bonito. Le dije al tipo que le besaramos uno cada uno. Así lo hicimos y a Rosa le encanto. A pesar de su gusto por lo swinger ella tarda en calentar, hay que ir despacio con ella.

    Terminamos de desnudarla, se acosto boca abajo en el colchón y entre los dos aplicabamos el aceite a todo lo largo de su cuerpo. Llegaron curiosos, nos veían masajearla y yo les extendía el frasco de aceite y los invitaba a unirse. En un rato eramos 8 los que le dabamos masaje. Varios sobaban sus nalgas, quiza lo mejor que tiene, firmes, redonditas, ricas. Uno de ellos metio su dedo en la vagina y Rosa no replico. Le pregunte si ya quería voltearse boca arriba y me dijo que si. La ayude y quedo expuesto su cuerpo de frente a nosotros. Me adelante y la estimule vaginalmente, ¡se estaba derritiendo!, era todo crema en su interior.

    Yo me fuí hasta sus pies y los acaricie con sapiencia, eso siempre es muy grato. Los demás repartían el aceite en sus tetas, en sus piernas, en su cintura. El mismo tipo la dedeaba profundamente. Ella gemia.

    Le dije al muchacho que subio con nosotros que se aplicara o le iban a ganar. Se desabrocho el pantalón y apenas si se lo bajo, le dije a Rosa que verificara directamente que se pusiera condón. Ella se irguió y de plano se lo puso, aprovechando para acariciarlo. El se subió en ella y le reclame, que ella estaba desnuda y el ni siquiera se bajaba el pantalón, que la iba a lastimar con el ziper (esto tuve que repetirlo constantemente esa noche, me parecio increible en un espacio así). Él entendió se quito la camisa, se bajo el pantalón hasta los tobillos y la penetró. Los demás seguían tocandola por donde podían. Sin embargo, como el muchacho duro como 15 minutos sacandole gemidos a Rosa, la mayoría se aburrió y se fueron a ver que había en otros cuartos, solo dos se esperaron para seguir ellos, Rosa mientras tanto los masturbaba, pero no continuaente, ella estaba concentrada en si misma.

    Cuando termino el chavo, ella se puso a gatas frente a mi y me la chupo deliciosamente, mientras otro la penetraba desde atrás, no por el chiquito, sino por la vagina. Rosa alternaba su atención, entre el beso fálico que me daba y la forma en que la penetraban. En un momento cerro sus piernas y las metio juntas entre las de él para poder sentir mas intensamente. Debo mencionar, que a este y a todos los que compartieron esa noche, ella personalmente les puso el condón, en ese sentido no le gusta correr riesgos. El tipo se vino como a los 5 minutos, y lo sustituyo el otro que estaba en espera. Los curiosos se asomaban y se iban después de un rato.

    Me parecio que con este tercer tipo ella estaba disfrutando más, me lo hacia sentir en lo forma en que me la chupaba, yo que era el único afortunado en sentirla sin condón, pero solo en sexo oral. Me hizo sentir la gloria y me vine como pocas veces. Ella buscaba donde escupirlos, pero como estaba ensartada y entretenida, prefirio tragarselos. Ella siguio moviendose con mucha entrega y de repente se orgasmo. Se comenzo a mover más rápido y a gritar «que rico, que rico». Pero no se quito, se tranquilizó un poco y siguó moviendose. Por primera vez dijo algo al desconocido: «disculpame, te gané, pero ahorita te ayudo para que te vengas». Dicho y hecho, se movió concentrandose en el placer de él, y al poco rato, lo hacia que se vininiera a chorros.

    Cuando terminaban, se subían los pantalones, le decían que era muy linda y se salían. Nos quedamos solos, los dos desnudos. Ella me toco, y luego con su lengua maravillosa me ayudo a ponerme firme nuevamente, me puso un condón y se monto a horcajadas sobre mi. Estaba empapada de sudor y de aceite. Regreso uno de los tipos que habían participado en el masaje y preguntó: ¿se puede?. ¡Si hombre!, le conteste y le dije que se acostara junto a mi para que Rosa hiciera el paso de la muerte. Se bajo los pantalones hasta las rodillas y se puso a masturbarse. Rosa lo ayudo, lo toco, lo puso como ella quería, le pidio un condón se lo puso y cuando, bien ensartada, cabalgaba sobre mi como una amazona dio un salto olímpico y se clavó la del afortunado vecino.

    Después de él, nos quedamos solos nuevamente. Se recosto a descansar. Yo tome aceite y le di masaje en la parte alta de la espalda, luego en los brazos, nuevamente en los pies. Llegaron nuevos, comenzo nuevamente el masaje colectivo y la historia se repitio, salvo dos casos diferentes: un señor cuarentón y grueso, con una chamarra de cuero como de motociclista, la toco disfrutandolo mucho, y sin excederse, lo hacía con suavidad a pesar de au apariencia tosca. Toco su vagina y me pregunto si podía chuparsela, le dije que si. La lengüeteo a placer e hizó que Rosa se retorciera y gritara ansiosa. Volvió a preguntar si podia subirse en ella, si la podía penetrar. Rosa se incorporo, le pidio un condón, se la acaricio un rato, le puso el latex y se ofreció piernas abiertas. el hombre se subió en ella, pero ¡con todo y chamarra!, «oye, la vas a lastimar, ella esta completamente desnuda. Se quito la chamarra, se abrio la camisa,se medio bajo el pantalón y después de un minuto se disculpo, no podía sostener la erección. Otro tipo aprovecho y de inmediato se subio en ella, le puso las piernas sobre los hombros y le comenzó a dar durísimo. Luego, sin dejarla de penetrar, le tomaba los pies y se los chupaba, se metía los dedos de Rosa en la boca e hizó que se viniera muy fuerte. «A mi todavía me falta», dijo él, «siguele papi, siguele», alcanzó a decir Rosa. La vi tan contenta que aproveche para ir al baño y a tomarme una copa. Me quede como unos 15 minutos abajo, tratando de ligar algo, pero sin suerte.

    Subí y ya era otro tipo el que estaba con Rosa, luego me dijo que había habido uno más.

    Ya para cerrarla noche, un individuo cincuentón, delgado, educado, el si todo desnudo, y con un macanón que me cohibio, le pidio a ella que si lo tocaba, como se había dado cuenta le entrego un condón a Rosa para que se lo pusiera. Ella lo toco largamente, le acaricio los testículos, lo sobo de arriba a abajo, lo apretaba, lo acariciaba. él se puso un guante de latex, «de dentista», nos explico y la dedio primero suavemente, pero con precisión cirujana, no hubo un punto que no le tocara. Ella alcanzó 3 orgasmos, antes de que él explotara en su condón como un globo a punto de reventar

    Se asomo el primer muchacho, y como dijo que ya no traía ganas le pedí que si me ayudaba a bañarla. La llevamos a la regadera y entre los dos la enjabonamos, la tallamos y le quitamos todo el aceite y los humores de los otros. Bajamos, tomamos un par de copas y nos fuimos, con su deseo casi cumplido.

    ¿Por que casi?, porque como lo platicamos ambos, en general no fue gang bang, ya que los acostones fueron uno por uno. A ella le decepciono que nadie la hubiera penetrado por el chiquito, quería tener por lo menos 5 penes en ella, el mío en su boca, otro en la vagina,otro por atrás y otros dos en sus manos. Pero no se dió. De todas formas lo disfrutamos muchísimo.

    Recomendación, no se las quieran coger vestidos, ellas se sienten mal, de plano utilizadas. Por lo menos mi Rosa va siempre por su disfrute y le gusta el contacto piel a piel, no piel a tela, cuero, zipers, etc.

  10. ¿Alguna tiene algo que confesar?, yo sí
    Enviada por: Anabel

    384266 – Ahora sí tengo que aceptarlo, no hay más remedio, antes se lo negaba a mi marido y a mí misma también pero después de lo ocurrido el pasado sábado en Cuernavaca, ya no puedo decir nada. Las cosas ocurrieron de la siguiente manera:

    Somos una pareja de 15 años de casados, me llamo Anabel y tengo 38 años, mi esposo es Gabriel y tiene dos años menos que yo, nos iniciamos en el mundo swinger hace tres años y nos ha gustado bastante. El sábado pasado fuimos por vez primera al hotel swinger de esa ciudad, llegamos el viernes por la noche y todo fue muy agradable, las parejas eran simpáticas y había de todo un poco, éramos seis parejas. Esa primera noche, Gabriel y yo estábamos muy cansados y nos fuimos a dormir muy temprano a nuestra habitación y al día siguiente, las parejas nos contaron que la orgía nocturna había estado sensacional y súper cachonda.

    Ya el sábado, las siete parejas pasamos la mañana en la alberca, casi todas las chicas andábamos en topless y dos de plano, se paseaban y nadaban completamente desnudas, todo era agradable y parecíamos estar reservándonos sexualmente para la noche. Cerca de las nueve y media de la noche, nos fuimos a arreglar y a las once, ya estábamos las siete parejas juntas en esa estancia que estaba muy bien ambientada eróticamente. Comenzaron los juegos, los que a Gabriel y a mí casi siempre nos parecen aburridos. Ya ahí, una pareja nos coqueteaba abiertamente y no estaban nada mal, eran de Sinaloa.

    Todo transcurría como lo imaginábamos hasta que ocurrió algo inesperado, pues cuando ya todos estábamos medio desnudos por los juegos, entró una pareja que hizo que todo se detuviera, los dos eran muy atractivos. El hombre era de unos 35 años, tenía un cuerpazo y un rostro duro, como el de los italianos, iba vestido con un traje blanco de lino y un sombrero como de artista de cine, un cromo de hombre; por su parte, imagínensela, ella iba vestida con un traje de noche de color rojo, escotado, con un prendedor y un collar de perlas pequeñitas. Todos nos quedamos con las bocas abiertas, nunca en nuestros años swinger se había acercado una pareja así.

    Ellos se sentaron al lado de nosotros, yo ya estaba con los pechos al aire, enseguida el hombre me miró y me prendió su sola mirada, luego se reiniciaron los juegos pero yo sentí que ya nadie les ponía atención y todos estábamos pendientes y mirando de reojo o abiertamente, a esos dos que sonreían para todos partes. Al poco tiempo, acabaron los juegos y una pareja se puso a hacer el amor delante de todos mientras mi marido me sobaba los muslos, luego una chica le sacó el pene a su marido y lo masturbaba y por otro lado, una mujer medio gordita, de bonita cara, se acariciaba los pechos.

    De pronto, la beldad al lado de mí se acercó y me preguntó si me gustaba su marido, desde luego le respondí que sí, entonces luego ella agregó «¿y también te gustan las mujeres?», a lo que contesté titubeante «no». Enseguida, ellos se empezaron a besar y a fajarse como hacía todo mundo, mi marido me metía cada vez más su mano y yo estaba calientísima hasta que la chica me propuso «vamos los cuatro a una recámara». Yo casi brincaba de gusto y de calentura de imaginar todo lo que podría hacer con su marido, el hombre más guapo al que yo podría aspirar y obviamente aceptamos.

    En cuanto entramos a nuestra recámara, ellos dos apagaron algunas luces y se situaron al centro, luego mi marido y yo nos sentamos en una silla y él y ella, en el banco del tocador, donde se fajaban, se tocaban y se decían cositas. Primero, él le tocaba las nalgas y luego, de plano, le quitó su elegantísimo vestido y le comenzaba a comer los pechos pues ella no traía brasiere; por su lado, la mujer primero le quitó el sombrero que me aventó, luego la camisa, el pantalón y al final, él calzón, mostrándonos que tenía un pene grande y grueso, delicioso, al que ella masturbaba.

    Mi marido y yo estábamos hipnotizados, viendo la escena, luego me comencé a desnudar y mi marido me imitó, viendo que ellos se subieron a la cama, se acostaron boca arriba y ella me pidió que me acercara, lo que hice dispuesta ya a lanzarme por aquel hombre de pene tan delicioso pero la mujer me detuvo, indicándome «tienes que elegir, harás el amor con solo uno de los dos, elige, mira bien». Me quedé petrificada frente a ellos mientras el hombre se masturbaba de lo más rico y movía su pene para que lo viera; por su parte, ella se había abierto de piernas y se pasaba los dedos por su vagina con una mano y con la otra, se tocaba un pezón.

    Al instante tragué saliva y pensé que no tenía por qué dudar pero al ver aquel sexo velludito, bien arreglado, que estaba mojado pues ahora sus dedos entraban y salían de ahí, provocándole unas muecas maravillosas de placer, me hizo dudar. Veía el pene y veía la vagina, hasta me sentí mareada de placer y de indecisión hasta que finalmente, me decidí por ir hacia aquel miembro tan grande pero una fuerza interior de último momento me desvió y sin más, metí mi cara entre aquellas piernas bronceadas, para rápidamente sacar mi lengua y pasearla por su clítoris.

    No sé cuánto duré ahí pero sí sé que ella se vino un par de veces y yo una, luego las dos chicas nos besamos, nos chupamos, nos acariciamos, nos mordimos y nos volvimos locas durante toda la noche y parte de la mañana siguiente. Por lo tanto, aunque yo lo negaba, aunque decía que no, tengo que reconocer que soy bisexual y qué, además, prefiero a las mujeres sobre los hombres, entre un pene bien parado y grande y una vagina mojadita, me voy por la segunda, así es la vida y así me gusta.

    ¿Alguna chica tiene algo qué confesar al respecto?, ¿alguna tiene duda de si es bisexual?.
    Anabel

    TOMADO DE: Club Erotico by SexShop Mexico http://www.sexshop.com.mx
    http://club.sexshop.com.mx/cgi-bin/ver_historia.pl?ref=384266&alias=

  11. Hola que tsl, quisiera informamr bien sobre los club swinger en Guadalajara…

    MODERADOR APPLE CLUBS:En el entendido que el formato de blog no permite adecuadamente la interaccion entre los participantes por no ser un foro; no podemos permitir comentarios del tipo pregunta.
    Les hemos enviado nuestra respuesta a su email.
    Gracias por la visita. Saludos.

  12. Magnifica historia la de la casa Swinger. Pero les faltó decir que los llamados cuartos oscuros son muy incomodos e insuficientes. De cualquier manera muy buen relato en un buen antro. A la casa swinger lo único que le falta es que la acción se abajo, bajando mucho las luces, aunque sacrifiquen algo del consumo.

    Una pregunta a apple: por qué varias secciones están cerradas a los comentarios. Y una sugerencia: En algún lugar se tendría que avisar que para hacer los comentarios se tendrá que ir hasta abajo de la sección. Estoy seguro que mucha gente desearía escribir un comentario pero no sabe que es hasta muy abajo o encuentra cerrado los coemnatrios y se va.
    Es sólo una sugerencia porque esta nueva pagina es excelente, mucho mejor a la anterior. Yo la consulto varias veces a la semana.

    Rafael

    Xalapa, Ver

    • – Revisaremos cuales siguen cerrados para poder responder adecuadamente.
      – Lamentablemente es muy complejo poder generar un entrenamiento de uso adecuado a los lectores. Damos por hecho que en caso de estar interesados en hacerlo, buscaran la manera. Tambien entendemos que se pierdan algunos por esa razon. Lamentablemente el interes por ser lectores proactivos es de los menos.
      A diario superamos los 800 visitantes…y muy apenan llegamos a los 10 comentarios al mes.
      Y de esos 10, 4 son poco utiles o sin sentido al post.
      Gracias por los comentarios favorables.
      Apple Clubs Moderador

    • Respondemos acerca de los cierres de comentarios:
      Algunos, por errores de cambio> Ya estan corregidos.
      Algunos mas> Por que consideramos que los comentarios no seran leidos.
      Si existe alguno que sea de su interes, hagannoslo saber.
      Saludos
      Apple Clubs Moderador

  13. La Casa Swinger

    Mariana decidió que el Club de Pedro ya no es una opción, y cada vez es más difícil encontrar lugares para ir a hacer travesuras dentro de la Ciudad. Por eso aprovechamos que acabábamos de tener una cena coqueta en la Colonia Nápoles, que Mariana estaba linda y que yo me había arreglado para salir.
    -¿Probamos Casa Swinger?
    -¿Que sabes de ella?
    -No gran cosa; que está por acá y que podemos llamar para preguntar?
    -Vale
    No encontramos a nadie que nos gustara, pero eso no está mal. Mariana, en general, prefiere tener poco contacto con desconocidos. La excitan los sonidos, la cercanía de la desnudez, la falta de pudor. A Mariana le gusta hacer el amor y que la vean. Le gusta gritar y que la escuchen sin tener que contenerse. Pero, en general, no es aficionada a participar con otros.
    Cuando bailó Mauro, nos pusimos de buen humor. Es un tipo simpático y se encargaba de mantener a la gente contenta más que a las mujeres calientes. El asunto de los bailarines en los clubes para parejas, suele parecerme cándido. Quien los contrata espera, en un acto de democracia, que las mujeres se exciten como lo hacen los hombres frente a una tanga. Por eso nos cayó bien. Su aproximación a la audiencia tenía mucho más que ver con el ánimo. Bailo, y llamó a su socia. Luego escogieron entre el público, (me pregunto si con acuerdo previo) a una pareja. Tuvieron sexo. Fue bueno, porque fue real, y los gemidos de la voluntaria eran sinceros. No había nada estéticamente formidable. Sólo verdad, y eso yo lo agradezco mucho.
    -Subimos ¿no?
    Y luego de su propuesta pude ver el vestido corto de Mariana en camino ascendente por la escalera. Encontramos un cuarto donde todavía no había nadie, pero que pronto se llenaría. Se quitó el vestido y lo colgó como si estuviéramos solos en algun lugar conocido. La miré entre las sombras. El corset negro de seda y la milimétrica tanga. Me quité la ropa yo también, y me pareció gracioso estár desnudo sin motivo.Nos acomodamos en una gran colchoneta en el piso pletórica de almohadas. Mientras entraba la gente, mis dedos caminaban hacia las tierras bajas de su espalda. Otros dos se pararon cerca. La vieron con mi sexo en su mano y con la lengua alrededor de mi cuello. Se acostaron cerca de nosotros. Se besaron, se lamieron, se enredaron en sesenta y nueves y otros números más. Mariana y yo jugábamos a las caricias largas, a mi dedo índice y medio mojándose con sus piernas blancas.
    Más personas entraban. Yo entraba en Marian de muchas maneras. Entraba por sus ojos de mujer enamorada. Entraba por su coño sediento de mareas. Entraba con los dedos a través de todas las casetas de vigilancia de su cuerpo. Quienes entraban al cuarto en penumbra se hacían sexo oral. Intervenían con otros. Se mostraban semidesnudos, y gemían alrededor de nosotros. Mariana sobre mí iniciaba su camino largo y placentero hacia la cima, y yo me esforzaba por llegar con más ahínco hasta su sima. Un orgasmo pequeño, y se recargó en mi pecho. La tomé por las nalgas y me empujé de un golpe a su interior. Junto a nosotros, el culo abierto de nuestra compañera de cama se movía impulsado por la lengua de su amante. Mariana me chupó la boca y volvió a emprender el camino de subida. Una vez en la meta, me aseguré de que esta vez, su orgasmo no fuera pequeño. Me encajó las uñas. La oyeron, estoy seguro, por todo el lugar. Me hizo venir con la mano.
    Al bajar nos tomamos una copa más, el lugar tiene barra libre y platicamos. La Casa Swinger tiene tres reglas que son de sentido común: No se tolera estado de ebriedad. No se puede subir a los cuartos oscuros con cigarros encendidos o bebidas; y como en todos los lugares SW, «no» significa «no» sin explicaciones ni insistencias. Mariana y yo hubiéramos incluído otra regla que aprendimos en Lynwood: En los cuartos oscuros, no puede haber hombres solos.

    Leer más: http://jardindeadultos.blogspot.com/2009/09/la-casa-swinger.html?zx=69b8704cf17d8dd5#ixzz0n5hsDkMM

  14. El Club SW de Pedro
    Al menos en la Ciudad de México, parece haber un consenso: El único bar swinger de calidad respetable es el Club SW de Pedro López. Es un fenómeno que escapa por mucho de mi comprensión, pero sin duda, algo hizo bien ese hombre que nadie más logró. El lugar es enorme y hay muchísimas parejas de distintos aspectos y edades. No lo recomendaría para una primera aproximación al delicioso mundo de las orgías, y sin embargo, este es el mejor sitio para ver y elegir.
    Mariana y yo fuimos por segunda vez, ahora, con reservaciones para la zona VIP. La condición para tan respetable ubicación fue pedir una botella importada, y el mesero nos condujo a un balcón con tres mesas en un segundo piso. Desde ahí, se puede ver todo lo que sucederá en la pista, en la zona de bar y en el cuarto oscuro. De todas formas, nos prometieron que al terminar el show, nos cambiarían a una mesa dentro de la “zona íntima” Todavía no traían el cognac y yo ya temblaba. Los senos de Mariana se transparentaban tenuemente tras una blusa holgada que caía irresponsablemente descubriendo sus hombros. Además, para perder el tiempo, y aprovechando que la zona estaba completamente solitaria, me acariciaba las piernas y amenazaba con bajarme el cierre. Luego tomaba mi mano y la metía por debajo de su falda y me decía cosas desde muy cerca de las orejas.
    En la pista, las parejas bailaban y se conocían mientras Pedro López las animaba desde el micrófono con métodos de maestro de ceremonias en fiesta de quince años (claro, en la versión horario nocturno). A eso de las 11:30 comenzó el show, del que pudimos haber prescindido, pero que sin duda, al concluir marcaba el inicio oficial de las actividades.
    Ahora sí, los ojos se volvían locos en el espacio. Aprovechamos nuestra localización para ser los primeros en llegar a una cama que está en el centro de la zona de diversiones. Recuerdo haber estado boca arriba, cuando un hombre corpulento llevó la mano de su pareja, una chica alta y delgada, a los senos de Mariana. Al aceptarlo, el código se había establecido. Yo tocaba el trasero de ella bajo un pantalón de licra, él besaba a Mariana, Mariana me Masturbaba, y ella besaba en la boca a otra chica de vestido dorado que acababa de llegar. El escenario se convirtió en un juego de combinaciones donde manos, lenguas y muslos nos servían la mesa. Mariana y yo, saltábamos de un espacio a otro. Ahora jugábamos en uno de los sillones, y una mujer con pinta de caribeña besaba a Mariana en la boca mientras su hombre lo hacía en los pezones. En otro momento, nos fuimos pegados como lapas y con la ropa colgando por todos lados, a un pequeño cuarto donde no caben más de dos parejas y usualmente hay cuatro. Yo la penetraba y me mordía los labios para no terminar tan pronto. Los fuegos artificiales en la piel eran tan poderosos, que no queríamos que acabaran nunca. Había forma de espiar tras una celosía de madera lo que hacían otros. Había manera de sonreír a las señoras que miraban mi sexo en manos de Mariana mientras otros hombres las tocaban. Había también forma de meterse en un laberinto y ser interceptados por manos hambrientas de carne para tocar. Hubo que parar varias veces. Regresar a la mesa a tomar agua mineral, y luego volver dichosos a la batalla.
    No recuerdo mayor sensación de estar vivo ni antes, ni después de eso. Mariana y yo, tomados de la mano dando brincos en medio del recreo de los adultos. Nada más podía ser importante.

    http://www.jardindeadultos.blogspot.com

    Tomado de: http://foros.hispavista.com/bares-y-otros-clubs-para-adultos/36837/836189/m/swel-club-de-pedro-lopez/

  15. Mi nombre es Silvana y mi esposo se llama Juan Carlos. Fuimos el mes pasado al club Masturbación. Creo que su nombre real es Onan. Nosotros queremos felicitar a todas las pareja, a los anfitrionoes y su organización. El club de la masturbación compartida entre parejas es algo de verdad muy sexual pero también espiritual. Esa mezcla que no se da de ninguna manera en los antros y encuentros swingers, a los que nosotros varias veces hemos asistido, es algo único y, desde luego, ya pedimos una nueva cita y nos la dieron pero hasta el mes de junio. Lo que sí recomendamos a Charo es que ponga ventiladores en la parte que da al ventanal. Hasta allá no llega el aire de los dos ventiladores colocados justo al lado contrario. Además, recomendamos que sea un poco menos largo y didáctica la charla previa.
    Por lo demás, los felecitamos, yo nunca había tenido tres orgasmos en una misma sesión. También agradecemoz a la pareja de San miguel de Allende que tan ricos momentos nos hizo pasar, espero que nosotros les hayamos correspondido igual.

    Silvana y Juan Carlos

    • Hola Silvana y Carlo Mi pareja y yo estamos empezando en el mundo SW

      MODERADOR APPLE CLUBS:En el entendido que el formato de blog no permite adecuadamente la interaccion entre los participantes por no ser un foro; no podemos permitir comentarios del tipo pregunta.
      Para cualquier informacion sobre el tema, les pedimos se pongan en contacto con: siljc_69sw@yahoo.com.mx

      • Sugeriría entonces, abrir un espacio para estos lugares que no se encuentran listados.

        Gracias

  16. Fue agradable. Fuimos a un Motel (Reuniones swinger) hace quince días, un día viernes. Yo tengo 38 años, soy bajita de bonito cuerpo. Mi esposo tiene 45 y no está de mal ver. Esa noche andábamos en busca de algo cachondo y arrabalero y no queríamo ir, como hemos hecho otas veces, a un table o a un bar con prostitutas, lugares que no sé por qué me calentan bastante. Así que nos encaminamos por las calles de la colonia doctores y luego de perdernos por esos rumbos de mala muerte logramos, al fin, encontrar el lugar. Subimos a la habitación que nos indicaron luego de pagar el cover o algo así. Luego debimos dar una cooperación más arriba. El anfitrión, muy atento. Primero conocimos el lugar. Tiene la barra a la entrada, del lado derecho una habitación con un gran jacussi. Al fondo, del lado derecho una sala grande y de izquierdo otra recamara muy grande. Sala y recamara no tienen separación. Había varias parejas, tres recostadas en la cama y otras tres sentadas en los sillones de la sala. Aparte de las seis parejas, había 4 hombres solos.
    El lugar cumplía con lo que andabamos buscando. Era bien arrabalero, aunque en la parejas había de todo. Una chica tenía pinta de taibolera y al bailar lo corroboraba. Había una pareja muy seria como de dos intectuales jóvenes. Otras parejas parecían asiduas porque se conocían y entre ellas destacaba la que componían una chica muy guapa de grandes senos y un señor muy elegante que parecía ser un hombre muy rico. Una mujer destacaba entre todas. Tenía piernas de campeonato, aunque pechos pequeños. Era de verdad guapa. Y lucía una minimicro falda. Pasados algunos minutos mi marido me dijo: «Es hombre». Yo nunca hubiera imaginado que era un travesti, pero ya fijándome muy bien descubrí que sí.
    Una señora también guapa acompañaba a un hombre ya mayor. Ella se veía ya algo tomada. Sacó a bailar a un joven de los que iban solos. Apenas acabó la pieza, lo llevó hacia la cama y comenzaron a hacer el amor ahí mismo, bueno solo a fajar y a desnudarse por completo. Después ella se paró de la cama, llevó al chica a la otra habitación y los siguió el marido. Empezaron los juegos que para nosotros resultaron largos y aburridos, sin creatividad. Al final, en las dos habitaciones todos hacían el amor con todos y eso sí era más que calenturoso. En los sillones nos habíamos quedado solos los intectuales y nosotros. Mi marido comenzó a masturbarme y yo a él. Los intelectuales nos veían sentados frente a nosotros. Al fin, ella se levantó y se acercó. Me buscaba a mí y no a mi marido. Se sentó a mi lado y rapido sustituyó la mano de mi marido. No me hablaba, no me besaba, no me abrazaba, sólo me masturbaba. Eso sí, de una manera muy delicada. Su galan se acercó, se saco el pene y se lo dio a chupar a su mujer. Ello lo hizo sin descuidarme a mí. Tuve un orgasmo muy rico y luego me separé para ponerme yo tambien a hacerle sexo oral a mi marido. Al rato ellos se fueron a la cama para unirse a todos los demas. Un hombre solo, se acercó, se sentó en el sofa y me acomodó para metermela. Yo lo acepté. Se puso el condón y me penetró mientras que yo chupaba el delicioso pene de mi esposo. Nos venimos los tres casi al mismo tiempo. Cuando salimos eran las cuatro de la mañana.

    EDITADO POR EL MODERADOR
    Para ubicacion correcta del tipo de lugar

  17. Hola a los administradores:
    Cuatro sugerencias para mejorar la pagina agredeciendo la mejorada que ya le dieron. Para dejarla perfecta ya solo se necesita
    1.- Que los últimos relatos aparescan arriba y no hasta abajo.
    2.- Que igualito que en pagina anterior se marque cuales han sido las entradas más recientes.
    3.- Que la sección de relatos eróticos este destacada en el menú como las demás secciones importantes.
    4.- Que se vuelva a abrir la pagina de la psicologa.
    Por lo demás quedo muy diseñada y atractiva.

    Jacinto, licenciado en informatica y lector de relatos swinger. Swinger con mi esposa desde hace dos años

    • Agradecemos el interes y con gusto respondemos de manera puntual a cada recomendacion:
      1.- Que los últimos relatos aparescan arriba y no hasta abajo.
      Antes no se podia…nos dimos a la tarea de volver a revisar y afortunadamete ya cambio y ya lo resolvimos, RECOMENDACION ACEPTADA

      2.- Que igualito que en pagina anterior se marque cuales han sido las entradas más recientes.
      Cada template tiene posibilidades y limitantes diferentes…. este solo lo deja poner hasta abajo en una zona donde se pierden. El blog esta alojado en un server de wordpress.com que no permite cambiar el template a nuestro gusto de manera gratuita. Y como No justifica el pago de host y webmaster por incluir una nube de tags. No obstante ya lo volvimos a reactivar hasta el final inferior. RECOMENDACION ACEPTADA en la medida de las posibilidades.

      3.- Que la sección de relatos eróticos este destacada en el menú como las demás secciones importantes.
      Lo ultimo que queremos es que se llene de morbosos, solo interesados en leer relatos y postear estupideces. Estos son un mero complemento de lo que ser swinger representa y en un club swinger se puede encontrar. No una pagina de relatos eroticos. RECOMENDACION RECHAZADA en justificacion a nuestras politicas e interes del perfil de lectores.

      4.- Que se vuelva a abrir la pagina de la psicologa.
      La psicologa no puede estar buscando preguntas pegadas por todas las secciones del blog… no hay un nivel de conocimientos adecuados, ni respeto de parte de los lectores del blog para usar la seccion correspondientes, por lo que migrar los post pegados por todos lados y tener que hacer todos los ajustes para que fuera funcional, nos toma mucho tiempo, si esta pagina fuera de paga o rentable podriamos pagar a un equipo de apoyo… pero al no ser asi… resulta poco viable esa seccion, pues la psicologa no es experta en el manejo de wordpress y no cuenta con tanto tiempo para atender preguntas que ya fueron contestadas pero que no se leyeron o que realmente son absurdas o de tipo medico. RECOMENDACION RECHAZADA en justificacion a nuestros recursos tecnicos disponibles.

      Agradecemos sus comentarios y recomendaciones.
      Apple Clubs Blogmaster

  18. Llegamos al club a las 11:30. Mi mujer con una fladita negra. Un top azul. Cabello suelto. Linda. Parece no romper un plato. Charrita, delgada, tetona. Nos sentamos y comenzamos a tomar y a ver. Luego ella me llevo a la pista. Le encanta bailar, puede no parar en toda la noche. Volvimos a nuestra mesa y ahí empezó lo que suele ocurrir la mayoría de las veces que vamos al club. Ya después del tercer tequila ella empieza a fantasear con las parejas que asisten al lugar. Por ejemplo, me decía al oido entre besitos: «Mira, el de camisa azul, si el alto de pelo largo, el que baila en la esquina izquierda, no es muy guapo, pero está bien bueno, estoy segura que tiene una verga bien grandota, me imagino que tu lo masturbas primero y luego me das a que se la chupe». O bien, me decía: «Mira esa señora de al lado, mirala bien, está bien fea pero debe ser bien calenturienta y tiene unas chichotas esas sí bien ricas. ¿Como imaginas su cosita? Te apuesto a que la tiene muy grande y peluda y que te encantaría chuparla».
    Así se pasa la noche, diciéndome cosas de las parejas que vemos. A mí me pone al máximo y ella también se excita mucho y me acaricia y me besa. Nunca hemos intercambiado. Rara vez entramos al cuarto oscuro. Nos masturbamos el uno al otro ahí mismo sentados en nuestra mesa en el rincón más oscuro. A veces, mi mujer se para y va al baño, casi siempre me cuenta al regreso su aventura ficticia: «Entre al baño y sin darme cuenta abrí la puerta de una de los gabinetes y ahí estaba aquella chica de negro, ¿la vez?. Iba a empezar a hacer pis cuando yo abri. Me miró sin levantarse. Yo me acerque y le di un beso de lengua. Luego bajé mi mano y comencé a acariciarle el clitoris. Se mojo de inmediato. Luego le pedi que hiciera. Así emézó a hacer pis mientras yo acariciaba su clitoris. Se vino casi al mismo tiempo que orinaba. Mira, huele mis dedos, me los mojé todos». Mientras me contaba su aventura en el baño, me había sacado el pene y me masturbaba y yo a ella. No nos importaban los meseros que pasaban de vez en cuando. Luego me dijo mientras casi todas las parejas ya estaban en el cuarto oscuro: «No sabes cuanto me gustaría que ese señor y su mujer, esos de allá, los que no han subido, vinieran aquí y que la esposa, aquí parados frente a nosotros, se subiera la falda para enseñarnos su vagina y para, después, pedirnos que la acariciramos, primero tú y luego yo y también los dos al mismo tiempo, yo en clitoris y tu penetrandola con los dedos, mientras el señor me acercaba su pene para que se primero yo y luego tu se lo mamaramos hasta que se viniera en nuestras bocas». En ese momento, yo me vine en la mano de mi mujer y luego ella en la mía. Así son nuestras aventuras en el club. Nunca hemos tocado a nadie y ni falta que nos hace con todo lo que imagina y me cuenta mi mujer

    Gabriel y Alina

  19. «Nosotros empezamos así en la onda swinger. Espero que les sirva para calentarse. La pareja que quiera irse encuerando conforme voy contando lo puede hacer. Para eso este club swinger, para oirnos unos a otros nuestras experiencias y luego hacer sexo en grupo o intercambios o sexo oral. Hoy les contaremos como empezamos nosotros»:

    Agradecemos su disponibilidad e interes, pero su relato no califica por no haber sucedido en el interior de un club swinger. Saludos.
    Moderador Apple Clubs

  20. Mi hermano Gabriel me lleva diez años, tiene cuarenta. Siempre fue un buen hermano conmigo. Cuando yo era adolescente me encantaba salir con él porque era muy guapo, fuerte, aunque muy peleonero. Jugaba americano y tenía muchas novias, a cual más de guapa y todas loquitas por él. Armando, mi esposo, siempre fue el mejor amigo de mi hermano Gabriel. Crecieron juntos y hasta se casaron en la misma ceremonia religiosa con sus respectivas novias. Sin embargo, un par de años después, Armando se divorció y también se peleó a muerte con mi hermano. En casa sospechábamos que la esposa de Armando habría tenido algo que ver con mi hermano Gabriel. Pero nunca lo supimos bien a bien. El caso es que mi hermano no quiso asistir a mi boda por la mala relación que tenía ya con Armando. Pues es el caso que yo vivo muy agusto con Armando y que es una buena relación en todos los terrenos. Nos comprendemos, hablamos y paseamos mucho. Él varias veces me había platicado del ambiente liberal y yo tenía curiosidad por saber cómo era. El mes de enero pasado, Armando me dijo que me llevaría a un club Swinger. Así que fuimos. Es uno que está cerca del reloj chino. No puedo negar que iba entusiasmada y me arreglé con un vestido corto de color negro con tirantes y escote pronunciado. En uno de mis senos me pegué una de esas nuevas calcomanias que de verdad parece tatuaje. Así que un pedacito del tatuaje que representa un girasol se me podía ver. Entramos a aquel lugar que es como una discoteca, pero nos llevaron a un lugar más pequeño que tiene una veintena de mesas. Es en un segundo piso. Nos sentamos y pedimos margaritas. Sería cerca de la media noche. Todo estaba como en penumbra. Cuando mis ojos se acostumbraron a esa poca luz, vi como a diez parejas que estaban o charlando o besándose. Habiá una pelicula porno en los televisores. Yo miraba hacia todos lados. De pronto, el hombre que estaba enfrente de nosotros se levantó para ir hacia una puerta que supusé que sería el baño. Se me heló el cuerpo. Cuándo él me vio también quedó paralizado ahí de pie. ¡Era Gabriel! Mi hermano, al verme, del asombro pasó al desconcierto y luego no se le ocurrió otra cosa que acercarse a nosotros. Apenas me saludó con una caricia en la cabeza. Armando se levantó. No se saludaron. Se miraron rabiosamente. «Se largan de inmediato, este no es lugar para mi hermana», le dijo Gabriel a Armando con mucho coraje. «Da la casualidad que Marcela es mi esposa y la llevo a donde yo quiera», contestó mi marido. Los dos cerraron los puños. Yo me puse de pie y me meti entre ambos. Logré separarlos. Ahí tuve la certeza de que ese pleito entre ellos habría sido por faldas. Gabriel se fue al baño, volvió a su mesa y pidió la cuenta. Estaba con una mujer que no era su esposa, mi cuñada. Sería alguna más de sus conquistas. Era una chica de mi edad, extranjera, mulata, tal vez cubana, que llevaba una microfalda y mostraba unas piernas de campeonato. La musica empezó a escucharse en la pista y la mulata jaló a bailar a mi hermano que siempre ha sabido bailar muy bien. Como que la chica no entendía por qué él había pedido la cuenta. El caso es que casi lo obligó a bailar. Los dos comenzaron a bailar una salsa como dos bailarines profesionales. Ella lo hacía de manera extremadamente sensual. Todos los veíamos hipnotizados. Bailaron tres piezas más y nadie se atrevió a salir a bailar. Cuando regresaron a su mesa, frente a la nuestra, algo discutieron entre ellos. Se notaba que ella le decía que no tenían por qué irse. Mi hermano me veía y seguía incomodo, como no sabiendo qué hacer. Se movía mucho en su asiento sin encontrar acomodo. En eso noté que algunas parejas comenzaron a acariciarse poco más allá de lo permitido. La pareja madura que estaba a mi lado no paraban de tocarse por todos lados. Ella tenía la blusa todo abierta y sin brasiere y el marido le metía mano sin parar. Al lado de mi hermano y la cubana, una pareja joven no perdía el tiempo. Ella, de no más de 25 años, le sacó el miembro a su chico y lo masturbaba lentamente, como si disfrutara cada subida y bajada de la mano. El ambiente estaba muy hot y así salieron los srtippers. Creanme que yo no sabía que creer, que sentir, qué decir. Sólo miraba y me dejaba ir un poco. Los strippers hizieron sus evoluciones. Uno de ellos pasó a las mesas. La cubana le agarró por todas partes y luego le acarició el pene ahi mismo, al lado de mi hermano. Cuando llegaron a mi mesa, Armando me sorprendió, pues el mismo tomó mi mano y la llevó al pecho del bailarin. Yo le acaricie el pecho y luego las nalgas con mis dos manos. No me atrevía a tocar aquella herramienta tan grandota. Así transcurrían los minutos. Jamás me imaginé que yo podría estar en un lugar así. La pareja de maduros pasó a hacer más cosas. Ella se lo chupaba muy rico, como toda una experta. En una de esas sentí la mirada de mi hermano. Una mirada diferente, una mirada extraña, penetrante. Pagó la cuenta, pero no se paró para irse. Sólo se me quedó viendo mientras su amante le desabrochaba la camisa y aperecía su dorso marcado y bronceado. Ella los besaba pero él me miraba y yo hacía lo mismo. Armando, desde su ángulo no podía ver que yo no despegaba la vista de mi hermano. A ver si puedo explicar esa mirada de mi mi hermano. Al verme yo sentía que quien me veía era mi hermano, sí, sentía también que no me veía con deseo exactamente, pero que sí algo había, algo nuevo para los dos. No estaba coqueteando, desde luego, pero sus ojos me decían, atrevete, atrevete que quiero verte, que si nunca te busqué mirarte cuando viviamos en casa es porque llegaría este momento. Yo sentía que su mirada me decía algo así como perdoname hermanita pero estoy muy caliente y me gustaría que vieras como esta mujer me saca el pene del pantalón. No se lo estoy dando ella, me decían sus pupilas, te estoy mostrando a ti para que te calientes. En efecto, la cubana le sacó el instrumento. Mientras tanto mi marido empezó a besarme el cuello. Armando no llevaba prisa y, además, no podía ver que yo sólo estaba concentrada en la mirada de Gabriel. El pene de mi hermano era tan grande y grueso como el del stripper y la cubana lo disfrutaba a más no poder. Los jóvenes de al lado de ellos no habían perdido el tiempo, ella se había subido a su chico mirando hacia nosotros, dandole la espalda a él. Algunas parejas entraron al cuarto oscuro y unas cinco nos quedamos. A veces mi hermano era besado por su pareja, pero permanecía tieso mirandome. Yo ya no veía sus ojos ahora, sino su verga. La cubana se metió a la boca. Armando me comenzó a querer acariciar los pechos, pero en uno de esos movimientos, tiró un refresco de la mesa de al lado y le cayó a señor maduro. Armando se disculpó y luego, como no había ningún mesero, me dijo que bajaría para ir por klinex. Yo supe que era mi momento. Así que si Gabriel me estaba dejando ver su verga, yo le enseñaría mi sexo. Sin esperar un segundo y sin dudarlo, me arremangué la falda e inmediato, me quite la tanga, abri las piernas. Hasta mi lugar se oyó el genmido de mi cachondo hermano. Gabirel me veía el sexo mientras a él seguián chupándosela, me veía y yo sentía que me penetraba suavemente. Con los ojos se comía mi vagina depilada, mojada a más no poder. Yo estaba temblando. Nunca, nunca había experimentado, y quizá jamás me vuelva a ocurrir, lo que sucedió en ese momento, me vine sin tocarme, sin una caricia, sin una penetración que no fuera la de los ojos de mi hermano. A su vez, él se vino en la boca de la mulata. Al ver venir a mi esposo, me bajé la falda rapido. Después de que entregó los Klinex al señor y volvió discuparse, le dije que nos fueramos. Armando quería permanecer ahí, pero yo no acepté quedarme un segundo más. Minutos después caminamos hacia la salida. Volteee a mirar a mi hermano y vi que él estaba dedeando a la cubana. Su mirada hora fue de despedida. Yo iba contenta y excitada. En cuanto nos subimos a la camioneta, apenas a una cuadra, le bajé el c
    ierre a Armando, le saqué el pene y me prendí a él como una loca, con las mismas ganas que la cubana a mi hermano. Armando tuvo que pararse en una de esas calles. Yo lo chupaba encantado y él me acariciaba primero las nalgas y luego mi sexo. Yo gemía como loca. Nunca había estado tan excitada. Ni siquiera me importó que varios hombres estuvieran pegados a los vidrios de la camioneta mirandonos. Armando acabó en mi boca y yo en sus dedos. Fue muy rico. Nos fuimos del lugar y todavía en casa los volvimos a hacer dos veces, la primera en la sala y la segunda en la cama. Me dijo: «¿veo que te gustó la onda swinger?» «Sí», le respondí, pero para mis adentros pensé: «No todas las noches tiene una a un hermano que sabe hacer el amor con los ojos». Marcela

  21. Por fin después de 4 años de ser amantes se nos hizo ir a un club swinger, yo estaba mas que emocionada, de hecho cuando iba en el autobús hacia el DF para reunirme con mi amante ya fantaseaba con lo que haríamos. Iba exitada y hasta húmeda.
    Al llegar al hotel él ya me esperaba afuera, nos dimos un buen beso lengua y entramos rápidamente hasta al cuarto, ahí nos volvimos a besar con mucha pasión y deseo, como siempre ha habido entre nosotros, le baje rápidamente el pantalón y me hinque para darle una buena mamada como me encanta hacerlo. Luego de unos minutos Él me detuvo y me dijo, “espérate para de rato que no te la vas a acabar”, así que nos metimos a bañar y nos arreglamos. Para luego salir del hotel caminando y dirigirnos hacia al el club en el que mi amante ya había hecho reservaciones. Por cierto a el lo llamaré Phil. Yo soy Alik.
    Llegamos y una linda chica nos recibió y nos dió instrucciones de lo que ahí sucedia y como es que no estábamos obligados a nada.
    Entramos y nos ubicaron en una mesa, de hecho habíamos llegado temprano pues había solo tres parejas, dos sentadas y una bailando en la pista.
    Pedimos unos tequilas y comenzamos a beber mientras veíamos la pantallas que proyectaban videos musicales. Hasta ese momento el lugar era de lo mas normal. Así que decidimos pararnos a bailar. En la pista nos dimos un pequeño faje bailando y la otra pareja nos lo festejo con aplaudiendo y acercándose a nosotros a presentarse. Nos invitaron una copa en su mesa y nosotros aceptamos de inmediato. Ya las parejas comenzaban a llegar y el lugar se puso a la mitad de lleno.
    Para esto Yo me había puesto una falda pegadita y apretada que dibuja mi culo perfectamente y tiene una apertura en un lado que deja ver mi pierna hasta el muslo ya sea al caminar o al sentarme. También llevaba una blusa pegada al cuerpo de tirantes y sin bra, pues presumo de tener busto grande y firme, además cuando me caliento los pezones se asoman y dejan ver sus puntas a través de la tela.
    Luego de unos minutos de platica decidimos bailar nuevamente pero ahora la pista ya estaba mas llena, de parejas bailando y fajando. Así que los roces no se hacían esperar, de pronto sentía como me tocaban las nalgas y yo por mi parte también metía mano a uno que otro tipo de buenas nalgas. Ahí bailando nos acercamos a una pareja que nos llamo la atención y los invitamos a intercambiar parejas de baile. Él era un cuate muy apuesto, alto, robusto, blanco y con una hermosa sonrisa, y un carácter muy pícaro, Ella era aperlada, guapa, caderona, chaparrita y con un cuerpo llenito pero muy voluptuoso, la verdad es como le gustan a Phil.

    Bailamos como tres piezas, todas muy cachondamente acariciándonos sutilmente como respetando que aun no era el momento, aunque la verdad yo estaba lista desde antes de llegar. Luego nos invitaron a pasar a su mesa pues iba a comenzar el show erotico, Alex se sentó al lado mío y Phil al lado de Ana su esposa, él se pegó mucho a mí, pedimos de beber tequila y comenzó el show, yo veía embobada como una pareja de streppers se daban tremenda cogida en la pista, y luego comenzaron a pasar por las mesas para que las parejas los acariciaran. Phil se agasajaba con cara de lujuria viendo como en la mesa de al lado una mujer se daba vuelo mamandole la verga al strepper.

    En eso sentí como Alex me tomo la mano y me la dirigió hasta que le toque el bulto que formaba su verga erecta, sentí como un calambre que me recorrió la espalda y sin soltarme la mano se bajo el siper del pantalón y me encamino la mano hacia dentro de su bragueta, yo comencé a cooperar y descubrí que no usaba calzones así que sentí la piel de su verga y su rica dureza, eso me excitó más. Mientras las mesas se comenzaron a vaciar y varias parejas se dirigían al cuarto oscuro, yo me imaginaba lo que harían ahí y apreté bien ese duro instrumento y comencé a subir y a bajar mi mano.

    En ese momento la esposa de Alex jalo a Phil y lo beso metiéndole la lengua y casi encimándose en él. Esto lo aprovecho Alex que metió su mano entre mis piernas, al tiempo que me jaló y me dio un beso; al sentir su lengua entrando a mi boca y su mano subiendo por mis muslos, me volví loquita. Pronto sentí como su mano hizo a un lado mi tanga y encontraba mis labios vaginales, entonces me sentí excitada como nunca en mi vida, mojadísima, prisionera de los dedos del hombre que entraban y salían de mi panocha ya muy abierta.

    Ana mientras tanto ya se había subido a mi Phil, se había subido la falda y desabotonado la blusa para que él le acariciara las nalgas mientras le chupaba las tetas; hasta ahí perdí toda noción de lo que pasaba a mi alrededor, y no aguanté más, me agache y busque acomodarme para chupar la verga que tanto placer me estaba dando. No sé cuánto tiempo lo hice, me metí esa dura verga en mi boca y la goce como poseída, solo escuchaba al Alex Gemir de placer; yo no quería dejar de chupársela hasta que él me levantó y me hizo que me montara en él. Para eso, yo misma me levante la falda, y me arranque tanga y de inmediato, me subí encajándome en su verga llena de mi saliva; me comencé a mover encima de esa rica verga, dándome tremendos sentones, mientras Alex me ayudaba sosteniéndome de las nalgas.

    Recordando a Phil lo busque pero no lo vi por ningún lado, ni a él ni a Ana. Obviamente se habían ido por ahí a seguir cogiendo, la verdad es que no me importó, por el contrario sentí para eso estábamos ahí, para gozar y volví a lo mío. Sentía como el sudor empapaba todo mi cuerpo, estaba agarrada del cuello de Alex y cabalgaba sobre su verga como loca. Él me había desnudado del torso y se daba vuelo chupándome y mordiéndome los pezones. Ambos gozábamos al máximo la cogida.

    En pocos minutos, me vine y también Él, quedamos así como estábamos, pero sin movernos, yo montada en él y abrazada de su cuello. Respirando agitados y con un calor que nos sofocaba. Luego me dijo “¿quieres tomar algo”?, yo le dije que si y añadí, “mientras lo pides voy al baño”. Me levante y así, solo con la falda, sin tanga y desnuda de la cintura hacia arriba cruce el club, nunca hubiera imaginado que lo haría.
    Inevitablemente, al regreso pase por el cuarto obscuro, y me detuve en la puerta, se escuchaban gemidos de placer, gente diciéndose cosas cachondas, y hasta ese golpeteo de los guevos de los hombres que se escucha al golpearse contra el cuerpo de las mujeres. Solo se veían siluetas pero si se alcanzaba a ver la acción. En eso sentí a Alex tomarme por la cintura y decirme al oído. “¿No se ye antoja entrar?”, me subió las manos por el cuerpo y acaricio mi busto mientras me besaba el cuello y se pegaba a mi cuerpo haciéndome sentir que su verga estaba nuevamente dura. Yo deje que siguiera mientras me empujaba hacia adentro despacito. Me dirigió hacia un rincón donde había espacio y me dio la vuelta para besarme, debo admitir que mi mente estaba totalmente nublada y poseída por la lujuria, así que me arrodille y volví a meterme su verga en la boca, quería saborearla, disfrutar su dureza, chuparla, sentir su punta en hasta mi garganta, sentir la suavidad de sus guevos.
    Mientras mamaba con locura, de reojo veía como las personas tenían sexo de muchas formas, a nuestro lado había un trío de dos hombres con una chica, ella estaba acostada boca arriba y uno de ellos la estaba penetrando, mientras sostenía sus piernas abiertas con sus manos. El otro estaba hincado al lado de ella dándole su verga a mamar, él quedaba de frente a mi y se dio cuenta de que yo lo veía, y como no si tenia un miembro muy grueso y unos guevos grandes, eso me atrajo mucho la mirada y provoco que él me sonriera mientras disfrutaba como la chica se la mamaba. Estarlos viendo mientras disfrutaba de la verga de Alex se me hizo riquísimo y muy cachondo.
    De pronto Alex me retiro su verga y se arrodillo, me beso el cuello, me dio la vuelta mientras me besaba la espalda y me coloco de perrito, me beso las nalgas y abriéndome las piernas me chupo mi conchita que seguía dejando salir sus humedades de exitación. Yo levante mas mi culo y abriéndome deje que me diera ese placer con su lengua que recorría desde mi concha hasta mi ano. Yo gemía y movía mi cadera al ritmo que me marcaba Alex. Mientras seguía clavada viendo al trío a mi lado que ya también veía lo que nosotros hacíamos, todos compartíamos ese momento de lujuria extrema, y en eso Alex se levanto y sentí como la punta de su verga buscaba entrar en mi cuevita, yo me relaje y deje que me penetrara y comenzara a cogerme a empujones, me tomo de la cadera y se movía fuerte, entraba de golpe lo cual provocaba que yo gimiera en cada metida. Pero sin quitar la vista del trío, en eso el tipo de la verga gruesa avanzo hacia mi caminando sobre sus rodillas, dejando ver su verga gruesa y parada y sus grandes guevos meneándose. Se tomo la verga con la mano y mostrándomela me la ofreció, yo sin decir nada mire esa gruesa masa de carne cerca de mi cara y en un impulso loco la tome con una mano y la jale hacia mi boca, apreté mis labios aprisionándola y dejando que él se moviera, metiéndola y sacándola despacio y con ritmo.
    Sentía un calor delicioso que me hacia sudar pero sin incomodidad, gozaba de ambas vergas, la de Alfonso que me estaba penetrando y la del tipo que me la dio a mamar. Los tres comenzamos a subir el ritmo, Alex me cogía cada ves con mas fuerza, incluso dándome ricas nalgadas, y yo chupaba esa deliciosa verga gruesa casi mordiéndola y aprisionándola con mis labios para que no se me soltara, aunque si se me soltó en dos ocasiones por la fuerza de los movimientos de los tres. De pronto sentí un mareo delicioso, como cuando se te sube el vino pero no haz llegado a la borrachera molesta, y explote en un gran orgasmo, pero esta ves en una seria de gemidos incontrolables y salvajes movimientos, el cuerpo no me respondía, solo me retorcía gozando lo que estaba experimentando por primera ves en mi vida. Es algo que no puedo describir, me acosté boca arriba y tome con mis manos las dos vergas de los hombres que me habían dado tanto placer, El tipo de la verga gruesa ya estaba eyaculando así que pronto sentí en mi mano lo caliente de su semen escurriendo, mientras yo lo masturbaba, sacándole todo lo que tenia. Era una sensación muy cachonda estar jalando dos vergas. Alex tardo un poco mas pero finalmente también se derramo, solo que cuando sentí su verga hincharse y a punto de estallar me puse de rodillas y deje que su leche mojara mi cara y mis tetas, fue algo que de pronto se me ocurrió, Al ver que ya no salía semen volví a meterme su verga en mi boca para sacarle hasta la última gota, eso me encanta porque me siento como en una película porno. Es maravilloso.
    Luego de eso, salimos del cuarto obscuro, yo fui al baño y me lave, me arregle el pelo y la falda y al regresar a la mesa ya estaban ahí la esposa de Alex y Phil. Todos sonreíamos, me termine de vestir y tomamos un último trago brindando “por el pacer de habernos conocido”. Nadie pregunto ni contó nada de lo sucedido, cada quien gozo a su manera y como pudo. No había necesidad de decir mas. Solo un: “Gracias, Nos Vemos Luego”.
    Amantes Swingers Queretanos

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  22. Habíamos ido tres veces antes al club swinger pero a mí no me gustaba, lo había hecho sólo por complacer a Marco, mi esposo, que insistía en ir, a veces hasta me rogaba. Así fue como asistimos esas tres veces, en la que no pasó nada, más allá de ver lo que ocurría en la pista y en las mesas, ni siquiera quise entrar al cuarto oscuro pero el viernes pasado, mi marido volvió a la carga y durante la comida, estuvo duro y dale con que asistiéramos hasta que me sacó de mis casillas y furiosa, le dije «ya basta, Marco, ya me tienes harta con lo mismo, ¡eres un pervertido!”.

    Luego, adicioné “te lo digo una última vez, carajo, no me gusta ir al mentado club swinger, no quiero ir, no quiero ver lo que otros debían hacer en la intimidad, mucho menos que me vean a mí y muchísimo menos, dejar que otros tipos me toquen, ¿en dónde tienes la cabeza, pendejo?, ¿te gustaría que le metieran mano a tu esposa?”. Esto cambió a una reclamación “bueno habías de ser para ganar dinero, que muy poco traes a la casa, yo soy la que la mantengo pero eso sí, para ir a tus cochinadas, para eso sí estás muy listo y hasta tienes dinero, ya ni la chingas, Marco…».

    Mi marido puso una cara de perro apaleado y luego de todo eso, cualquiera otro habría desistido pero un par de horas después, volvió a la carga con una expresión de limosnero que me caga. Total, que con tal de que quitara esa cara, acepté y me arreglé muy guapa; a las once de la noche, ya estábamos camino al lugar. Había muy pocas parejas todavía y nos sentamos junto a una compuesta por una señora muy blanca, no muy bonita pero con un cuerpazo; por su parte, él sí era bien guapo, era su marido, un señor alto, fuerte, bien plantado y elegante, tenía ya más de 50 años pero estaba buenísimo.

    De inmediato, la charla empezó y supimos que el hombre se llamaba Alonso y su charla era tan interesante que no me daba cuenta que el tiempo avanzaba, ni que el lugar se iba llenando, me tenía embobada. El colmo fue cuando me sacó a bailar, no saben cómo bailaba de bien, cómo me llevaba con su mano firme, cómo me pegaba su muslo a mi pelvis, cómo me hacía como trompo mientras mi marido y su mujer nos veían sentados, observando la personalidad de mi marido tan chiquita, comparada con la de Alonso.

    No bailamos una, sino diez o más piezas hasta que nos interrumpió el anuncio del show, entonces volvimos a nuestros lugares pero ahora, Alonso se pegó mucho a mí, luego pasó su mano de tal manera que casi me tenía abrazada y con sus dedos, me acariciaba el cuello. Al lado estaba mi marido, con cara de bobo y la esposa de Alonso sólo me miraba con malicia, con decirles que casi ni miré el show, así estaba de abstraída con las cosas que ahora me decía Alonso al oído. Me hablaba usando leperadas pero su voz era tan tersa y modulada que ni lo parecían, diciéndome «te voy a mojar hasta que seas un río de calentura, hasta que te vuelvas loca de ganas de coger» y también «te va a gustar tanto mi verga que me vas a pedir que no te la saque nunca».

    Así seguía Alonso hablándome y yo, mojándome de sólo oírlo hasta que el show terminó, ya con este hombre pegadito a mí y me dijo «me voy a bajar el cierre y me voy a sacar la verga, para que me hagas una chaqueta bien rica, ¿quieres, mamita?»; cada vez eran peores las cosas que me decía y cada vez yo me excitaba más. En efecto, él se sacó el pene mientras casi todas las parejas se dirigían al cuarto oscuro, enseguida tomó mi mano y ya imaginan a dónde la llevó y ya sabrán también que no sólo no me negué, sino que le apreté bien el instrumento y comencé a subir y a bajar mi mano.

    En eso, Marco se percató de lo ocurría, a pesar de la penumbra y se molestó, diciéndome en voz alta «¿estás loca, Sofía?, ¿cómo puedes estar haciendo esto?, nos vamos a la chingada en este instante». En ese momento, Alonso metió su mano entre mis piernas, al tiempo que me jaló y me dio un beso; al sentir su lengua entrando a mi boca y su mano subiendo por mis muslos, no supe qué hacer, al parecer Marco también se descontroló porque se quedó callado. Pronto sentí como la mano de Alonso hacía mi tanga a un lado y encontraba mi botoncito, entonces supe que estaba excitada como nunca, mojadísima, prisionera de los besos y de los dedos del hombre que entraban y salían de mi cuevita ensopada.

    En eso, sentí un jalón, Marco me jaló una vez más, yo no aguanté más y le dije «suéltame, pendejo, primero me traes aquí para ver cómo me cogen y a la mera hora te arrepientes, ahora te chingas porque estoy más caliente que nunca». Volví a acomodarme pegadita a Alonso y tomé de inmediato su pene, así pasó un rato, ¡que delicia era acariciar y ser acariciada por ese hombre!. Además, una gran calentura me provocaba oírlo hablándome quedito al oído, diciéndome «así mamita, mándalo a la chingada, nosotros vamos a coger esta noche entera y todas las que tú quieras, a mi mujer no le importa, le gusta verme y se masturba».

    En efecto, la señora ya se había subido la falda y se tocaba su vagina velluda, que contrastaba rico con su piel blanca; por mi parte, yo no aguanté más y me acomodé para chuparle aquel sexo que tanto placer me estaba dando. No sé cuánto tiempo lo hice, no sé cuántas cosas me dijo Alonso, solo escuchaba «¡qué rico me la mamas, chiquita!»; lo que sí sé es que pasó mucho tiempo, muchísimo y yo no quería dejar de chupársela hasta que él me levantó y me hizo que me le montara.

    Para eso, yo misma me arremangué la falda, me quité la tanga y de inmediato, me subí para que me lo metiera; al principio todo fue muy lento, como saboreándolo, con mucho ritmo, al tiempo que mi esposo me miraba con cara de pocos amigos pero a mí, me valía. Yo estaba en el éxtasis y no iba a permitir que Marco me lo cortara, sus movimientos empezaron a volverse más salvajes y me volvió loca esa verga dentro de mí, comenzando a moverme en círculos, para adelante y para atrás, para arriba y para abajo hasta venirme por primera vez.

    Obviamente, Marco estaba furioso pero no se atrevía a hacer algo, sólo miraba, así que volví a la carga y ahora empecé a decir leperadas que nunca siquiera había imaginado, como «mira, humm, mira cómo me cogen de rico, mira a tu mujercita gozar como un putita, Marco, mira, ayyyy, así, mira qué rico me tiene ensartada, ¿así querías verme, Marquito?, ¿te gusta verme coger con otro, con una vergaaaa deliciosa, grandota y no como la tuya?, ayyyy, así, así, así, cógete a la esposa de este pendejo que solo mira, assssíí, papito, dame mássssss».

    En pocos minutos, me vine por segunda vez y también lo hizo Alonso, le siguió su esposa que no había parado de dedearse. Antes de despedirnos, quedamos de volver el próximo viernes, es decir hoy, ahora soy yo la que todos los días de la semana le he rogado a Marco que volvamos al club pero está tan enojado que no acepta, aunque he tomado una decisión, si no quiere ir, a las diez de la noche me voy al club, aunque sea sola.

    Sofía

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  23. […] lejano de la realidad que puede existir.  El ejemplo de lo que puede suceder es lo que Carlos (Seccion Relatos Eroticos ) nos ha compartido, me permito explicar […]

  24. En España
    Cruzamos la cortina y lo primero que encontramos fue un pasillo con sofás a ambos lados y mesas bajas. La tenue iluminación neutra me recordó al Korova Milky Bar de «La naranja mecánica». En uno de los sofás había un maremágnum de cuerpos desnudos en plena faena. Yo pensaba mirar disimuladamente, pero no hizo falta porque la francesa se paró delante del montón de miembros y empezó a explicarnos tranquilamente que aquél no era el lugar más idóneo para lo que estaban haciendo, pero que, bueno, que mientras se respetasen las reglas allí valía todo, y que la gente era muy libre de hacerlo donde le pillara el calentón. Los mentados ni se inmutaron y seguían dale que te pego a lo suyo. Logré distinguir un chico estirado en el sofá y sepultado por dos chicas normalitas y una rubia despampanante. (Quiero dejar claro que cuando digo despampanante no es por darle más morbo a la historia, es porque de verdad allí había unas mujeres tremebundas. Y el primer sorprendido fui yo, que por lo que había visto en las revistas me había hecho una idea muy distinta. En las revistas de contactos la mayoría de fotos muestran cuerpos del montón, con sus tripitas y sus celulitis, (hablo solo de cuerpos porque las caras salen siempre distorsionadas para garantizar el anonimato), pero también salen bastantes cuerpos bonitos y algún que otro cuerpo espectacular. Pero es que en aquel club el nivel era altísimo, tanto el de ellas como el de ellos, y había algunos ejemplares de auténtico infarto. Otra cosa que me sorprendió mucho y gratamente era la enorme cantidad de parejas jóvenes y muy jóvenes. La edad media allí no pasaría de los treinta años. Otro detalle evidente era el alto nivel sociocultural de la concurrencia. Supongo que hasta para esto hay clases, y desde luego aquel club era para swingers VIP). Seguimos nuestro recorrido y llegamos a una pequeña sala muy oscura con unos extraños armatostes. Nos explicó que aquella era la sala de juegos. Nos mostró «El columpio del amor», que era un cacharro con arneses que colgaban del techo, con el que nos aseguró se podían hacer auténticas virguerías acrobáticas. Otro de los juguetee era «La silla del amor» (parece que no se estrujaron demasiado las meninges para poner los nombrecitos), un inquietante instrumento como el sillón de un ginecólogo, con reposapiés y toda una estructura de barras y asideros, sólo apto para malabaristas. Pasamos entonces a una sala totalmente oscura en la que sonaba música lenta, que nos explicó que era para las parejas más tímidas a las que les costaba mucho romper el hielo. Allí bailaban agarradas en el anonimato que proporciona la penumbra y cruzaban caricias con otras parejas, para pasar luego a palabras mayores. Por los gemidos que llegaban del fondo, estaba claro que a algún tímido ya le había funcionado el invento. A continuación nos mostró la sauna, y después el jacuzzi, en el que una chica muy joven y guapa estaba cabalgando a un tío mientras gemía escandalosamente con los ojos cerrados y una sonrisa de oreja a oreja. Yo a estas alturas ya estaba como un burro, y como allí a nadie parecía importarle que les miraran en plena faena (lo cual tiene su lógica porque si vas a un sitio como aquél a follar en público, y luego te molesta que te miren mientras lo haces, es que eres gilipollas), pues yo no perdía detalle de todo lo que ocurría a mi alrededor. Además la francesa era la primera que se paraba descaradamente delante de la gente en acción para explicarnos tal o cual cosa, como si fuera la guía del zoo; y la gente, sin parar lo que estuvieran haciendo en ese momento, nos sonreía y saludaban con total naturalidad.

    Mientras la rubia del jacuzzi parecía enlazar un orgasmo con otro, o al menos era uno muy largo, o puro teatro, porque los ladridos que soltaba eran acojonantes, la francesa también nos aconsejó esta opción como la forma más rápida de entrar en acción. Así que le susurré a V que en cuanto nos despelotáramos íbamos de cabeza a la puñetera «bañera del amor». Y llegamos a la atracción estrella del «Bilitis», que me tenía intrigado desde que lo leí en su anuncio en una revista: «La cama más grande de Europa para sexo en grupo». Me quedé un poco decepcionado porque resultó ser un simple tatami como los del kárate, a ras de suelo, sobre el cual en ese momento habría unas diez o doce parejas en plena bacanal espectacular. Estaba bastante oscuro, pero en cuanto acostumbré la vista me impresionó ver una orgía de verdad en vivo y en directo, después de tantos años cascándomela con «Calígula». Allí había de todo y para todos, pero en primer plano me excitó mucho ver a una chica (clavada a la tenista Steffi Graff) recibiendo un precioso sandwich por parte de dos maromos. «Steffi» me sonrió y siguió a lo suyo. No sé si logro transmitir bien la extraña sensación que es estar plantado a un metro escaso, de pie y vestido, mirando con todo el descaro del mundo una orgía en su pleno apogeo. La cosa se iba poniendo muy, pero que muy bien.

    La francesa (de la que por cierto aún no os había dado referencia visual, pero creo que la que os voy a dar ahora a muchos os va a sonar a chino: ¿recordáis la serie «Cagney & Lacy» sobre dos mujeres detectives? Pues se parecía a la morena del pelo corto, que no sé si era Cagney o Lacy, o la madre que las parió) nos enseñó entonces la sala que con diferencia más me descolocó de todas (que a estas alturas de la historia, ya es mucho decir): la sala de los voyeurs. Un cuartucho oscuro contiguo al «tatami del amor», dotado de un pequeño cristal en la pared, con forma de boca sonriente. Un cristal tintado, como esos de las ruedas de reconocimiento de la policía, con el que tú puedes ver desde dentro pero no te pueden ver a tí. (Pero vamos a ver, tarado. Si vienes a un club como este, en el que la gente folla y requetefolla con todo el mundo, y nos les importa un bledo que los mires in situ, como acabo de hacer yo hace un minuto, ¿qué coño se ha torcido en tu cerebro enfermo para que tengas que encerrarte en una letrina tenebrosa a pajearte mientras miras a través del espejo cómo otros disfrutan «the real thing» en carne y hueso? Es que lo mire por donde lo mire no le encuentro explicación. Nunca dejarán de sorprenderme los inextricables recovecos de la mente humana).

    La francesa seguía guiándonos a través del laberíntico chalet, y nos mostró el hamann (baño turco), amén de un montón de extrañas estancias más, unas con tumbonas, otras con cojines en el suelo y velos colgando del techo, y también nos mostró los reservados. Son unas habitaciones privadas en las que si prefieres un poco de intimidad, pides la llave y te encierras allí con quién quieras: tu pareja, o con otra pareja, o para hacer un trío a solas, etc… (La verdad es que es una buena alternativa al clásico hotel para las parejas que quieran romper un poco la monotonía: pagáis 10.000 pts, os tomáis cuatro pelotazos, os ponéis como motos con el espectáculo, y luego os encerráis en un reservado de éstos a rematar la faena. Pero antes aseguraros de que no hay ningún espejo con forma de labios en la pared, por si lo que queríais era intimidad). El final del trayecto fue una zona no mucho menos tétrica que la de los voyeurs: la zona reservada para hombres solos. La cosa funciona así (y esto responde la pregunta de J-vol): así como las mujeres solas, por razones obvias, son muy bien recibidas en este tipo de clubs, los hombres solos tienen restringido su acceso a las zonas destinadas a parejas, es decir, al 95% del local. (Y aquí no valen tonterías de que si discriminación positiva ni hostias; es evidente que si pudieran entrar hombres solos, aquello en dos días se llenaría de puteros, salidos y fisgones y se acabaría la gracia del asunto). Los hombres, previo pago de una entrada (que no sé si será el mismo importe que las parejas) son llevados a esta sala, donde esperan en una barra tomando copas a ver si esa noche les sonríe la suerte y alguna pareja necesita un hombre (o dos o los que sean) para un trío (o un quinteto, o cualquier otra combinación). Entonces la pareja va a la zona de los hombres, selecciona el que más se ajusta a sus necesidades y se lo comunica al camarero de la barra. Éste avisa por el interfono a la francesa, que va hasta allí y le permite al afortunado el acceso al paraíso. Y a ése ya le ha tocado la lotería, porque una vez dentro, y una vez que haya cumplido con sus obligaciones como macho con la pareja que lo eligió, y si tiene aguante y aún le quedan ganas, puede permanecer allí indefinidamente poniéndose las botas. Cuando entramos nosotros acompañados de la madame había cuatro hombres en la barra y los cuatro se volvieron con mirada suplicante pensando que habíamos ido a buscar un hombre (como el que va al videoclub a alquilar una película). La verdad es que aquello era un poco triste, cuatro tipos allí solos, sentados en sus butacas sin hablar entre ellos (supongo que por aquello de la rivalidad), trasegando cubata tras cubata y rezando por estar entre los elegidos para la gloria de esa noche. Sólo espero que el proceso de selección sea mínimamente digno y, por ejemplo, nadie exija inspeccionarles los dientes, como cuando se compra un caballo de carreras o a Espartaco en una subasta de esclavos («Te están hablando. ¡Responde, cerdo!»). Por supuesto el hombre puede rechazar la invitación si la pareja que ha pedido su compañía no es de su agrado, pero dudo mucho que después de toda una noche esperando su oportunidad se muestren muy exigentes en ese aspecto. Además pueden hacer de tripas corazón, pasar el trago y una vez libres como Kunta Kinte, resarcirse hinchándose a follar en el jacuzzi o el tatami (es curioso que estos dos inventos japoneses hayan acabado como escenario para los placeres de los libertinos de todo occidente). Me pregunto qué debe sentir ese señor que acude allí noche tras noche esperanzado y ve como se llevan para dentro al de la butaca de la derecha («Pues no sé que le habrán visto a éste que no tenga yo»), al de la izquierda («¿A ese? ¡Pero hombre, por favor! Si está más calvo que yo»), y al otro y al de más allá, y a él nunca le llega su hora; y después de 16 gintonics se va, mirándose la punta de los zapatos, a cascársela a su casa. Debe ser duro.

    Por último nos mostró un pequeño cuarto con unas mesas bien surtidas de botellas de agua, vasos de plástico, cafeteras, termos con chocolate caliente y dulces variados, chocolatinas y mazapanes; según nos explicó para reponer fuerzas y seguir la marcha.

    Por fin nos llevó a unas taquillas donde nos teníamos que desvestir y guardar nuestras ropas (los relojes, carteras, joyas, teléfonos móviles y cualquier objeto susceptible de ser robado, los tuvimos que meter en un sobre grande que nos proporcionó ella, y que depositó en una caja fuerte que había dentro de la barra del hall, escoltada por los dos mastuerzos). Nos dio un puñado de preservativos y nos deseó suerte. Y añadió que si nos apetecía entablar relación con cualquier pareja pero nos daba corte lanzarnos, que la avisáramos que ella nos presentaría y ayudaría a romper el hielo. Le dimos las gracias por todo y empezamos a desnudarnos. Como tiene buen cuerpo, V no tenía ningún reparo en mostrarse desnuda, pero mi caso era diferente. No es que lo de Micropene tenga una base real, pero tampoco soy Nacho Vidal, y aunque nunca antes había tenido complejo, después de ver algunos tipos pavonearse por allí dentro con auténticos trabucos colgando de apolíneos cuerpos esculpidos en gimnasio, la verdad era que estaba en franca desventaja. Encima para mi desgracia descubrí que las toallas eran muy pequeñas y apenas abarcaban mi cintura de avispa, por lo que quedaba descartado el modelito Tarzán y tendría que mostrarme como Dios me trajo al mundo, es decir, desnudo y con la polla pequeña. Pero no sin antes darme unos toquecitos para que aquello recobrara algo de la vida que había demostrado tener hacía un rato, cuando me deleitaba con los numeritos del tatami.

    Nos descojonamos de ver el fregado en el que no habíamos metido a lo tonto a lo tonto, y decidimos empezar por el jacuzzi, en parte por los consejos recibidos y en parte porque era el único sitio en el que yo podía estar cubierto de cintura para abajo, por lo menos hasta que la cosa cogiera algo de consistencia. Así que nos metimos en el jacuzzi, y estábamos jugueteando entre nosotros, cuando entra una chica sola (que le echaba un aire a la presentadora de los telediarios de TVE, Cristina (o María, no estoy seguro del nombre) Blanco) que se coloca justo al lado de V. Yo me separo para no interferir en la acción, ya que las intenciones de la chica parecían claras, y me sitúo enfrente de ellas para disfrutar del espectáculo. Apenas cruzan unas palabras y empiezan a juguetear (y hasta aquí puedo leer. Tarjetita para el público). Yo estaba encantado de empezar a ver cumplida la fantasía de casi todo hombre, pero claro, no podía ser todo tan bonito. Enseguida entra otra pareja al jacuzzi. (Él era igual que el narco gallego Laureano Oubiña, y ella una rubia neumática pero con pinta de putón verbenero, una especie de Loli Álvarez, pero no tan basta). Él va y se coloca al lado libre de V y la rubia a mi lado, y ya nos cortaron el rollo. Justo después entra otra pareja muy joven al jacuzzi, que tendría una capacidad para cuatro parejas, quizás cinco, un poco apretadas. El chico (que se parecía al futbolista Pep Guardiola, con la misma barba de tres días y todo) se coloca al otro lado de la chica sola, y su pareja (rollo la cantante Enya) se coloca a mi lado. Por lo que yo quedo en lo que debería ser una situación privilegiada: en frente mi pareja haciendo diabluras con una chica bastante mona, y a cada lado una morena y una rubia en pelotas, como una especie de Don Hilarión swinger en una zarzuela pornográfica. Pero, y no me preguntéis el porqué, porque yo aún tampoco me lo explico, no me encontraba nada cómodo. Prefería la situación de hacía apenas unos segundos, y además, entre el alcohol ingerido a lo largo de la noche, los vapores del jacuzzi y la calefacción del local que estaba a todo trapo, porque era Diciembre y allí va todo el mundo en pelotas, y a mí la calefacción me embota la cabeza, yo lo vivía todo como algo irreal, como en un intangible sueño extraño y desquiciado. De repente, en una extraña maniobra la chica sola queda flotando en medio del jacuzzi sostenida por algunos brazos, totalmente ofrecida a los allí presentes, que no tardamos en empezar a magrearla todos, como zombies (cerebro, cerebrooo..). Por suerte, lo que a mí me cayó más a mano fue su entrepierna, por lo que no desperdicié la ocasión de toquetear. Pero la situación me resultaba tan cómica que más que unas caricias sensuales, parecía que le estuviera dando una capa de minio a la zona.. Encima V me hacia caras raras dándome a entender que «Laureano» le estaba metiendo mano por debajo el agua, y me da a mí que el tarugo éste la consigna del apretón en el antebrazo se la pasaba por lo huevos (nunca mejor dicho). Así que por una de esas disparatadas reacciones mías ante las situaciones grotescas, no se me ocurre mejor idea que dejarme caer desde el asiento del jacuzzi sobre el que estábamos todos sentados y que nos dejaba el nivel del agua por el pecho, descendiendo hasta el fondo de la bañera, por lo que me quedé sentado y con el agua a la altura de los ojos, como los hipopótamos en las charcas, echando burbujas por la nariz. Desde esa absurda postura observaba la situación, al abrigo del cálido líquido protector. Pero con tan mala pata que al descender, y dado que al estar la del telediario desparramada en medio de la bañera estábamos todos un poco apretados, se me quedó el paquete atrapado entre mis gordos muslos, y me quedé como el asesino Búfalo Bill de la película «El silencio de los corderos», cuando está haciendo poses delante del espejo con el paquete metido entre las piernas. Y la rubia no elige momento mejor para empezar a acariciarme y a bajar la mano hacia mi abducida entrepierna. Pero como no había espacio libre alguno, y estábamos hacinados como sardinas en la lata, yo estaba atrapado y no podía separar las piernas para reflotar mis genitales, por lo que cuando la mano de la rubia llegó a mi pubis y no encontró lo que buscaba dio un respingo de repulsión porque debió pensar que era un eunuco o un pervertido de esos que se autocastran. Esto ya terminó de cortarme el rollo, ya había tenido bastante jacuzzi y había más cosas que probar; y como no podía descender aún otro escalón más hacia el infierno, ni escaparme por el sumidero, no tenía más remedio que salir de allí montando algún numerito de los míos. En parte me vino bien el decidir levantarme, para así demostrarle a la rubia que sí que tenía polla; no toda la que yo quisiera, pero tenía. Mi salida no pudo ser más tosca: me levanté de golpe y el agua, cuyo nivel descendió instantáneamente por lo menos un palmo, empezó a hacer unas violentas olas, y todas las mujeres estiraban el cuello como gansos para que no se les mojara el peinado. Como estábamos tan apretados, tuve que pasarles los huevos por la cara a casi todos los presentes. Intenté alcanzar mi toalla pero se me cayó dentro y se empapó toda. Cuando me veo en una des esas situaciones me pregunto a mí mismo si no seré la reencarnación de Abbot y Costello en un sol cuerpo, porque ni Peter Sellers en «El guateque» podría haber hecho una salida más torpe y ridícula de un jacuzzi. V también debía estar harta del pulpo a la gallega porque salió detrás de mí, riéndose de mi exhibición de habilidad acuática. » Estás tonto. ¿Qué hacías ahí agachado? A veces pareces retrasado, hijo mío». «Vamos un momento a la sauna. Necesitamos replantear nuestra estrategia».

    En la sauna había dos chicas y un chico (de las chicas no puedo dar muchas referencias visuales porque por el vapor apenas las intuía, pero sí sé que tenían bonitos cuerpos, y el chico, que lo tenía más cerca, era un guaperas muy jovencito, del estilo del cantante Raúl). Empezó a hablarnos y nos contó que eran dos parejas de amigos que habían venido desde Santander (el que faltaba debía estar por ahí poniéndose las botas). Eran swingers convencidos y militantes, y habían aprovechado el puente para venir a Alicante a probar nuevos clubs. Me preguntó si era tatuador, y a pesar de que le dije que no, empezó a enseñarme sus tatuajes y a pedirme mi opinión. «Sí, sí, muy bonitos. Hala, vámonos de aquí».

  25. Apple:
    Nosotros no somos todavía swingers, somos apenas novios pero leemos mucho esta pagina juntos y nos calentamos bastante con las historias. Hasta las imprimos y nos metemos a la cama del hotel para leerlas. En mes viajaremos a México para ir a un club. Hemos decidido la Casa Swinger (alguna sugerencia?). Vivimos en Ciudad Victoria, Tamps. Los dos somos profesionistas pero tambien musicos de rock. ¿Conoce alguien un club swinger con esa música? Ya les contaremos como nos sale ese reven en el antro chilango de intercambio.
    Pero, por fa, personal de Apple, al menos ordenen la pagina. Ya no encontramos el artículo de una chava que daba un buen panorama de la onda swinger.
    Hay demasiadas cosas y mal colocadas. Como soy actuario, tengo mente ordenada. La cosa podria ser así:
    Seis entradas en un sólo apartado:
    1.-Información sobre mundo swinger.
    2.- Experiencias ocurridas en clubes swinger (ordenadas también por tema o por algo así).
    3.- Opiniones sobre los clubes swingers.
    4.- Consultas a las psicologa.
    5.- Todo sobre apple.
    6.- Mensajes más recientes.

    Estos seis puntos se pueden poner en un solo apartado claramente diferenciado de los más.
    Para incluir lo demás asuntos que les interese a ustedes de apple podrían abrir otros dos o tres apartados.

    Ojala sea útil mi sugerencia.

    Besitos a todas para parejitas cachondonas.

    Alvaro

  26. Esa noche sí iba dispuesta a todo. Mi marido y yo lo habíamos hablado varias veces, pero ahora sí me había decidido. Manolo estaba muy excitado desde que salimos de casa camino a la Casa Swinger. Era sabado en la noche y llovía fuerte. Al bajarnos del cohe, Manolo me aconsejó que no me presionara. Pero yo estaba decidida a tener relaciones con una mujer y así esporar mi lado bi esa noche. Durante meses había fantaseado con hacerlo con Tere, una chica que en varias ocasiones me lo había propuesto, una morena que tiene una muy linda cara y es alta y con el cuerpo muy robusto. Tere me había querido meter mano en dos ocasiones, pero yo me había negado y ella se comportó muy correctamente. Con su marido, Gil, si lo había hecho y, desde luego, Manolo con ella, pero hasta esa noche ella y yo no habíamos hecho nada. Cada sabado primero de mes nos encontramos en la Casa Swinger.
    Llegamos a la media noche y nos sentamos de inmediato junto a Gil y Tere. No es que ella fuera nada guapa, sino que era super cachonda con su faldita negra y con sus piernas fuertes de muslos muy gordos y duros. Yo creo que ella algo notó en mi mirada porque se quedó en silencio en lugar de platicar hasta por los codos como suele hacerlo.
    Pasaron los juegos y el show que estuvo esa noche muy atrevido con varias parejas comiendose a los strippers. Fuimos los primeros en subir. Los cuatro nos metimos al cuarto oscuro de la derecha. Mi espos me empeso a fajar y Gil hizo lo propio con Tere. Estabamos los cuatro de pie. Besos y caricias. Rico. Pero yo sentía a Tere tan cerca de mi, respirando hondo. Mientras mi marido me chupaba los senos, mi mano busco la de Tere y la encontró. Unos minutos pasamos con los dedos entrelazados. Luego yo me moví y me puso frente a ella. Nos acodomas de tal manera que Gil quedó atrás de su mujer, el mio atras de mi (ya con el pene de fuera) y nosotras frente a frente. Ella me tomo de la nuca suavemente y mi rostro al suyo. El beso fue suave y delicioso. Un beso, otro, beso, muchos cada vez mas calientes. Luego sus manos en mis senos. Njuestros maridos se ocupaban de desvestirnos por completo. Nosotras nos besabamos y nos tocabamos los pechos. Ya no pude más y bajé mi mano. Que extraña sensación acariciar por primera vez los muslos de una mujer. Bien duro, bien suaves, bien gordos, bien cachondos y luego, lo obligado, tocar por primera vez un sexo femenino, una vagina mojada. Por primera vez senti entre mis dedos otros liquidos sexuales femeninos que no fueran los mios. Al meter los dedos y empezarlos a mover dentro del sexo de Tere, casi me vengo. Nos acostamos los cuatro. Tere se acomodó de tal manera que comenzamos a hacer un 69. Los hombres cuidaban que nadie se nos acercara. Así, como si lo hubiera hecho siempre, comenzé a besar, a lamer, a chupar el sexo depilado de mi amiga, el clitoris más grande que he visto, mientras ella hacia lo propio y logró hacerme venir en unos cuantos minutos. Tambien ella tuvo su orgasmo en mi boca. Nos separamos, cada quien le hizo sexo oral a su hombre y así los cuatro acabamos. Nunca me había sabido tan rico el semen de Manolo.
    Muchas parejas nos estaban viendo y el lugar se volvio muy incomodo para seguir ahí. Nos vestimos y nos bajamos. Tomamos una ultima y nos despedimos.
    Yo digo que ha sido la mejor noche sexual de mi vida.

    Ceci

  27. Hola:
    Que decir de los nervios que teniamos antes de entrar al club.
    Entramos, no entramos, ya en la puerta del club en nuestro coche y con el valet esperandonos, decidimos entrar a ver como esta con la premisa de nuestra seguridad.
    Nos reciben amablemente, pagamos nuestro cover nos explican y pasamos, se ve un lugar normal muy semejante a un discoteque de hace unos 10 años, llega una persona nos explica el uso de unas varitas de colores se nos hace muy prudente.
    Pedimos algo de tomar pues los nervios estan a todo lo que da, platicamos de como nos sentimos y parece que todo va bien.
    Empiezan a llegar parejas, en un común denominador muy sexies, nada que envidiar de mi esposa que lleva un vestidito de lo más sexy, parece todo muy normal, nos empesamos a divertir y a relajarmos un poco más.
    La gente empieza a bailar y vemos que todo es más normal de lo que esperabamos, nos relajamos salimos a bailar vemos parejas de diferentes edades, muy sexies casi todas, regresamos a la mesa y platicamos con nuestros vecinos, todos en un mismo ambiente de buena diversión, una es una pareja joven 30 tas y la otra primeros 40tas, nosotros 30 tas, mi esposa platica con la pareja más joven y empieza a romperse el hielo, mientras yo intercambio palabras sin sentido con la otra pareja, decidimos volver a bailar para comentar lo sucedido, vemos que es muy normal lo que ha sucedido, regresmos a la mesa y seguimos platicando solo con una pareja pues la otra no para de bailar, ella trae una mini y una blusa con un blusa muy sexie, comenzamos un plática muy interesante acerca del ambiente swinger, ellos cachondean entre ellos al igual que nosotros,en eso empieza el showpara calentar más los motores, termina y seguimos platicando y tomandonos una copa con la pareja que conocimos, pláticamos de nuestros viajes a Desire, de como es difícil contactar gente sería y que entienda de esto, empezamos a cachondear un poco más y decidimos bajar al piiso donde se tiene mas privacidad, nos sentamos y seguimos platicando no sin empezar a tener temas muy calientes etc…..
    Comenzamos a jugar cierto jueguito para romper el hielo en definitiva.
    Empiezan los castigos, en un principio besitos caricias experiencias etc….. todo se estaba poniendo a tono, hasta que el juego empezo a transformarse, empezamos a acariciarnos entre castigo y castigo, Yo a Lety (mi esposa),Tomás a Adriana, un poco despuúes ellas nos acariciaban muy rico, ahi empezamos a intercambiar caricias yun poco más………. de ahí decidimos entrar al cuarto obscuro a jugar un poco más, entramos al cuarto de sado y solo jugamos pues cayeron las pendas de ellas que solo se quedarón en tanga, ahi empezamos a cachondear muy rico, Adriana me masturbaba, mi esposa a Tomás etc , de ahi pasamos al cuarto donde hay más privacidad, ahi ni modo jajajaja nos desnudaron ellas, y quedamos en igualdad de circunstancias, el ambiente era inmejorable muchas parejas teniendo sexo la mayoría intercambiando, decidimos irnos al colchón más íntimo, al final que estaba vacío y en espera de nosotros, llegamos y ya no podia más al igual que Tomás así que decidimos tener 5 minutos el control yo 5 él jajajaja querían jugar esa era la revancha,ellas se incarón y nos hicieron una mamada de campeonato, despues subimos al colchón y se la metimos durísimo no podiamos más, nosotros paraditos ellas de misionero subiendo las piernas al hombro, y ahi empezo lo más ricopues ellas empezaron a fajarse de una manera deliciosa tomas le sobaba el clitoris a mi esposa, yo a adriana etc, decidimos dejarlas un poco a ellas ya que de l faje pasaron a todo, y empezamoa a hacer de todo Tomas se siguio cojiendo a Adriana, mientras Adrian le hacia oral a Lety y ella a mi oral, acto seguido ellas me hiciero una mamada de campeonato, es obvio decirles que las caricias ellas y yo eran espectaculares al igual que para Tomás, de ahi empezamos a cohjer cada quien con la suya de diferentes posiciones hasta que no pude más me sali y me vine en las tetas de las dos como delicioso Tomás hizo lo mismo en la espalda de las dos, nos quedamos ahi un rato nos cachondeamos rico, de ahí nos fuimos a vestirnos, salimos a tomar una copa y decidimos ir a un Hotel para seguir la fiesta……pero esoes otra historia,

    Gracias Coliseum…..

  28. […] Mujer, Me gusta el sexo swinger ¿Soy depravada? Octubre 19, 2009 — Ancira Dueñas Olivia R. Nos ha comentado […]

  29. Todas las historias me encantaron me puse muy caliente y me vine varias veces, estoy muy envidiosa por que me encantaria tener una historia que contar pero todavia no ha pasado, pero cuando eso sudeda le voy a contar todo con lujo de detalles,. un besito y si hay una mujer de cali – colombia que quiera estar con mi esposo y yo que me escriba yo tengo 20 años y mi esposo 22…. les mando muchos besos♥

  30. Buenos Días:
    Para la psicologa y para apple:
    Lo que han dicho en comentarios aquí escritos a mi también me ocurren. Me excita sentirme obligada, me gusta que me vean, me gusta ver a otras parejas, me gusta que me hablen con groserías eroticas. Me gusta ir al club y vivir todas esas experiencias.
    Nosotros, mi marido y yo, vamos al Coliseum donde ya tenemos varias parejas amigas con las que hacemos muy ricas cositas. Al comenzar a ir hace tres años se nos dificultó mucho empezar a atrevernos, pero una vez rotas las amarras, ahora hacemos todo lo que nos excite y nos satisfaga sexualmente.
    Pero me gustaría que me dijera la psicologa qué es lo traemos en la cabeza las mujeres swingers para vivir la sexualidad de esta forma tan diferente a todas las demás chicas. Yo a veces pienso que es algo normal, que es solo una manera más libre de vivir lo erotico, pero a veces creo, la mayor parte de las ocasiones, que sí es una desviación, una especie de vicio (eso sí muy sabroso) en el que caimos mi marido ya hace 3 años.
    La mayor parte de las parejas swinger y las paginas swingers defienden este estilo de vida porque nadie obliga a nadie, porque es una forma valiente de vivir las fantasias para disfrutar más, porque no hay celos, porque la humanidad hace siglos vivía de esta manera compartiendo los momentos que hoy son intimos y solo de dos.
    Esa defensa podrá estar muy bien, pero yo sigo creyendo que es un vicio, pero un vicio del que hasta ahora no me arrepiento ni tantito. Los vicios son algo que no se puede controlar y yo siento que yo ya no controlo esta deliciosa depravacion en la que vivo cada quince días a ir al club. Pero al mismo tiempo me digo que si no hacemos mal a nadie pues entonces se trata de una depravación inocente, casi diría buena pues parece no traer consecuencias negativas para nadie.
    Bueno, la cosa es que tengo muchas dudas. Me gustaría que la psicologa me hiciera un comentario, pero no el mismo discurso que tanto usan los swingers y que ya es sólo un lugar comun.
    Besitos

    Olivia R.
    Nota: tengo 36 años, soy hetero; mi esposo tiene 46 y es hetero también. Ambos somos profesionistas. Yo odontologa y él ingeniero. Venimos ambos de familias tradicionales y tenemos una posición económia desahogada.

  31. Hola: Les cuento los que he vivido en el club de Pedro. Mi nombre es Mirna, soy chilanga, flaquita pero tetona, de cabello corto, cara afilada y lindas piernas, no estoy para ganar el concurso de Miss Mundo pero sí para entusiasmar a más de uno. Mi piel es morena, mi cabello lacio, los ojos son cafés claros y grandes, cumplí 36 años hace un mes, estudié música y actualmente toco el violín en una buena orquesta.

    Estoy casada con Humberto, un arquitecto de mi edad, muy talentoso pero muy creído también, muy egocéntrico, pues como tiene mucho éxito en su profesión, viaja frecuentemente pues construye algunas casas en Nuevo México y pasa largas temporadas allá; lo quiero todavía y puedo decir que me trata muy bien, que me cuida y está al pendiente de todo lo que necesito. Nuestra relación sexual es buena, sin que se pueda decir que es maravillosa, además de que tengo una hija de 11 añitos.

    En fin, como en los cuentos, mi vida era feliz pero hace unos meses, empecé a salir con un joven pianista de apenas 25 años, le llevo más de diez y muy pronto, me acosté con él y muy rápido supe que no me veía como una relación estable. Aún así, me encapriché con él porque las veces que nos acostamos, fueron el paraíso para mí, tuve muchos orgasmos y la pasé delicioso, como nunca en mi vida, como nunca me ha ocurrido con Humberto, mi marido, ya que Israel, a pesar de su juventud, es todo un experto.

    Pronto supe que tenía las novias y las amantes que quería, no es feo y tiene un gran éxito como pianista pero ¡qué tristeza!, de pronto dejó de llamarme y de tomar mis llamadas. Yo estaba muy triste y obsesionada, el tipo ya no me pelaba y de vez en cuando, insistía y le llamaba; para fortuna mía, en una de esas, él contestó en su casa. Debo confesar que casi le rogué que nos viéramos pero Israel me dijo que estaba muy ocupado, aún así le insistí y me dijo que esa noche iría a un club swinger con una chica, que si quería, nos veríamos allá, a las once de la noche, incluso me dio la dirección de lugar, misma que anoté como una autómata.

    Era indignante lo que el tipo me pedía, era humillante pero imagínense qué, a las once llegué a ese antro, temblaba de miedo y entré sola, enseguida me senté en unas de las mesitas de una esquina y pedí un coctel Margarita, había poca gente pero poco a poco fueron llegando muchas parejas más. Yo los observaba en aquella penumbra, tratando de descubrir a Israel, eran ya casi las doce y yo seguía sola, viendo parejas acariciándose en las mesas o bailando provocativamente en la pista, hasta pedí otro coctel Margarita.

    Pasadas las doce, ya había decidido abandonar el lugar pero decidí tomarme una última copa, tengo que decir que no me sentía ya tan mal y que se me había quitado el miedo, más aún, estaba relajada mirando todo lo que ocurría; noté que cerca de mi mesa, una pareja se acariciaba abiertamente, ella lo masturbaba y él le chupaba los pechos. Pronto empecé a sentir cosquillitas allá abajo y en lugar de irme, decidí pedir una Margarita más y me dispuse a ver el show, estaba un poco borracha pero sólo un poco.

    El show consistió en dos strippers hombres y una mujer que se encueraron y pasaron por las mesas, para que los tocaran quienes quisieran y luego, los tres se pusieron a hacer el amor en la pista; ya en ese momento, puedo decir que estaba muy relajada, más que relajada, viendo esa escena erótica. Estaba por acabar el show cuando la luz se hizo para mí, entró Israel, enseguida me levanté y le hice señas, nada me importaba que su chica caminara a su lado; ella era muy joven y esbelta.

    Cuando ellos se acercaron, me saludaron y se sentaron conmigo, enseguida supe que ella era una beldad, de verdad era una muchachita muy guapa, de cuerpo de concurso, con la que no podía competir y me sentí vieja; aún así, los tres nos pusimos a platicar. Ellos fueron muy amables conmigo y me dijeron que llevaban unos meses asistiendo al club, luego me explicaron cómo funcionaba, me pidieron otro Margarita, ellos tomaron ron y comenzaron a darse un faje de campeonato ahí, a mi lado.

    Me excitaba mucho de ver a Israel metiéndole la mano a esa mujer tan guapa, a unos centímetros de mí y luego de unos minutos, se pararon y él me hizo una seña de que fuera con ellos, enseguida caminé a su lado y entramos los tres al cuarto oscuro, donde apenas se veía. Ahí, los tres nos sentamos en un sillón corrido, donde había algunas otras parejas, era una locura lo que ahí ocurría, sexo oral, 69´s, pechos de fuera, piernas abiertas, penes al descubierto, no se imaginan lo que es eso.

    Luego, un hombre me quiso acariciar pero le retiré la mano y no insistió, tampoco Israel y su chica dejaban que otros los acariciaran pero sí empezaron a hacerlo entre ellos, él la besaba y tenía su mano entre sus piernas; por su parte, ella lo acariciaba sobre el pantalón. Yo veía a todas partes, tenía celos y excitación al mismo tiempo, pensando en cuánto me gustaría ser la joven a la que Israel le acariciaba la vagina, la misma que gemía pidiendo más, la misma que le bajaba el cierre y le sacaba el pene, para comenzar a masturbarlo, la misma que tomó mi mano y la puso en el pene de Israel, así que las dos lo masturbábamos.

    Luego, él quiso salirse del cuarto y desde luego, nosotras nos salimos con él y los tres nos fuimos a nuestra mesa, misma que él movió y así, se quitó el pantalón y se sentó entre las dos; siguieron momentos deliciosos, de besos y de lujuria, de caricias y de deseo sin límite, él nos acariciaba a una y a otra y las lo acariciábamos a él. Al fin, Israel decidió hacerlo conmigo y me recostó en esa especie de silloncito corrido que sirve de silla, enseguida me subió la falda, hizo mi tanga a un lado y me lo empezó a meter mientras su chica lo animaba dándole besos.

    Yo alcancé la gloria pronto, diría más que la gloria, la verdad es que ese pene me tenía enferma de placer y de deseo, no duré ni cinco minutos en venirme dos veces pero no con un orgasmo normal, fue algo casi mágico. Después, él se salió de mí, se sentó y de inmediato, su chica lo montó, comenzando a moverse, a cabalgarlo y a gozar tanto como yo; también ella se vino muy rápido, luego se bajó.

    A continuación, Israel se puso de pie, con el pene mágico aquel todavía bien parado y me lo acercó a la cara. Yo no duré ni tres segundos en comenzar a chupárselo, sintiendo en mi lengua, los jugos de la muchacha, pronto lo engullí y comencé a chupárselo, a masturbarlo con la boca como una poseída hasta que él se comenzó a vaciar en mi boca y yo, a sentir lo que es la mayor felicidad lujuriosa de una mujer caliente, sentir aquellos chorros en la boca, comenzar a tragármelos saboreándolos, poquito a poco, no sé por qué me hacía sentir tan a gusto, tan contenta, tan caliente.

    Al final, nos acomodamos las ropas y volvimos a charlar animadamente, acordamos que los tres nos veríamos una vez cada quince días en el club, cosa que ha venido ocurriendo regularmente. Aunque la chica que lo acompaña no es siempre la misma, lo que sí siempre es lo mismo es mi placer desbordado y la verdad, no me importa compartir a Israel, prefiero tenerlo así que no tenerlo.
    No sé que dira la psicologa al respecto

    Mirna

  32. Hola a todas y todos.
    Mi nombre es Fabian, tengo 32 años y vamos al club de pedro desde hace un año.
    Lo que les quiero decir es que a mi mujer lo que más les gusta es ver cómo otros excitan eso es lo que a ella le prende mucho y bueno, tambien a mí, porque a mí lo que más me gusta, más que intercambiar, es ver a mi esposa muy excitada. Ella se excita viendo a otros y yo me excito al sentirla a ella caliente. Magnifica combinación en un club

    Fabian

  33. Buenas tardes:
    Yo tengo ya 42 años y soy swinger con mi novio, o bueno pues con mi amante. Vamos de vez en cuando al desden y si nos gusta y yo le preguntaría a la psicologa porque me gusta que me dominen, especialmente en el club. No que me amarren y muchisimo menos que me peguen o que me insulten, pero sí sentirme que me obligan. Eso me excita, sentir como que yo no quiero, pero que no me queda otra. Sentir que mi excitación es contra mi voluntad es algo que me excita. Imaginense que lio. Me gusta que un hombre me diga cosas fuertes. No sé por que. Me gusta que no me pidan permiso. Pero eso yo lo supe hasta que fuimos al club, antes ni lo sospechaba. Lo que no me gusta, es ahi donde no entiendo, ex cuando mi novio, quiere dominarme, ahi ni me excito ni me dejo. Es mu raro. Bueno, pero el caso es que nos la pasamos rete bien en el club.

    Gina

  34. Hola:
    También me adiero a la presencia de la psicologa en este foro. Nos encantaría que analizará las experiencias en los clubes.
    Por ejemplo la nuestra: Llevamos dos años de pareja swinger. Somos novios. Yo tengo 29 y Patricia 24. Iniciamos por curiosidad, por ir a ver lo que pasaba y así llegamos al club de Pedro y luego al Coliseum. La verdad es que las primeras veces solo mirábamos. Ya después nos atrevimos a hacerlo solo entre nosotros en el cuarto oscuro. Pero Lety no dejaba que nadie la tocara. Todo estaba muy bien así, no era nuestra intención intercambiar.
    Pero una noche, todo cambió. Al lado de nosotros estaba una pareja ya madura, pero agradables y nos hizieron la platica. El señor tendría más de cincuenta pero estaba muy conservado, su mujer era bonita pero media gordis.
    Todo era muy respetuoso entre nosotros hasta que acabó el show y se bajaron las luces. Lety me dijo que desde luego no quería nada con ellos. ´
    Pero el señor se pegó a mi novia y le empezó a hablar quedito al oído. Luego más fuerte para que yo oyera. El señor ni la tocaba pero le hablaba. Y qué creen qué le decía? Pues puras groserías eróticas. Mi novia estaba roja, pero las seguía oyendo. Y yo también.
    El caso es que mi chica, que nunca ha sido mal hablada, se excitó como nunca y acabó haciendolo con el señor. Yo desde luego con la esposa. Lety estaba fuera de sí. Nunca se había calentado tanto.
    El descubrimiento había sido mayusculo. A partir de entonces cada vez que ibamos al club, en cuanto acababa el show, yo le empezaba a decir cosas leperas y sexuales y ella reaccionaba de inmediato y se atrevía a todo.
    Hoy, las veces en que alguien, además de mí, le habla con groserías son las que más disfruta. La última vez fue una mujer la que le habló así, es la vez que Lety más se ha excitado. Pasó fuera del cuarto oscuro, una pareja se nos acercó y la chica le dijo a Lety «A mi marido le gustan mucho tus tetas que han de estar bien ricas, te las quiere mamar, ¿Te gustaría?». Desde luego, Lety se encendió y se dejó hacer de todo y la mujer no paró de hablarle durante toda la relación que mi novia tuvo con el marido de la desconocida.
    Esa misma noche, platicamos con otra pareja y ella nos contó que también le gustaba y le excitaba que le hablarán así. Nos dijo también que era algo muy común en muchas mujeres.
    Qué nos dice la psicologa
    Un saludo a las parejas.

    Almilcar y Lety

  35. Apple:

    Buena idea lo de la psicologa, asi podría complementar lo del concurso de experiencias ocurridas dentro de un club. Mi experiencia como swuinger es reducida pero incitante. Fui por primera vez al club de Pedro porque me llevó mi amante, una mujer casada que es doctora y que simulaba tener noche de guardia en el hospital en el que trabajaba y nos ibamos al club. Su marido ni en cuenta.
    Ya en el club, la doctora se soltaba el chongo. Más que intercambiar, lo que le gustaba era exhibirse. No le gustaba mucho que otras y otros la tocaran, sólo a veces lo permitía. Lo que le encantaba era que la vieran. Cuando estaba más excitada en la noche, podía abrir las piernas totalmente y masturbarse bien rico mientras algunas parejas la observaban. Desde luego, ella y yo haciamos el amor al menos un par de veces. Pero en realidad lo que más la volvía loca es que la miraran acariciandose.
    La última vez que fuimos al club, hace como dos meses, desde que abrieron el cuarto oscuro, tuvo público y los dos la pasamos de lujo siendo observados.

    Mario

  36. Hola:
    Yo noy un experto en tecnología, pero se me ocurre proponer que se haga aqui un concurso internacional de experiencias sucedidas dentro de los clubes swinger. Que el concurso se difunda por la red para que entren españoles, mexicanos del otro lado de la frontera, argentinos, etc. Y que el premio sea una noche en el gparty y que ahí se lea la experiencia.
    Qué le parece a todos y los administradores de esta buenísima pagina.
    Mario

  37. Mucho gusto a todas las parejas, descubrimos esta pagina apenas la semana pasada, nos la recomendó una pareja swinger amiga. Felicitamos a apple por el buen cuidado de los comentarios, por la aportación de Susana que es de verdad muy buena, pero sobre todos por los relatos que cuentan las experiencias en los clubes. Son super cachondas.
    Pero mi mujer y yo les recomendamos que incluyan un lugar más que no es un club pero que para nosotros es lo mejor que hay en México. Se trata del club de la masturbación y acabamos de conocerlo apenas la semana pasada gracias a la mismpa pareja que nos recomendó está pagina.
    El club de la masturbación es otra cosa, otros concepto. Nada de bebida, nada de bar, nada de disco. Es algo como mistico. No hay intercambio de besos y fajes, solo ayudar o ser ayudado en la masturbación. Las parejas tienen un alto nivel educativo y hay mucho silencio, mucha calma, como mucha meditación y es algo casi magico. No se anuncian en ninguna parte y tienes que sacar cita con anticipación para poder ir a una de sus sesiones. Para nosotros es tan bueno el descubrimiento que creemos que ya no iremos a clubs. Ojalá y abran un espcacio para el Club de la Masturbación, a ver si otras parejas comparten sus comentarios sobre ese lugar y lo que ahí vivieron

    • Pueden compartir la ubicacion o el contacto? o no esta permitido?

      Saludos

      Drake

    • hola que tal hemos leido su comentario y no ha interesado bastante, mucho les agradeceriamos si nos dan la direccion y el telefono del club de la masturbacion para poder asistir seria un aexperiencia excelente
      gracias esperamos su respuesta

  38. Carlos:
    Yo he vivido algo muy parecido. Mi esposa siempre me decía que lo hacía sólo por complacerme a mi, que a ella no le gustaba y que se calentaba solo para que yo disfrutaba. Una vez hasta le hizo sexo oral a Pedro. Pero siempre que saliamos del club me decía que no volveríamos y se enojaba como diciendome que el degerado era yo. Y también me decía que yo no la amaba ni la quería. Ningún hombre que amé de verdad a su mujer permitiría que otro y menos que otros hombres le hizieran el amor.
    Siempre que ibamos al club parecía que iba a fuerza ´pero en el momento de la accion se transformaba y lo hacia con hombres y mujeres y se la pasaba super caliente. Pero al salir del cuarto oscuro todo cambiaba. Un día, sencillamente, dejo de querer ir al club y hace dos años que no vamos. Quién entiende a las mujeres.

    Emilio

  39. Hola pareja swinger:
    Mi nombre es Carlos, tengo 33 años, soy ingeniero y quiero preguntar algo a las parejas.
    Hace 1 mes fuimos con mi esposa por primera vez a un club sw, el de Pedro. Estábamos muy nerviosos. Más ella que yo. El lugar nos pareció una disco normal. Tomamos unos tequilas. Mi mujer estaba todavía nerviosa, pero se empezó a relajar. Lucía muy guapa. El pelo en cola de caballo, faldita corta oscura. Muy linda. Cuando llegó el show, se empezó a sentir muy incomoda, pero no nos pedía que nos fueramos. no les queitaba la vista a los strippers.
    Al acabar el show, no se me ocurrió otra cosa que llevarla a la pista semi vacía. Mi sorpresa fue mayúscula cuando la noté excitada como nunca. bailábamos y yo la acariciaba y ella respondía con muy ricos gemidos. Le acariciaba las pompas y ella sew dejaba sin importar que como cuatro parejas hacían lo mismo que nosotros en la pista. Tremendos besotes nos dabámos y yo ahora le acariciaba los pechos.
    Así transcurrieron como cuatro piezas hasta que notamos la cercanía de una pareja. Era una pareja muy dispareja. El hombre era un gigantón como de dos metros y la chava muy chaparrita, bustona y bonita. Se fueron pegando a nosotros. Llego un momento que senti la mano de ella acariciandome de vez en cuando el trasero entre vuelta y vuelta. Estabamos bailando pegaditos con musica muy calmada. Luego ello ya no se despegan de nosotros. Yo seguía tocando los pechos de mi chica por encima de la blusa. Noté que el gigantón ya le había desabrochado la blusa a la chaparrita que no traía brasiere y le acariciaba los pechos muy rico.
    Así seguimos como unas tres piezas más, pero ahora ya casi no nos movíamos. En la penumbra de la pista ya solo quedabamos nosotros y la otra pareja, las demás se habían ido al cuarto oscuro. Ya casi no bailabamos y nos besábamos intensamente. Mi mujer miraba de reojo a la pareja, igual que yo. El gigante avanzaba cada vez más, pues se había sacado su miembro y la chiquita lo masturbaba gimiendo de placer. Era un pene el doble de grande que el mio.
    Me atreví a a desabrochar el brasiere de mi mujer y a desabotonar su blusa. Nos besábamos sin parar, veiamos a los vecinos. Era toda una experiencia. Yo también me saque mi pene. Mi mujer no lo acariciba, simplemente me dejaba hacer a mi que comencé a besarle y chuparle los senos.
    La chaparrita, se agachó y comenzó a hacerle sexo oral a su hombre. El gigante parecía inmenso, levantaba la cabeza como mirando hacia el techo y murmuraba cosas al sentir la caricia de su chava chupando.
    De plano, mi mujer, mientras yo le lamía bien rico sus senos, no dejaba de contemplar la escena que sucedía a unos centimetros de nosotros.
    Me atreví luego a meter mi mano entre sus piernas y al llegar a su tanga la encontre no mojada, empapada. Nunca había mojado la tanga así. Le acaricié un ratito. Le di masaje en el clitoris y ella gemia bien rico.
    La charrita se incorporó y siguió masturbando al hombre. Pero este se carecó todavía más a nosotros. Quedp pegao a mí y la choca ahora si de plano pegada a mi mujer. El tipo extendio su manaza y sin decir nada comenzó a tocar los senos de mi esposa. Ella se quedó como paralizada pero no se negó a la caricia. Yo saque mi mano de donde la tenía. Crei que en cualquier momento mi esposo rompería esa caricia pero no paso así, los minutos avanzaban y el gigante con delicadesa acariciaba los pechos de mi mujer. Yo me acariciaba a mi mismo mi pene hasta que, zas, sentí la mano de la chaparrita sobre la mia en mi herramienta. Me la empezó a jalar de lo más delicioso hasta que luego de un rato ella me jaló y se rompió la formación que teníamos y de pronto me encontré abrazando a esa mujer y tovcandole los pechos mientras ella me masturbaba.
    Mi esposa se debaja acariciar los senos nada más, aunque se veía que ya no podía más de excitación.
    El individuo, tomó la mano de mi mujer y la llevo a su pene. Y yo tuve que soportar el ver como mi esposa linda lo comenzaba a masturbar. Nunca la crei capaz de algo así. La chaparrita me besaba el cuello y me jalaba el pene con gran maestria, incluso tuve que deterla un par de veces para que yo no me fuera a venir. Mi esposa etsba bien colorada y evitaba mirarme.
    De pronto, el tipo la tomó de la mano y se la llevó. Caminaba él con aquel garrote de fuera. Se la llevó a su mesa que estaba en el fondo, en la parte más oscura del club.
    La chaparrita seguía acariciandome y yo le besaba ahora sus pechos bien grandes y duros. Ella me dijo «la tienes chiquita, pero rica» y siguió jalandome el pene de lo más sabroso. Pero pasados unos minutos yo me desconcentré porque no veía a mi mujer, porque tenía celos, por quien sabe qué, pero yo tomé la mano de la chaparrita y me dirigí hacia donde estaban ellos.
    «Tienes celos horribles, pero al mismo tiempo te calienta saber que se van a echar bien rico a tu mujer ¿verdad?, me dijo ella y no supe qué contestar. Cuando llegamos a la mesa, el espectáculo no podía ser peor. Estaban de pie. El gigante tenía a mi mujer abrazada por atrás con las manazas en sus pechos. Le movia las caderas pegandole su pene inmmenso a las nalgas. La chaparrita, de inmediato quitó los vasos y cosas que estaban sobre la mesa redonda y los puso en otra. Todo estaba en penombra. Ahora sí mi mujer me miraba a los ojos. Tenía la blusa casi de fuera. El tipo la agasajaba de lo lindo. Se retiró un poquito hacia atras y sacó un condón de su pantalón y se lo puso. Volvió a pegarse y volvió a estrujar los pechos de mujer que no paraba de gemir.
    La chaparrita quiso besarme y acariciarme pero yo no podía responder, tenía escalofria y hasta miedo. No se me paraba. Menos aun cuando el gigantón fue subiendo la faldita de mi chava y peor cuando la fue doblando. Casi lloro al ver el rostro de mi mujer, al verla por voluntad dejándose doblar y reclinarse sobre la mesa, con parte del abdomen psado en la mesa, los pechos y su carita lujuriosa mirandome.
    El gigante, siempre desde atrás, le quitó la tanguita blanca y transparente y se la dio a la chparrita que a la vez me la puso a oler. La mujer y yo estabamos ahí casi sobre la mesa también viendo lo que habría de venir. Yo estaba temblando y con el pene flacido. No sabía que hacer.
    El hombre le abrió las piernas a mi esposa. Se acomodó y empezo a jugutear con su pene acercandolo y alejandola de la vagina de mi esposa. Ella me miraba. La chaparrita me decía cosas sucias al oido. «Mira que caliente esta tu mujercita, la esta pidiendo a gritos». Era verdad, sus semblante no dejaba lugar a engaños. estaba pidiendo ser follada por aquel hombre. Sus gemidos se convirtieron en un suspiro delicioso cuando el tipo se la empezó a meter poco a poco. Mi mujer la recibía con un placer que yo creo que jamás había sentido.
    De los gemidos, mi esposa pasó a las palabras, cosa que nunca había hecho conmigo. «Así, así, rico, así, más, así, que grandota, que rica, que grandota, más».
    La chaparrita volvió a la carga y yo descubri que ya se me había vuelto a parar de ver así a mi mujer. La chaparrita sonrió al sentirmela erecta, pero hizo algo que yo no esperaba, me jaló y acercó mi pene a la cara de mi mujer.
    Mi esposa parecía ida con el placer que estaba recibiendo, con el ritmo lento y suave con el que aquel individuo se la metia y se la sacaba, se la volvia a meter para moverla en circulos.
    La chaparrita dijo: «Anda, es muy chiquita, pero es la única que tiene tu maridito que esta super prendido de verte así con mi hombre, chupasela un poquito».
    Mi esposa atendió y abrió la boca. Yo le meti poco a poco mi pene. El hombre empezó a embestirla ahora mucho más fuerte. Y mi mujer a gemir como loca con mi pene en su boca.
    Desafortunadamente, como no puedo aguantar mucho, me vine ahi mismo, muy rapido y mi mujer se trago mi esperma. El gigante siguió pentrandola y ella tuvo su primer orgasmo. El tipo bajo un poco el ritmo pero al poco tiempo volvió de nuevo y mi mujer a volver a gemir y luego hasta gritar y decir cosas cochinas del puro placer que estaba experimentando.
    La chaparrita se había colocado tambien medio reclinada en la mesa frente a la cara de mi esposa. Los dos rostros estaban frente a frente pegaditos. La chaparrita le decía cosas a mi señora, primero solo le hablaba pero luego le empezó a dar besitos. Se daban besitos en la boca mientras el hombre no parecía que fuera a acabar nunca. En esa misma postura se vino otras dos veces más y yo estaba sentado en la mesa contigua sintiendo una mezcla de tristeza y coraje.
    Al fin, el hombre se vino. Le saco el pene y le dio una nalgadita a mi mujer. me sentí humillado, un idiota al ver reacomodarse las ropas a mi mujer que tenía un sonrisa de esquina a esquina.
    Nos tomamos una copa más y vimos como la pareja salia del cuarto oscuro. Se despidieron de nosotros.
    Pues así fue, pero que creen, resulta que mi mujer, cuando saliamos del local me puso una carota y luego hasta empezó a llorar cuando entrabamos a la casa. Casi me da una cachetada diciendome que yo no la quería, que como era posible que la llevara a esos sitios, que como yo había podido aceptar que alguien le hubiera hecho lo que le había hecho aquel hombre, que yo nunca la había amado. Mi mujer lloró de verad durante varios días. Esta deprimida y se que no esta fingiendo, pero me culpa a mi de todo.
    Yo la verdad no se que hacer. No me habla y me culpa a mi de todo. ¿Alguna pareja ha vivido algo similar.?

    Carlos

    • Le hemos pedido a nuestra experta en Psicologia nos ayude, en breve incluiremos una nueva seccion donde podran consultar y compartir experiencias existosas de como se consiguen superar incidentes como el que Carlos relata.
      Gracias Carlos y Emilio por compartir sus experiencias.
      Saludos
      Apple Clubs Moderador

  40. Buenas tardes:
    Mi experiencia es muy sencilla, después de ir al club con mi mujer durante dos años seguidos cada quince días, casi siempre al de pedro, un día ya no pasó nada. Dejó de pararseme y mi señora también perdió el interes. No se qué habrá pasado pero así fue.
    Ayer 15 fuimos por no dejar y me costó trabajo tener buena erección, ella casi no estaba mojada y tan tan
    Gabo y Marinela

  41. Apple:

    Perdonen ustedes, yo misma copie el relato de otra pagina y lo subí a esta pagina como hizieron ustedes con otro. Lo trajé aquí porque es bueno y porque me identifiqué con Carmen que es quien lo escribe y a quien no conozco. No recuerdo el orden en que subi el relato y mi respuesta.

    Sorry.

    Guille

    • Ok Guille, hecha la aclaracion lo podemos resolver!
      Una regla para poder hacer eso, es poner el LINK de donde se publico/ tomo el relato, no pretendemos plagiar los contenidos de ningun sitio, pero si les damos los creditos respectivos la situacion cambia!
      Tambien es muy importante para nosotros el que el correo que proporcionan en el formulario, ya que mantener limpio el blog de spam es una tarea que nos toma tiempo todos los dias y lo ultimo que queremos es que se pierda la calidad y tipo de contenidos.
      Reciban un saludo de nuestra parte.
      Les pedimos republiquen el relato de Carmen, anteponiendo su comentario, previo al relato, y la final de el, la direccion completa de la pagina de donde lo tomaron.
      Saludos
      Apple Clubs Moderador

  42. Hola Parejas:
    Guuuuuaaa, qué relato el de Carmen. Me dejó temblando. Mi marido y yo somos swingers, pero él lo era desde su primera esposa. A veces lo hacemos los tres y en muchas ocasiones me siento como Carmen. Como si necesitara urgentemente salir de ese tipo de relaciones, pero sabiendo que la calentura siempre me va ganar.
    Yo no tengo un consejo para darte, Carmen, si a veces me siento como tú. Lo que sí es que debo felicitarte por lo cachondo y sabroso que escribes.
    Vuelve a escribir más, Carmen. Me masturbé leyendote.
    Y a los administradores de apple les sugiero que abran un lugar para que opinen y nos cuenten del Club Masturbación porque además de lo escribió Carmen, ya algunas parajes amigas y swinger nos han hablado muy bien de ese lugar, aunque es otro concepto muy distinto a los clubes.
    Besitos a Carmen y a su marido.
    GUille
    _________________________________________________________________________________________________________________________________

    No busco ni deseo contactos, sólo quiero relatar mi experiencia y pedir algún consejo a quienes lean lo siguiente.
    Me presento, me llamo Carmen, tengo 34 años, soy morena clara, mido 1.72 m de estatura, peso 54 kg, uso talla 34B de sujetador, mi cabello me llega a los hombros, me gusta vestir con faldas cortas y pegadas, sin exagerar, no soy ni un remolino de pasiones ni me siento la más atractiva, ni soy una insaciable en la cama, que se va con cualquiera, soy una mujer normal que trabaja en un laboratorio médico, como asistente del presidente de la empresa, un médico muy respetuoso y medio galán que se llama Salvador Mendivil, quien trae locas a todas las chicas porque es soltero, a pesar de que ya pasa de los 40 años.

    Desde hace cinco años, estoy casada con un hombre cariñoso y trabajador, mi marido se llama Gilberto Rojas, es anestesista, gana poco pero es cuidadoso con el dinero y la vamos pasando con el sueldo de los dos. En enero logramos comprar un departamento pequeño, en la colonia Narvarte, la verdad, soy afortunada con este marido, que además de casero y serio, es muy guapo, muy guapo, aunque parece un poquito afeminado.

    En suma, la pasábamos bien hasta que apareció entre nuestras vidas, una de las novias de mi jefe, una tal Areli, quien viste muy provocativa y es muy guapa. No sé qué le picaría pero empezó a quererse hacer mi amiga, me buscaba, me llamaba, me invitaba a salir y yo aceptaba sólo por cortesía, imaginando que ella quería tener cercanía conmigo para saber todo sobre Mendivil, mi jefe pero luego, empecé a notar que me miraba de una manera insinuante; lo peor del caso fue que esa mirada me gustaba.

    Así, salíamos un par de veces a la semana, a comer o a tomar la copa, Gilberto se enojaba conmigo porque llegaba tarde pero yo ya no podía dejar de salir con Areli. Una vez, estando en el baño de un restaurante japonés, Areli me dijo que «quería mostrarme algo», enseguida le puso el seguro a la puerta, luego se desabrochó la blusa, me mostró sus senos y se los acarició durante un ratito.

    Yo estaba muy asombrada de estar viviendo una situación así pero Areli no intentó algo más, sólo se guardó su par de senos blancos y grandes y volvimos al la mesa, aunque yo ya estaba tocada por el deseo; esa noche, le hice el amor a Gilberto pero pensando en mi amiga. Las cosas se complicaron cuando entró mi jefe en escena, ahora yo salía con los dos; para entonces, ya mi deseo por Areli me estaba trastornando pero surgió algo más.

    Una noche, luego de que habíamos estado tomando en un bar de la colonia Lindavista, en el estacionamiento, la pareja me fue a llevar hasta mi coche, el lugar estaba medio en penumbra y ya me iba a subir a mi auto cuando Areli me dijo «ahora quiero mostrarte otra cosa, Carmen». Sin decirme más y estando los dos muy cerca de mí, la mujer le bajó el cierre de la bragueta al doctor y le sacó su instrumento, que estaba parado; yo no sabía qué hacer y permanecía ahí parada, mirando el falo de mi jefe hasta que al fin, atiné a subirme a mi coche y otra vez, esa noche también le hice de todo a Gilberto pero ahora pensando en el doctor Mendivil.

    Las cosas se empezaron a poner peores y yo salía cada vez más con la pareja, en no pocas ocasiones siguieron con ese juego de mostrarme algo y cuando lo hacían, yo trataba de no demostrar algo de excitación pero llegaba a casa arañando las paredes de calentura. Una vez, mi jefe me preguntó por qué no invitaba a mi marido a salir los cuatro el próximo viernes mientras Areli aseguraba «es tan guapo tu esposo, Carmen».

    Ahí estuvimos los cuatro aquel viernes, en un restaurante italiano, era muy temprano y todos tomábamos mucho vino. Cuando Areli y yo fuimos al baño, oí la temida frase, al decirme «mira, Carmen, te quiero mostrar algo» y después de cerrar con seguro, ahí, a la mitad del pequeño baño, se subió la falda y se bajó su tanga negra por unos minutos, al tiempo que se tocaba y se acariciaba su sexo, depilado al 100%. Yo nada más tragaba saliva y mi excitación total me enrojeció el rostro pero no hubo más, luego Areli se acomodó la ropa y volvimos a la mesa, donde los dos hombres charlaban amigablemente.

    Acabó la comida y como a las 6 de la tarde, el doctor Mendivil nos dijo «hay algo que les queremos mostrar»; yo me quedé petrificada y el médico agregó «es un club donde la podemos pasar de maravilla», desde luego que para mí hubiera sido imposible negarme. Nos fuimos los cuatro en el coche de ellos y llegamos al lugar, por la colonia Escandón, enseguida pagaron una cantidad y entramos, a ellos ya los conocían en la entrada.

    Nos sentamos en un lugar que tenía unas bancas corridas y pegadas a la pared, parecía un gimnasio, un salón de danza o algo así porque era de duela y tenía espejos en las paredes, había unas diez parejas más y todos hablábamos como en voz baja, como si hubiera de ocurrir una ceremonia; las parejas eran agradables y fueron llegando más, casi todas de clase alta. Al cuarto para las 8 de la noche, nos pidieron que pasáramos a otro cuarto donde había unos veinte lockers divididos por tabla roca, donde nos pidieron que nos pusiéramos las batas que colgaban de un perchero y que dejáramos nuestras ropas en los casilleros.

    También nos dijeron que nos dejáramos las tangas nosotras y ellos, sus calzones, enseguida yo miré a Gilberto y él a mí pero ninguno de los dos dijo algo y procedimos a hacer lo que aquella dama atractiva y cincuentona nos ordenaba. No se podía a ver a las demás parejas desnudándose, debido a los muros de tabla roca que separaban a cada pareja pero sí se les podía oír, algunas reían, otras seguramente se besaban por los chasquidos, otras salieron casi de inmediato y se dirigieron de nuevo al salón.

    Para nosotras las mujeres, las batas deportivas eran cortas y blancas, al tiempo que la de ellos era más larga y azul. En el salón, volvimos a encontrar a Areli y a mi jefe, entonces ella nos hizo una seña para que nos acomodáramos a su lado, en una esquina del salón. Así lo hicimos y nos siguió una pareja joven de un hombre pelado a rape, muy atractivo con su chica, una mujer muy chaparrita, casi enana pero súper guapa y escultural en miniatura; yo estaba nerviosísima.

    Después, una chica rubia pasó y tendió a nuestros pies, una especie de colchoneta, una para cada uno de las cuarenta personas que estábamos ahí, veinte parejas, luego pasó por segunda vez a poner una especie de almohadas, más bien cojines duros con las formas de los que dan en el avión. A continuación, puso rollitos de papel muy coquetos y una especie de basurero floreado muy simpático, al lado de las colchonetas mientras todos seguíamos sentados.

    Al final, ella nos comentó «mi nombre es Mirna y les doy las bienvenida a una más de las sesiones del Club de Masturbación, mi esposo y yo lo fundamos hace ya un año, luego de investigar en las culturas griegas antiguas que hacían este tipo de prácticas». Mirna siguió hablando con voz muy suave, sugerente, agradable, luego entró su marido Moisés y también nos platicó, con tono como de filosofo que sin embargo, fue cambiando hasta convertirse en algo más cachondo.

    Él nos platicó «lo único prohibido aquí son los fajes y las penetraciones, esto no es un club swinger, es uno de masturbación y nos masturbaremos solos, ayudados por nuestras parejas, por otros amigos o por desconocidos, hemos venido aquí para masturbarnos, con las manos, con las bocas, con las lenguas, con lo que quieran y para calentarlos a todos, empezaremos nosotros”. Nos pidió que nos acostáramos en nuestras colchonetitas, así lo hicimos y colocamos nuestras cabezas en esos altos cojines muy cómodos, que se amoldan a las cabezas, además pusieron una música muy suave.

    Acto seguido, el hombre también se acostó y se empezó a tocar sobre su calzón azul y todos lo veíamos, el tipo estaba buenísimo y sabía provocar. A su lado, su mujer, Mirna, procedió a abrirse la bata y a darse masaje en sus pezones grandes y oscuros, había un silencio total, solo se oía la respiración de las parejas mientras la cincuentona, de cuerpo escultural, no paraba de tocarse los pechos y ahora empezaba a hablar, diciendo «me calienta saber que me miran y saber que mi esposo esta a mi lado, haciendo lo mismo que yo, me calientan tanto mis tetas, me calientan todos ustedes mirándome y ver como mi esposo se va a sacar la verga para que ustedes se la vean».

    En efecto, el marido la sacó y era súper grande, luego siguieron masturbándose los dos hasta que él decidió ayudarla, asegurando «esta bien mojada» y le metió varios dedos, enseguida ella comenzó a gemir suavecito y bien rico. Así estuvieron un rato hasta que él dijo «si alguna o alguno de los presentes esta noche, quiere ayudar a mi mujer o a mí, serán bienvenidos»; pronto, la chaparrita se acercó al centro a gatas y comenzó a besarle y luego, a lamerle el falo al anfitrión, también un hombre mayor se acercó a la cincuentona y comenzó a masturbarla.

    Todos veíamos hipnotizados pero a poco, se bajó la luz y el anfitrión comentó «ahora les toca a todos ustedes, primero relájense un momento y luego déjense ir»; para entonces, yo estaba súper caliente, mi marido estaba a mi izquierda y mi amiga Areli a la derecha, había una gran expectación. También miré a Areli, quien se había abierto la bata y bajaba su mano por su abdomen mientras mi jefe ya tenía su cosa de fuera y se la masturbaba lentamente.

    La pareja de la chaparrita ya estaba de nuevo en sus colchonetas, masturbándose de lo más rico y los anfitriones, ahora en silencio, lo seguían haciendo en el centro sin parar. Sin pensarlo, me abrí mi bata y sentí tan rico rozar mi piel, masajear mis pezones con las yemas de los dedos e ir bajando la mano izquierda por mi abdomen; estaba muy a gusto cuando sentí la mano de mi marido posarse sobre la mía en mi sexo, luego su masaje en mi clítoris y vi como Areli se metía los dedos muy suavemente, nadie gritaba, solo suspiros, como si todas las parejas debiéramos ir muy suavemente. Muchas parejas estaban ya ayudando a otras, sin besos, solo con caricias en penes y en vaginas.

    En eso estábamos cuando mi jefe y mi amiga se movieron sin levantarse y ella se puso frente a Gilberto y Mendivil frente a mí, enseguida empezaron a masturbarnos con una maestría maravillosa pero de la masturbación con las manos, pasaron a usar las lenguas y los labios. Ella le hacía sexo oral a Gil y mi jefe a mí, ahí me volví una desquiciada del placer y no tardé sino unos minutos en venirme con un orgasmo largo y delicioso como ningún otro, después me recuperé en segundos y entonces cambiamos, ahora fui yo la que le comencé a chupar el pene, era la locura y continuamos hasta que mi marido se vino en la boca de Areli y mi jefe en la mía, para morirse de placer.

    Volvimos casi todas las parejas a sus respectivas colchonetas y meditamos un poco guiados por los anfitriones, ya luego nos vestimos todos y salimos antes de las once de la noche, todo había sido genial. Nos llevaron a nuestro coche pero en lugar de despedirse, ellos nos pidieron que los siguiéramos hasta la casa de mi jefe, en Las Lomas, para tomarnos una copa y comentar los incidentes dentro del club; así lo hicimos pero en cuanto entramos a la casa, ellos nos llevaron a un cuarto como de ejercicios y pronto, Areli sacó dos colchonetas igualitas a las del club y dijo «yo quiero otra vez».

    Sin más, los dos se desvistieron y empezaron cada uno a tocarse su cuerpo pero ahora, jadeando y diciendo peladeces cachondas, era tan erótico verlos que pronto Gilberto se denudó y también me ayudó a hacerlo a mí. Para entonces, Areli se metía tres dedos y el medico movía su mano frenéticamente. De pronto, ambos pararon y mi jefe dijo «ayúdenos»; ni tarda ni perezosa, yo me hinqué y me iba acercando a él para volver a hacerle sexo oral cuando su voz me dejó paralizada diciéndome «no, así no, al revés” y dirigiéndose a mi marido, le pidió “ven Gilberto» y le extendió la mano a él, que estaba de pie e indicándome «tú ve y mámasela rico a Areli, Carmen».

    Yo me quedé fría pero me puse de pie, desde luego yo no iba a hacer algo semejante pero vi algo extraño en la mirada de Gilberto, sus ojos estaban clavados en el miembro de mi jefe, que es grande y muy grueso, de cabeza muy ancha y no di crédito, mi marido fue el que ahora se arrodilló y se fue acercando. Para mi alarma, tomó el pene de Mendivil con una mano y se la comenzó a jalar, al rato ya se la estaba chupando fascinado mientras yo estaba ahí parada, sin saber qué hacer pero debo reconocer que ver a mi marido haciéndole sexo oral a mi jefe, me estaba súper calentando.

    A continuación, Areli me indicó «te quiero mostrar algo, Carmen» y se abrió los labios de su vagina, enseñándome su clítoris y diciéndome «ven, comételo». No sé qué pasó pero ya no pude más, enseguida me hinqué, pegué mi boca al sexo de Areli y comencé a comérmelo, a chupárselo, a mordisqueárselo, sintiendo un placer incontrolable, nuevo y único. Así seguimos hasta que ella se vino en mi boca y su galán, mi jefe, lo hizo en la de mi esposo, después, ya fuera de mí, acomodé a mi esposo boca arriba y me subí en su pene cabalgándolo hasta que ambos nos venimos en menos de tres minutos.

    Lo que ha ocurrido y por eso pido consejo, es que cada quince días se repite la rutina, en el Club de la Masturbación todo es espiritual, como si fuera yoga y masturbamos y nos dejamos masturbar por varias parejas y luego, en la casa del doctor, todo es salvaje, incluso ya en dos ocasiones, el médico ha penetrado a mi marido, que se vuelve loco de placer. No sabemos cómo parar, nos encanta pero ya nos hace sentir mal la situación, aunque nunca faltamos a la cita de cada quince días, ¿a alguien le ha pasado algo similar?, ¿estamos enfermos y condenados a vivir el sexo así?, alguien que haya tenido una experiencia similar, que nos aconseje, nos gusta pero nos sentimos pésimo.

    Carmen

    TOMADO DE:

  43. En el club swinger

    Hace algunos años, La Leona y yo decidimos llevar de parranda a la viuda de un amigo, básicamente para levantarle el ánimo y para tratar de emparejarla con un amigo (ese sí estaba vivo) de La Leona, recientemente divorciado.

    Después de analizar las opciones, decidimos llevarlos a un club swinger, para que de una vez se conocieran a fondo.

    Fuimos al club de Pedro, entonces ubicado en Marsella y Versalles. Llegamos muy temprano y nos dieron mesa junto a la pista, para ver si el show animaba a nuestros acompañantes.

    El show estuvo bastante bien, primero un niño, luego una niña (ahí me tocó tener que subir a la pista y la canija me bajó los pantalones) y por último, los dos juntos.

    Así que cuando el show terminó, Roxana (la viuda) y Javier (el amigo) ya estaban en el tono adecuado para el siguiente paso.

    Los mandamos a bailar y a pesar de que el ambiente estaba muy caliente, estos dos no parecían interesados en algo más que precisamente eso, bailar, así que decidimos intervenir para animarlos un poquito.

    Los llevamos al piso superior, donde había poca luz, algunas mesas y un sillón en las dos paredes del fondo, donde muchas parejitas ya retozaban alegremente.

    Como estos no daban color, La leona se llevó a bailar a Javier a un rincón y yo hice lo mismo con Roxana.

    Obviamente, yo trataba de meterla en ambiente, le preguntaba si ya había visto a aquella parejita, que mirara a esos dos, a esos tres, etc, al tiempo que me pegaba cada vez más a ella.

    El plan comenzó a funcionar, porque yo veía que Javier ya estaba muy muy pegadito con La Leona y Roxana comenzaba a frotar su pubis contra mí y a hacer algunos comentarios como “ay, hace mucho que no me sentía así, tan … tan … tan emocionada”.

    Pero entonces, mientras yo trataba de calentarla aún más, las cosas se empezaron a salir del plan, porque La Leona y Javier se fueron al sillón y empezaron a cachondearse ya descaradamente.

    Mientras mis manos ya recorrían sin pudor las curvas de Roxana y mis besos en el cuello la hacían temblar, ella me dijo alarmada: “¿Ya viste? ¡Creo que Javier se va a coger a tu esposa!”. Déjalos, le dije, ya se traían ganas desde hace tiempo.

    Ella no podía creerlo, “No chingues, ya se la está cogiendo”, cosa que aproveché para llevarla hacia un pilar donde ella podía observar toda la acción y yo podía cachondearla ya sin ningún recato. Ella estaba hirviendo, por lo que cuando puse mi mano en su entrepierna y comencé a frotar su pubis, se empezó a contonear al mismo ritmo, mientras me abrazaba fuertemente y continuaba observando sin pestañear la escena.

    “¿No sientes celos?, ya se montó encima de él y ya se la está metiendo, ¿de verdad no sientes nada?”
    – No, déjalos, están disfrutando uno del otro -, le dije, al tiempo que le subía le vestidito y le bajaba los calzoncitos sin que ella opusiera resistencia alguna y seguía absorta contemplando a mi esposa cogerse a su amigo.

    Al tocar su conchita húmeda y palpitante con mi mano, ella perdió las pocas inhibiciones que aún la detenían y sacó rápidamente mi pene de mi pantalón, levantó una pierna y lo introdujo casi con desesperación en el centro de su ardiente vagina.

    El encuentro fue muy rápido, frenético, ella se movía con desesperación y gemía quedito, aún tratando de ser discreta en aquella habitación que ya era una variada colección de sexo en parejas, en tríos y en grupitos.

    De pronto, se apretó mucho a mi cuerpo, se estremeció y al tiempo que gritaba mi nombre, su cuerpo se convulsionó y así, paradita contra un pilar, tuvo un orgasmo mucho tiempo contenido… su cuerpo se relajó y me abrazó llorando… “Tenía año y medio que no tenía relaciones… no puedo olvidarlo… aún lo quiero mucho”.

    Medio nos arreglamos la ropa y regresamos a la mesa, donde ya estaban Javier y La Leona, Javier tenía una cara de apenado muy graciosa, ni siquiera se atrevía a mirarme y no pronunciaba ni una palabra. La Leona, divertida por todo el show, tomó mi mano y la metió dentro de su falda, donde su aún palpitante y desnuda conchita, me invitaba a continuar la labor de Javier, mientras decía con voz triunfal: “Bueno, ya llevo uno y voy por el otro, vámonos tú y yo para arriba y dejemos a estos que se conozcan mejor”.

    Regresamos ella y yo al piso superior, donde había muy pocos lugares vacíos en el gran sillón; nos acomodamos como pudimos y de inmediato ella se montó encima de mí, sacó su caramelo, le dio unas cuantas chupaditas y comenzó a cabalgarlo como solo ella sabe.

    A mi lado derecho, había una mujer solita, con un vestido delgado medio subido a medio muslo, por lo que no pude resistir la tentación de acariciarle la pierna. Ella no hizo ningún intento por retirar mi mano, más bien, después de pocas caricias, separó las piernas indicándome claramente lo que quería.

    Así que fui subiendo las caricias por la parte interna de su muslo hasta llegar a su húmeda vagina, el solo contacto de mi mano produjo un leve gemido que se escapó de su impávido rostro. Fui acelerando el ritmo de las caricias, tratando de llevar el mismo ritmo de La Leona.

    La Leona saltaba e iba y venía con singular alegría, en contraste con mi vecina, que seguía muy quietecita y la mirada al frente, tratando de disimular que no pasaba nada, pero cuando La Leona declaró para el mundo entero que se estaba viniendo, ella también perdió la compostura y tuvo un lindo orgasmo con gemidos contenidos y sujetando mi mano para mostrarme el ritmo adecuado de los últimos embates.

    Cuando regresamos a la mesa, Roxana y Javier estaban platicando muy amenamente, después nos enteramos que habían subido a mirarnos, pero que no habían llegado hasta el rincón a donde estábamos, se habían detenido en una mesa a “conocerse mejor”.

    Javier y Roxana salieron durante algunos meses, pero no llegaron a nada. Ahora vemos que en realidad no teníamos tanto interés en que se conocieran como el interés que teníamos en cogérnoslos… a fin de cuentas, para eso son los amigos, ¿no?

    Tomado de:
    http://depravado-lujuria.blogspot.com/2009/09/en-el-club-swinger.html

  44. Bueno, pues según lo platicado con Apple, ya tenemos lista en nuestra página una sección PRIVADA para la comunidad swinger, ahí podrán libremente escribir y participar una vez que sean miembros del grupo, aquí dejo un link para descargar una guía de como ingresar por si alguien tiene alguna duda: http://www.alaluzdelaluna.net/instrucciones.pdf
    O en caso de que requieran ayuda, con gusto pueden escribirme y/o agregarme al correo webmaster@alaluzdelaluna.net

  45. Hola:
    Tienen razón los de apple, si no es enchilame otra. Una pagina cuesta. Sería bonito que este lugar que se está convirtiendo por su seriedad en la mejor pagina swinger de México, tuviera un patrocinador que costeara todos los gastos. Pero ni hablar, si no se puede, seguimos así. Ojalá y alguien se anime, tendría mucho exito

    Jaime Valdivia

  46. Hola:
    Siguiendo la sugerencia de apple, les cuento las sensaciones y sentimientos buenos y malos que yo tenía las primera veces que mi marido y yo asistimos al club de Pedro:
    SENSACIÓN MALA: sentía que yo estaba haciendo algo malo, algo amoral, algo sucio.
    SENSACIÓN BUENA: me sentía agusto en ese ambiente de luces bajas, de sombras donde las parejas no se detenían ante nada.
    SENSACIÓN MALA: consideraba que si mi marido me llevaba ahí para compartirme con otros, era porque en realidad no me quería y me consideraba una puta o algo parecido.
    SENSACIÓN BUENA: ahí mismo en el club, mientras tomábamos unas copas, tenía fantasías que sólo ahí en el club me llegaban a la mente, fantasías que me excitaban mucho: por ejemplo que el hombre de al lado me tomaría ahí sobre la mesa y delante de mi marido o que le haría el sexo oral a mi marido y a otro hombre en la pista cuando bajaran las luces en la pista.
    SENSACIÓN MALA: Que algo malo nos acabaría pasando pasando por el solo hecho de estar ahí en el club y que nuestros hijos se enterarían (una redada, un incendio, un asalto y cosas así.
    SENSACIÓN BUENA: Cada vez que ibamos yo sentía que mi excitación aumentaba y que lo caliente le ganaba a todas las sensaciones malas.
    SENSACIÓN MALA: Celos al ver que mi marido se fijaba en otras.
    SENSACION BUENA: Ganas de hacerlo todo, de dejarme de llevar, se conocer mi lado bi, de dejarme conducir por un extraño o extraña.

    Con todo eso luché al principio y no fueron pocas las discusiones con mi esposo esas primeras veces que asistimos. Pero adivinen qué. La calentura le gana a todo. Ahora somos una pareja swinger muy feliz al asitir a los clubes y hago todo lo que sexualmente me gusta.

    Magdalena

  47. Hola:

    Somos Pareja del Distrito, de 39 años yo y 45 mi esposo. De verdad felicitamos a todos, a los de apple, a las parejas que opinan sobre los clubes y, sobre todo, a las que cuentan sus historias. Nosotros nos identificamos con lo que lesw ocurrió a Susana y Mauricio, a ellos en el Coliseum y nosotros en el club SW.
    Debían de publicar extas experiencias en un libro y se venderían como pan caliente. A nosotros nos excita mucho leerlas.
    Violeta

  48. Somos una pareja de Hermosillo, Sonora. Hace ocho días, después de leer aquí las historias swingers y todo lo demás que hay en esta pagina, nos empezamos a convencer mutuamente de asitir a un club en chilangolandía.
    Llegamos al Coliseum. Mi marido nervioso, yo aterrada. El tiene 38 y yo 37. Mauricio es alto y de buen cuerpo, aunque tiene cara de niño bobo. Es atractivo para algunas y para otras no. Yo no soy un cuero, pero llamo la atención por mi cuerpo. Tengo bonitas piernas, largas, morenas, muy bien moldeadas. Cintura pequeña. Pechos grandes sin ser exagerados. Ni modo, tengo poca pompa. Soy morena y de estatura media.
    Llegamos al club sólo por curiosidad, pero ya estando a la entrada estuvimos a punto de arrepentirnos. Estuvimos muy cerca de decirle al taxista que no regresara al hotel. Pero es el caso es que ya nos ibamos cuando vimos entrar a una pareja a esa puerta de mala muerte con tipos de seguridad a la entrada. La pareja iba muy bien vestida y era de condición social desahogada. Eso nos animó y entramos atras de ellos.
    Nos llevaron a una mesa que es como un gabinete con forma de herradura. La pareja a la que seguimos estaba en ese mismo gabinete en el que caben como cuatro parejas. El lugar era una especie de discoteca con una pista donde bailaban unas treinta parejas de todas clases sociales.
    Con las bebidas, mi marido y yo nos empezamos a relajar y luego hasta nos animamos a bailar un rato. Después nos sentamos de nueva cuenta en nuestra gabinete y pedimos nuevos tequilas. Estabamos ya muy tranquilos y hasta contentos. Y no me molestaba ver que algunas parejas en tanto en la pista como en sus mesas se daban unos tremendos fajes, más aún, eso empezaba a excitarme.
    «¿Es la primera vez?», me preguntó mi vecina. Era elegante, de mi edad, guera y de buen ver.
    «Sí, nunca habíamos venido antes. ¿Ustedes?».
    «Nosotros venimos cada ocho días».
    Así se inició la charla con esa pareja. Ella se llamaba Bernarda y él Gabriel. Fueron muy atentos, muy amables y nos iban contando como funcionaba el club swinger.
    Gabriel me preguntó si nos gustaría que ellos fueran nuestros guías, dado que nosotros eramos principiantes.
    «Sí, estamos de acuerdo», respondí.
    De inmediato, Bernarda sacó a bailar a Mauricio. Se fueron a la pista. Gabriel fue muy atento y jamás pretendió sobrepasarse. Sólo me contaba su experiencia en el mundo swinger. Cuando anunciaron el show, nuestras parejas regresaron. El espectáculo era muy largo y aburrido a pesar de que se desvestían dos hombres y una mujer y luego se ponian a hacer el amor en la pista.
    Al acabar al show las parejas se empezaron a abandonar el lugar para bajar por unas escaleras situadas al fondo del local. Nuestros guias nos dijeron que el cuarto oscuro estaba situado abajo pero que como podía ser muy fuerte para los principiantes, ellos que eran nuestros guías se quedarían con nosotros.
    Al poco rato dejamos de charlar. Y ello se acercaron más a nosotros. Los teníamos ahora pegados en el gabinete.
    Él procedió a abrazar a su mujer, a besarla, a decirle cosas cachondas, a lamerle el cuellos, todo ahi a unos centimetros de nosotros.
    Bernarda estaba tan pegada mí que casi podia sentir en carne propia las caricias que le hacía su marido.
    Gabriel nos decía a mi marido a mi en los momentos que dejaba de besar a su pareja: «¿Verdad que está bien rica mi mujer? Y además es bien caliente, con este faje ya estará muy mojadita y con ganas de agarrar una verga, aunque no fuera la mia.»
    Sin decir más, ella se se quito la blusa, se subió la falda y le bajo el cierre a su marido y le saco el pene. Lo empezó a masturbar.
    «Mira que verga tan grandota tiene mi marido. Mirala bien y luego enseñame lo que tiene tu esposo».
    Como si fuera una orden a la que no pudiera oponerme. Procedi a hacer lo mismo que ella. Le bajé la bragueta a mi marido marido y se lo saque. Era mas chica que la de Gabriel, pero tambien estaba muy rica y muy parada con liquidito en la cabeza.
    Ambas pasamos un rato delicioso masturbando a nuestras respectivas parejas hasta que ella me dijo: «¿Me dejas mamarsela?». No espero respuesta, sencillamente, se cambio de lugar, con lo que quedo ella junto a Mauricio y yo junto a Gabriel. Ella se inclinó de lado y empezó a chuparsela a mi esposo y yo a gemir de calentura de solo verlo. Ella tenia sus pompas pegadas a mi cadera.
    Gabriel se pegó a mi y me tomó la mano y empecé a masturbarlo. Era una delicia ese pene.
    «Mira que ricas tetas tienes», me decía mientras me quitaba la blusa y el brasiere y yo seguía masturbándolo. «Que rica estas, mi amor», aseguró al momento que empezó a pasar su lengua por mi pezón y a meter su mano entre mis muslos.
    Bernarda de pronto se levantó, mi marido estaba en extasis.
    Ella volteó a verme y me dijo: «Me voy a coger a tu marido delante de ti». Acto seguido, se bajó su tanga negra, se quitó la falda. Tenía el sexo rasurado. Le puso el condón con mucha lentitud y dandole besito y lamidas al pene de mi esposo. después, se subió a horcajadas sobre él y lo fue montando poco a poco. Mauricio también gemía.
    Mientras tanto, Gabriel me acaricaba muy rico el clitoris y me chupaba los senos. Yo estaba en el paraiso viendo a mi marido disfrutar como nunca. Me moría de placer con todo lo que estaba viendo y sintiendo. Y como ya no pude más, quise imitar a Bernarda y de inmediato Gabriel se puso el condón y yo me monté y me lo metí todo de un tirón.
    «¿Te gusta, mi amor?»
    «Me encanta, me vuelve loca.
    Así duramos un largo rato, derramando placer los cuatro. Hasta que ya no pude más y empecé a venirme como nunca en mi vida. Al ratito, me siguió mi marido que más que suspirar gruñia de placer. Ellos también terminaron muy rico.
    Los cuatro estábamos exhaustos.
    Nos vestimos y quedamos de volver a ir al club. Ya no nos aguantamos de que llegue ese día. Estamos excitados a toda hora. Nuestra cita es el último sabado de septiembre.
    Un beso a Gabriel y Bernarda y un saludo a todos.
    Susana y Mauricio

  49. Nos sumamos a la propuesta de Rafael y Claudia. Que se haga una buena pagina para experiencias de parejas dentro de los clubes swingers. Una buena pagina que no esté tan escondida como esta. La entrada a apple clubs está muy poco visible y más a estas experiencias y a información sobre el mundo swinger como la que eníó Susana y que ya está muy visible en muchas paginas liberales españolas. Es más, hay una pagina que ha españolizado la información y la presentan como si fuera una estadistica e investigación hecha en Cataluña.
    Bueno, no importa donde, pero me sumó a la propuesta de Claudia y Rafael.
    Nosotros somos pareja swinger de Torreón y vamos de vez en cuando al Distrito y vamos al club de Pedro. Nos estamos animando a escribir algo de nuestra primera experiencia ahí. Maty, mi mujer, esa primera vez se enojó conmigo por llevarla a ese lugar. Me dejó de hablar esa noche, pero después no pudo negar que se había excitado muchísimo. La segunda vez ella me dijo que si tanto me gustaba, pues ella aceptaba ir, pero sólo por mí. Esas dos primera veces no hizimos más que mirar. Pero a la tercera Maty ya se animó y lo hizimos entre nosotros pero aceptó caricias de otro. La cuarta ya se dejó ir y yo también y así nos volvimos swingers.
    Creanme que no nos arrepentimos para nada. Nos encanta.

    Sergio y Maty

    • Nos sumamos a la propuesta, QUE SE HAGA UNA BUENA PAGINA! ¿Quien dice yo para diseñarla, pagar el host y darle mantenimiento y que no cobre?
      Saludos
      Apple Clubs Staff

  50. Sugerencia para el administrador:

    Son muy buenas las historias swinger que aquí leo, lo que me gusta más es que son experencias swingers que suceden dentro de un club. Eso para mí las hace doblemente excitantes. A la mejor sería bueno e interesante para su pagina clasificarlas y presentarlas como una pagina dentro de la pagina, con un buen diseño e invitación a que muchas parejas más cuenten sus historias en los clubes. Sería bueno que sólo se admitieran experiencias de lo que pasa en clubes swinger y que no se publicaran las demás. Esto implicarían que sacarán la ultima, la de la sirvienta, pues no ocurre en un club swinger. Creo que bien promocionada, sería esta nueva pagina un exitazo pues acudirían a ellatodas las parejas que asisten a clubes swinger. Además, si el adminstrador cuida que se siga manteniendo el buen nivel de respeto en las experiencias sería magnifico. Promocionando bien esta pagina de experiencias dentro de clubes, habría miles de lectores.
    No ´se que opinen las demás parejas swinger que asisten a clubes swingers de la ciudad de México o de algunos otros lugares. Tal vez sería la primera pagina en el mundo así.
    Que dicen los de apple.
    Rafael y Claudia

    • Compartimos la opinión y con gusto tomamos cartas en el asunto.
      Lamentablemente cada día son mas los post que poco aportan y que a lo mas externan su opinión.
      En el caso especifico del ultimo relato, fue aprobado teniendo en consideración el excelente trabajo y tiempo invertido por la pareja que amablemente nos hizo el favor de hacerlo llegar. Pero al igual que ustedes, lo consideramos fuera de lugar.
      No obstante queremos puntualizar que el objetivo de esta pagina NO ES convertirla en un sitio de relatos, estamos interesados en recopilar opiniones, comentarios y sugerencias sobre los Clubes, sobre el estilo de vida swinger y como han resuelto los inevitables inconvenientes que todas las parejas que incursionan a este estilo de vida tienen que superar.
      Que sean las parejas las que comenten como hicieron para enfrentar los celos, las dudas, los riesgos y el convertirlo en su estilo de vida.

      Agradecemos sus comentarios y sugerencias.
      Apple Clubs Moderador

  51. Que barbaros, qué buena experiencia la de la sirvienta. A mi novio a mí, el novio que tenía hace dos años, nos pasó algo muy similar con la empleada de la ferrteria. Sos fabulosas las experiencias que leo a quí. Sigan mandando. Me ponen a mil.

    Gaby

  52. Felipe y Estela:

    Que rica expriencia con Nancy. Felicidades por su relato. Me recordó mi expriencia con una secre que tuvimos en mi negocio. Mi esposa y yo lo hizimos varias veces con ella.
    Pero ahora soy viudo y pues ya sin mi mujer no es lo mismo. Felicidades por tan buenos relatos.

    Jaime Galván

  53. Nosotros somos swingers tardios, empezamos ya grandes y conocemos varios clubes del Distrito y contaremos nuestras experiencias en ellos, pero antes les hablaremos de como empezamos mi mujer y yo. Todo ocurrió hace tres años que fuimos a vivir a Oaxaca huyendo del Distrito.
    Nuestra nueva ciudad era agradable y tranquila. Nuestros hijos, gemelos de 23 años, se habían quedado a vivir en la ciudad de México. Mi esposa Estela y yo, Felipe, hemos habíamos llevado un matrimonio tradicional. Habíamos sido de costumbres más bien recatadas. No eramos lo que se dice unas fieras haciendo el amor.
    Rentabamos una linda casa en el centro de la ciudad, a unas cuadras de Santo Domingo. Y tuvimos que buscar una muchacha para ayudarnos en el quehacer. La sirvienta de unos vecinos nos consiguió a una joven de la costa, del Istmo. Se llama Nancy, es delgada y morena, de pechos grandes. Tiene rasgos indigenas y muy lindo caracter. Es trabajadora y alegre. No es nada fea sin que pueda exagerarse tampoco diciendo que es una beldad. Es una chica de poco más de veinte años que le dio un vuelco completo al ambiente de nuestra nueva casa.
    Debo reconocer que conformé avanzaban los días yo cada vez me iba fijando más en ella y estoy seguro que ella se daba cuenta de mis miradas. Tanto mi esposa como yo la tratábamos exageradamente bien. Al grado que se sentaba a la mesa a comer con nostros.
    Pero es el caso que yo me fui obsesionando con ella. El colmo fue cuando una tarde Estela me descubrió en el cuarto de Nancy, que había salido de casa a comprar pan. ¿Qué creen que estaba haciendo yo? Pues oliendo los calzoncitos de la muchacha. Ya se imaginan la pena que me dio.
    «No vuelvas a entrar aquí como un maniático sexual», me dijo mi mujer, se dio la media vuelta y se fue. Yo guardé la prenda en el cajón del que la había sacado y salí también del cuarto. La verguerza que tenía era terrible. Esa noche, ya metidos en la cama le pedí perdón. Pero Estela, contra lo que yo hubiera imaginado, no parecía muy disgustada. Me aseguró: «Lo entiendo, Nancy tiene algo». Y procedió a hacer algo que nunca había hecho. Se desabrochó el camisón y tomó mi mano. La llevó primero a los pechos, aún firmes a pesar de que ya pasa de los cuarenta, segundos después la llevó hacia abajo por su abdomen al filo de los calzones. La metió bajo de ellos y mi sorpresa fue mayuscula: no es que estuviera mojada, estaba empapada. Minutos después nos estábamos masturbando el uno al otro como nunca antes. Cuando Estela se subió y se clavó mi herramienta, me dijo con un tono desconocido: «¿Te gusta oler los calzoncitos de Nancy? ¿Te gustaría metersela como a mí?». Yo estaba estupefacto con lo que decía Estela y con su manera de moverse como jamás lo había hecho. La verdad nos venimos casi de inmediato como no ocurría hacia años.
    Los días volvieron a la tranquilidad, sin sobresaltos mayores. Pero una nochesita después de merendar, dado que hacía mucho calor, decidimos sentarnos en una salita de mimbre que tenemos en el patio bajo el corredor. Esperaríamos el fresco. Nos servimos un par de anises. Estábamos así disfrutando de la calma oaxaqueña cuando Nancy se sentó y nos anunció el próximo mes se casaría con un muchacho también del Istmo y nos pedía permiso para ausentarse por su luna de miel. Confieso que me quebró un rayo de celos. Desde luego, no dije nada. Estela, en cambió se levantó y le dio un abrazo. Además, fue por copas y abrió una botella de vino.
    Brindamos por el próximo matrimonio. Un brindis, dos, tres, nuevas copas, una nueva botella, la noche avanzaba. Nancy no parecia muy acosturmbrada a beber. Y Estela no paraba de llenarle la copa. La muchacha se veía ya un poco tomada y descuidó su forma de sentarse dejando que la falda se le subiera bastante con lo que yo podía extasiarme con sus muslos morenos.
    Las dos mujeres empezaron una conversación de la que yo parecía excluido. Aunque de vez en cuando mi mujer volteaba a verme con un gesto coqueto que yo no le conocía. La verdad es que mi media naranja estaba comportandose de una manera muy extraña. Le hacía preguntas dificiles a Nancy. La muchacha contestaba apenada y con risa nerviosa entre un sorbo y otro de vino. «Sí, señora Estela, ya lo hemos hecho muchas veces, mi novio no tiene quietas las manos nunca, jiji, ji, jiji». «Ay señora, como quiere que le diga eso… pero bueno pos sí, me gusta rete mucho, jiiii, ji, jiii, a quien no le va a gustar, jjjiiiii, pero creo que a mi mas que a todas, jjiiiii, siento unos escalofrios bien sabrosos cuando…., jiji, jiji». Ya cerca de la media noche, Nancy estaba algo más que achispada aunque se mantenía lucida a pesar de que se le arrastraban las palabras. Caló el fresco y Estela dispuso que nos tomariamos la última para ya irnos a dormir. Así ocurrió pero Nancy, al levantarse, empezó a dar tumbos.
    «Debemos llevarla hasta su cuarto, Felipe», me dijo mi esposa. Así lo hicimos. Yo tomé a nancy de un brazo y a Estela del otro. Sentir el calor del cuerpo de esa muchacha y rozar el nacimiento de uno de sus senos me provocaron una erección que me preocupó porque mi esposa podía notarla. Acostamos a Nancy bocarriba en su cama. Ella nos miraba y volvía a reirse jiiijiii. Hasta que cerró los ojos y pareció entrar en un sueño placentero. Pensé que Estela y yo ya nos retiraríamos pero mi señora me dijo que no podíamos dejarla dormir vestida. Tragué saliva. De uno de los cajones del mueble donde yo aquellla tarde yo había sacado los calzones, mi esposa sacó una batita corriente de color rosa. Me la dio para que se detuviera pero tambien extrajo dos tangas blancas y me dijo: «Huelelas cuanto quieras». Yo, busque el lugar exacto para olerlas. Mi mujer me miró con ese gesto desconocido de coquetaría extraña. Yo pensé que cómo podía ser que despues de tantos años uno pudiera descubrir que su esposa es bastante picara y, además, muy cachonda. Esa misma expresión tenía ahora al empezar a desabrochar con mucha lentitud la blusa de Nancy. Lo hacía mirándome oler los calzones de la muchacha.
    Estela me dijo mirándome bajo la cintura: «Desde hace un buen rato que lo tienes bien parado». Yo puse cara de que era contra mi voluntad y seguí oliendo las prendas y mirando al fin los grandes pechos de Nancy cubiertos con un sujetador tambien corriente de color azul palido y transparente.
    Mi esposa, con habilidad de cirujano para no despertarla ahora la despojaba de la blusa y tambien del brasiere. Ahi estaba Nancy como yo siempre había deseado verla: con el torso desnudo, con los pezones cafes y de grande aureola. Mi mujer los veía y luego me miraba a mí. Sin decir una palabra, los dos supimos que debíamos seguir. Por tanto, mi mujer, ahora comenzó la faena de quirale la faldita. lo hizo con identica maestria. Yo seguía parado a los pies de la cama. Así aparecio una tangita azulita y transparente como el brasiere. La prenda parecía muy usada pues tenía una rasgadura a la altura del pubis por donde salían unos pelitos negros y sedosos. Dejé la bata y los calzones sobre la comoda y procedí a acariciarme el pene sobre el pantalón.
    De pronto Estela se levantó de la cama, se acercó a mí, me dio un beso en la comisura de los labios y comenzó a denudarme. Me quitó el pantalón, la camisa y hasta los calzones. Mientras ella lo hacía, yo no dejaba de ver a Nancy en todo su esplendor sobre la cama. Entre besos en el cuello, mi mujer me dijo al oido en voz baja: «No está dormida y está tan caliente como nosotros». Al decirlo le dio un rico masaje a mi pene.
    Al poco rato volvió a la cama y dijo: «Me voy a desvestir porque hace mucho calor y me recostaré aquí con Nancy porque creo que debo seguir cuidándola, no sea que se vaya a sentir mal… Si tu quires puedes quedarte». La luz de la luna entraba por la ventana y una lamparita de tenue luz estaba prendida sobre el buro. Los minutos transcurrían en silencio y sin movimiento. Jalé una silla y me sente siempre a los pies de la cama. En esa penumbra tan sugerente, vi como Estela se desvestía como si difrutara cada vez que se quitaba una prenda. Se veía preciosa ya sin sujetador con sus pechos todavía apetecibles. Su tanga era pequeñita y negra y a los lados asomaban pelos. El contraste entre la piel blanca de mi mujer y la morena de la sirvienta era muy excitante.
    Ya no sabía que más esperar de mi esposa. Nancy permanecía bocaarriba y mi señora a un lado de ella con la boca muy cerca del oido de la chica. Siguió el silencio por un rato más hasta que Estela dijo con voz melososa. «Debes estar muy dormida, Nancy, porque se te pasaron las copas. Pero ya te desvestí para que estes comoda y espero que no te moleste que mi marido nos acompañe y que haya visto tus pechos que son tan bonitos y que hasta mí que soy mujer se me antojan». En ese instante vi como mi esposa llevo su mano a uno de los senos de la sirvienta. Casi se me corta la respiración. Lo único que se me ocurrió fue acariciar mi pene con mas enjundia. Mi mujer sobaba con muchas suavidad los pechos de la muchacha. Lo hacia con mucha cadencia, sin la menor prisa. Inicio un masaje a los pezones que crecieron de inmediato y muchisimo. «Sabes una cosa, Felipe, Nancy tiene los pezones bien duros, a la mejor está soñando con las caricias de su novio… Con tu permiso se los voy a chupar un poco para que siga soñando rico», me dijo y de inmediato empezó a pasear sus labios por el pecho hasta prendarse del pezón izquierdo para chuparlo de una manera deliciosa.
    «Ummmm, Felipe, Nancy tiene unas chichis muy ricas, ayyyy, que maravilla mamarselas así….». Nunca podría haber imaginado siquiera que mi esposa pudiera hablar así. Pero así era y mi pene estaba cada vez más parado y duro. Un pequeño gemido pareció traicionar a la muchacha. Pero luego todo volvió al silencio. Yo deje de masturbarme por miedo a venirme.
    Mi mujer volvió a hablar: «Sabes una cosa, Nancy, mi marido te quiere coger desde que te vio y ahora mismo se la está jalando mirándonos. Tu le gustas mucho y a escondidas huele tus calzones. Y, además, no sabía lo cachonda que podría ser yo, ni se imaginaba que pudiera gustarme acariciar a una mujer. Mi marido no conoce a su esposa, pero hoy ya me está conociendo y ya sabe que me encanta mamarte los pechos y que quiero mojar mis dedos en tu panochita, Nancy». Estela bajo la mano por el vientre de la chica. Yo me puse de pie para ver mejor. Con movimientos felinos, mi mujer se despojo de su tanga y le quitó la suya a Nancy. Los dedos de Estela se movían ya en el pubis de la muchacha, peludo y sedosos, encantador. Era una maravilla. Mi mujer acabó por meter los dedos, por acariciar el clitoris primero durante un largo rato para luego meter dos dedos en el interior humedo de aquel sexo belludo que me tenía hipnotizado.
    «Ayyy, Nancy, nos tienes bien calientes a los dos y tu estás empapada. Yo sé que estás despieta chiquita, que lo has estado siempre y sé que te encanta que te este metiendo los dedos así de rico. «Ayyyyyy, qué mojada, ¿te gusta que te coja con mis dedos, Nancy? Creo que sí, pero yo pienso que también te gustar la verga de mi marido».
    Estela me hizo una seña y me dijo: «Metesela, pero no te vayas a venir para que no quede embarazada». Mi mujer abrió las piernas de Nancy, las encogio para que su sexo estuviera más abierto y me lo mostró como si fuera un regalo para mí. Me subí a los pies de la cama y me hinqué. Levanté a Nancy de las caderas con delicadeza y la acomodé muy bien para entrar suavemente, poco a poco, disfrutando cada milimitro de esa vagina ensopada. Ya teniendo mi pene hasta bien adentro, disfrutando al máximo cada fracción de segundo ahi adentro, sintiendo esa tibieza lubricada, comence a moverme en circulos para luego meterlo y sacarlo una vez y otra vez, de la base a la cabeza, otra vez y ahora más rapido, muchas veces sintiendo como las sirvienta se amoldaba a mis embestidas.
    Nancy volvió a hablar con esa voz cachonda, ahora en voz muy alta: «¿Te gusta la verga de mi marido, Nancy?, ¿te gusta como te coge el señor». No hubo respuesta pero Estela insistio ahora metiendo la mano entre nosotros dos para empezar a masturbar el clitoris de la chica. «Responde, Nancy, ¿te gusta cómo te cogemos?» Esta vez ella si respondio: «Sí, señora, si, si me gusta mucho, si me gusta la cosa del señor y la mano de usted, si, si, ayyyyy, me gusta mucho, ayyy.» Sus gemidos y palabras eran deliciosos y senti como la muchacha se venia haciendo unos ruiditos muy ricos con la boca y moviendose a todo lo que daba. «Ayyyy, asi, señora, mas fuerte, maaaas, asi, que rico, señor, ayyyy.»
    Yo tambien estuve a punto de venirme pero logre aguantarme. Una vez que ella terminó me sali con el pene más que mojado y nunca tan duro en toda mi vida. Mi mujer le dijo a la muchacha: «Ahora me toca venirme a mí, Nancy y con suerte tu alcanzas una segunda vez. El señor también falta pero hoy se va a venir en mi de una manera que nunca antes lo ha hecho». Mi mujer se incorporó y se acomodó hacia los pies de la cama. Se acomodó de tal manera que se agachó y abrió las piernas de Nancy, la jaló y empezó a lamerle el sexo todavía jadeante. Despues me pidió: «Ahora metémelo desde atrás, mi amor». Yo entre a su vagina como cuchillo en mantequilla y empece a bombearla. Estela no dejaba de succionar y chupetear y lengutear y lamer el clitoris de Nancy.
    Sin duda en ese momento no habría un hombre más feliz y mas caliente sobre la faz de la tierra. Estela estaba tan mojada o mas que Nancy. Mi pene entraba y salía de su cuevita como si fuera un ser vivo enchido de placer y felicidad.
    Estaba a punto de venirme cuando Estela levanto la cabeza de entre las piernas de la sirvienta y me dijo: «Ahora metemelo como nunca antes, por atras, metemelo por el culo, Felipe». No dijo más, volvió a su tarea en la vagina de Nancy mientras yo procedía a obedecerla primero ensalivandome los dedos para meterselos por atras. Al poco, ya relajado el lugar, saque mi instrumento de su vulva y como ella me lo pidiera fui metiendolo muy poco a poco por esa otra puerta. No se imaginan el paraiso que es eso de probar por primera vez el culo de tu propia esposa. Ni siquiera lo había imaginado. A ambos nos dolió pero Estela no chistó y siguió en lo suyo sobre la vagina de la istmeña que ahora ya no solo gemia sino que casi gritaba.
    Estela volvió a levantar un poco la cabeza: «Uuummmmm, el señor me lo está metiendo por el culo, Nancy, uuuummm, que rico es que mi marido me coja por atras mientras yo te chupo, ayyy.» Seguimos un buen rato así hasta que ella me dijo: «Vente ya, mi amor, ayyyyy, vente en mi culito, vente que yo me estoy viniendo ayyyyyy, más mi amor». Empezo a venirse pero se quedo callada chupando con pasión el clitoris de Nancy que, a su vez, volvió a venirse entre pequeños gritos. Yo no me quede atras y pronto solté mi esperma en el culo de mi mujer.
    Reposamos los tres durante un rato, felices y extasiados. Después, Estela y yo empezamos a vestirnos. Dejamos a Nancy encueradita y ahora sí al parecer de verdad dormida. Mi mujer y yo dormimos como benditos hasta el medio día. Pero cuando buscamos a Nancy en su cuarto, vimos que había recogido sus cosas y se había ido. Eso pasó tres años y ya la muchacha no volvió. Por razones largas de contar, tuvimos que volver a la ciudad de México y aquí nos hizimos swingers completos en el club de Pedro. En la próxima contaremos nuestras primeras experiencia en ese club.
    Felipe y Estela

  54. Hola:
    Que bueno, ricos y sabrosos relatos. Están super, debían destacarlos más para que todos los leyeran, estan como escondidos. Se los leí a mi chava y ya imaginan todo lo que pasó. Iremos a México a uno de esos clubes, eso es seguro.

    Mat.

  55. Estoy muy interesada en entrar en este mundo swinger pues tan solo a leer los relatos me calente tanto que lo que mas quiero ahorita es coger con mi marido ojala puedieran enviarme las direcciones y telefonos para ir a uno de esos clubles

  56. hola:

    los relatos estan geniales, recien nosotros queremos entrar en este ambiente y queremos y Acapulco, xq somos de Guerrero, pero no hemos recibido respuesta, de que manera no pudieran apoyar en intercambiar fotos y obviamente parejas…
    saludos… esperamos respuesta.

  57. Hola, somo extranjeros de Venezuela y no conocemos clubes swinger en Mexico.
    NOTA DEL MODERADOR
    Tenemos un dilema con la publicacion de su post… nos gustaria permitir que les den informacion sobre su pregunta, pero al hacerlo se estarian generando anuncios especificos y que no permitimos.
    Les pedimos les hagan llegar mensajes directamente a las parejas que hacen referencias de determinados clubs con sus preguntas, para que de manera directa ellos les puedan responder.
    Ofrecemos nuestras disculpas y agradecemos su comprension.
    Con nuestros cordiales saludos.
    Apple Clubs Moderador

  58. Hola aparejas cachondas:

    Estuvimos con Pedro la semana pasada. Uffffff y recontra uffff. Nos situamos cerca de la pista. A lado un señor ya mayor con una chava muy joven hacían de todo. Mi Rosy se calentó de verlos. El show lo vimos en primera fila. Acariciamos a los strippers sin mandarnos mucho. Subimos al cuarto oscuro. Una mujer muy alta y la mas guapa de la noche, junto con su marido, se sentaron junto a nosotros en el cuarto oscuro. Igual que nosotros, sólo miraban. Igual que nosotros, ellos rechazaban a los que querían acercarse y tocar. Así, sólo mirando, pasó media hora. Pero yo saque mi pene y comencé a masturbarme mirando a dos chicas hacerlo de pie frente a nosotros cuatro. Mi Rosy me masturbaba. Era muy suave estar así. De pronto, la mano de la mujer se posó sobre la de Rosy que retiró la suya. Ahora era esa mujer la que me masturbaba. El marido nos veía, Rosy nos veía. Se bajó la tanga, se subió la falda. me puso el condón y se subió en mí. Se vino en cosa de minutos, no arriba de cinco. Se bajó, me cambió el condón y entre caricias a Rosy, le llevó a subirse en mí. Mi mujer y yo casi nos venimos juntos. Ellos se habían ido. Todo fue muy tierno y maravilloso.
    Gabo y Rosy

  59. Hola parejas swinger:
    Fuimos al club de pedro y esto fue lo que ocurrió:
    12:00 pm Carmen, mi esposa, llevaba una mini blanca. Nos sentamos abajo de la cabina de sonido y vimos bailar a las parejas. Junto a nosotros una pareja se besaba y se acariciaba de manera cada vez más atrevida. Pedimos tequilas
    01:00 pm Bailamos en la pista repleta de parejas. Una de ellas se acercó a nosotros. Ella era blanca y alta, llevaba unos pantalones azules muy ajustados. Muy guapa aunque no joven.
    01:00 pm Fuimos a su mesa. La mujer me acariciaba la pierna.
    01:30 Vimos los cuatro en silencio en show. La mujer ahora me acariciaba mas arriba. Cuando los strippers pasaron a nuestra mesa, tanto la mujer que se llamaba Irma, como mi esposa, acariciaron por todos lados a los strippers.
    02:00 Las parejas subían al cuarto oscuro y nosotros cuatro nos quedamos casi solos en la penumbra.
    02:30 Irma me acariciaba de lo más rico. Ya me había sacado el miembro. Su esposo también se sacó el pene. Mi esposa lo tomó en su mano y me dijo: «Mira mi amor, es super grande». En verdad lo era, pensé que medía el doble que el mio. Hasta me dio pena.
    03:00 Mi esposa se subió en el tipo y empezaron a hacerlo. Irma también se subió en mi. Era un delicia ver disfrutar así a mi esposa. Yo duré como diez minutos en terminar. El tipo como veinticinco. Ellos si hicieron distintas posiciones. Mi mujer tuvo dos orgasmos.
    03:45 Salimos del lugar. Yo iba satisfecho sexualmente pero entre enojado y apenado por haber terminando tan rápido. Mi esposa estaba contenta.
    04:30 Ya metidos en la cama, al notarme extraño, mi esposa me acarició y me hizo sexo oral. Fue maravilloso. Se me quitó lo molesto y nos dormimos.

    Abelardo

  60. Hola:

    Somos una pareja swinger de 32 años ambos. En dias pasados conocimos a una pareja tambien swinger. El hombre era muy flaco y serio y ella muy simpatica y platicadora. Nos conocimos en el club de Pedro. Solo platicábamos de vez en cuando cada pareja en su mesa. De probto él se me pego mucho. Yo no sabia que hacer porque no ibamos con animo mas que de ver a los strippers y solo hacerlo entre nosotros. Pero esa cercanía del tipo me gusto. Me empecé a besar con mi marido y mis pompas casi tocaban el cuerpo del individuo. de pronto la chica se cambio de lugar y se sentó junto a mi marido. Ya todas las parejas iban subiendo al cuarto oscuro. Nosotros cuatro nos quedamos en nuestros lugares, al fondo, en el lugar de mas penumbra. Seguí besando a beto cuando vi la mano de la chica acariciando el pene de mi media naranja. En ese mismo instante senti la mano del marido de ella entrando por abajo de mi mini.
    Todo fue maravilloso, no hubo penetración solo caricias. Nos masturbamos todos contra todos y fue muy rico.

    Fue una noche muy especial.

    Lulu y Beto

  61. Hola a todos

    La semana pasada fuimos por segunda vez a un club swinger y fue la primera vez que beso un mujer y yo a ella. Nuestros maridos solo veian. Desde que me beso esa guapa desconocida, supe que lo haria todo con ella. Fue mientras bailamos, ya todas las parejas se habian ido al cuarto oscuro. Mi marido y yo bailabamos en la pista y nos besabamos y tocabamos. Pero llego esa pareja y empezaron a bailar tambien y se acercaron a nosotros. Ella muy guapa y el atractivo. El hombre se acerco y nos propuso que cambiramos de pareja y mi esposo acepto. Yo empece a bailar con el desconocido y mi marido con la chica que era como de mi estatura, delgada y con el pelo corto. El hombre me apreto pero sin propasarse y me hablaba con voz sensual al oido diciendome que su mujer esra tremenda de caliente y me decia que la mirara. En efecto, ella parecia estar muy excitada por como se movia con mi marido. El desconocido me pregunto si me atreveria a bailar con ella y no me dio tiempo de contestarle. Sencillamente se reiro de mi y su mujer se fue conmigo. Me tomo de la cintura, me abrazo y se me quedo mirando a los ojos. Yo estaba muy nerviosa. En especial cuando ella empezo a mover mucho su pelvis. Luego de dos piezas, ella, que yo creo que ya sabia que yo estaba excitada, sencillamente me beso de forma apasionada. Me dio un beso al que le siguieron otros mas. Los hombres estaban atras de nosotras y nos abrazaban pegando sus miembros a nuestros cuerpos. Mo tardo la chica en comenzar a acariciar mis pechos y asi me fue excitando cada vez mas. Me encantaba lo que estaba sintiendo. Nunca habia sentido las caricias de una mujer. Nos fuimos los cuatro a un rincon muy oscuro y ahi sentadas nos empezamos a acariciar mas atrevidamente entre nosotras. Lo que sucedio despues se los dejo a su imaginacion, solo les digo que me vine dos veces con ella y una con mi marido.

    Hasta pronto y sigan contando aqui sus experiencias en los clubes swinger. Cuenten incluso las que han sido malas para saber.

    Marcela

  62. Mi cuñada y yo…..
    Toda la vida desee hacerle el amor a la hermana de mi mujer , constantemente la asediaba y ella muy sutilmente me apartaba recordandome que eramos casi familia.La espiaba en el baño , en la alcoba y a ella creo que no le disgustaba una noche me atravì a mostrarle mi pene desde mi alcoba y ella esbozò una leve sonrisa.
    Un dìa de diciembre hace poco màs de 3 años la encontrè en un bar con unas amigas suyas y despuès de muchas copas me desafiaron a que no las llevaba a un bar swinger muy nombrado en Bogotà; entramos tres mujers y yo al principio el vigilante se puso un poco pesado pero varias parejas que venìan ingresando nos apoyaron y asì pudimos acomodarnos.Vimos shows lesbicos ,una pareja haciendo ela mor y al llegar la famosa hora loca sacaron a bailar a 2 de las amigas de mi cuñada por lo que decidì bailar con ellas( las 2), y comenzamos a abrazarnos besèlos pechos de su amiga sobre su blusa a ella le coloque los dedos entre sus los labios de su boca y luego baje a sus senos sin protesta alguna nos sentamos y bese a su amiga mientras me saquè el pene llevando la mano de micuñada hacia el…no opuso resistencia y yo ya besaba la vulva de sua miga que no tenià un solo vello y estaba empapada.mi cuñada estaba algo ebria pero sabià que estaba arrecha por su respiracion por lo que me levante , la besè freneticamente y lleguè a su pubis que tanto anhelaba ; tambien estaba depilado se lo besè hasta qye alcanzò un orgasmo profundo su clìtoris vibraba al compas de su respiraciòn y la penetre casi sin darse cuenta..su amiga se masturbaba con frenesì yb yo termine casi al instante por tener tanta pasiòn acumulada…decidimos irnos de alli para un motel donde terminamos haciendo un trìo espectacular.
    Todavia somos amantes los tres y mi esposa sospecha de lo nuestro …..

  63. LO QUER NOS PASÓ EN EL CLUB DE PEDRO LÓPEZ
    Primero comienzo con presentarnos: somos un matrimonio de cinco años de casados aún sin hijos porque Alicia no quiere todavía. Tenemos los dos 32 años y, gracias a dios, la pasamos muy bien en la cama. Mi mujer es una joya. Es muy sensual y también es muy buena esposa, muy atenta y cariñosa conmigo y, además, responsable con los asuntos de la casa. Por si fuera poco es atractiva: delgada y alta, de una figura muy estilizada. Tiene rasgos muy finos, viste muy elegante. La verdad a mi me encanta y me sigue gustando y excitando como el día que la conocí.
    Pero, siempre hay un pero, hay que decirlo, tiene un gran defecto: siempre se cree la más bonita de todas, la más elegante, la más aristócrata. Aunque viene de la clase media, ella se siente Lady Di o la princesa de Monaco. Y eso a mí me molesta mucho porque Alicia, en ocasiones, puede resultar muy despreciativa hacia las personas que ella considera que no tienen clase. Odio cuando dice de fulano o mengano «pero si es un naco».
    Varias veces hemos peleado por esa actitud tan racista y, debo aceptar, que algo se ha moderado. Pero a veces Alicia se olvida de todo y puede ser muy odiosa con algunas gentes.
    Por todos esos antecedentes que les cuento más me resulta increíble lo que nos pasó el mes de febrero pasado. Nunca lo hubiera pensado.
    Pero antes de referirles lo que ocurrió es necesario darles un par de antecedentes más. No sé por qué, más o menos a los dos años de casados, yo empecé a imaginar y fantasear con situaciones eróticas en las que participaban con nosotros otras parejas. Así, mientras hacíamos el amor yo inventaba cosas y se las iba diciendo. Al principio ella sólo me seguía y se excitaba mucho pero después también comenzó a participar inventando personas de su agrado con las que hacíamos de todo: Un matrimonio de millonarios en un yate, una actriz famosa en una cabaña, un junior en una disco, un ejecutivo maduro en un elevador. No saben cómo se ponía Alicia con esas fantasías, se venía hasta tres veces en una misma ocasión.
    Pues fue el caso que después de mucho necesar, como al tercer año de nuestro matrimonio, logré que pudiéramos asistir por primera vez a un club swinger. Yo digo que la pasamos bien aunque sólo fuera mirando. Pero ella decidió que no volvería más porque no le había gustado el ambiente y mucho menos la calidad de la gente. Pero yo insistí y, pasadas algunas semanas, volvimos a ir y así se fue acostumbrando a ir conmigo una vez al mes aunque siempre refunfuñando y quejándose del tipo de personas que asistían. Ya llevamos casi dos años acudiendo a ese lugar y mi mujer finge que va sólo por complacerme. Pero yo sé que se excita mucho con todo lo que ocurre en ese antro de parejas. Lo sé porque al llegar a casa, ya de madrugada, está muy excitada y hace el amor con el triple o cuadruple de ganas. Pero lo cierto es que dentro del club ella sólo observa y no permite casi nada más. Durante estos dos años yo he insistido en que interactuemos con alguna pareja pero Alicia se ha negado por completo. Así que sólo miramos y nos acariciamos por encima de la ropa. Jamás me ha permitido que la desnude como hacen casi todas las demás parejas.
    Como Alicia es guapa, aunque no tanto como ella se siente, se nos han acercado parejas de todo tipo y clases sociales pero siempre sin éxito. Una vez se acercó una pareja muy elegante y que se veía de amplias posibilidades económicas: guapo él y super bonita ella. No querían sino platicar y ver que podía salir entre los cuatro. Pero hasta ellos los rechazó Alicia con un gesto medio grosero.
    Pocas veces Alicia ha querido subir al cuarto oscuro. Prefiere quedarse conmigo a tomar la última copa cuando las demás parejas suben y nos dejan casi solos en la planta baja. Sólo en ese momento me permite que le acaricie los pechos sobre la blusa, que acerque mi mano a sus muslos y en más de una ocasión ella me ha acariciado el pene pero por encima del pantalón. Pero nada más. Sé que debo esperar hasta llegar a la casa.
    Pero esa noche fría de febrero, Alicia sí aceptó que subiéramos. Me advirtió, como siempre, que sólo a ver. Y que debíamos conseguir mesa en la estancia que está antes de entrar al cuarto oscuro y que es como un bar en penumbra de mesas bajas. Que al cuarto oscuro sólo nos asomaríamos por la ventana.
    Di una fuerte propina al mesero y subimos siguiéndolo. La única mesa que quedaba vacía estaba en rincón en penumbra de esa estancia previa al cuarto oscuro. Ahí nos sentamos. Pero Alicia puso cara de pocos amigos cuando, al acostumbrar la vista al lugar, vio que enfrente de nosotros estaba una pareja bastante garrona. Para ser más claros, la mesa de ellos estaba a menos de medio paso de la nuestra y no había otras. Tuve que rogarle a Alicia que nos quedáramos aunque fuera un rato.
    En verdad ellos eran muy feos y de mala pinta. Ella era gordita, chaparra y morena, con el pelo largo y lentes. Su marido parecía gánster de mala película mexicana: fornido, muy alto, con una cicatriz en la mejilla y de pelo seboso. Vestían muy mal, él con chamarra del cruz azul y ella con una mini muy vulgar.
    Nos trajeron los tragos y de inmediato la mujer extendió la mano presentándose como Celina. Mi mujer casi no le da la mano. Yo pedí la cuenta porque sabía de la incomodidad de mi mujer.
    Celina se percato del desprecio de mi esposa y nos dijo:
    «No se preocupen que no mordemos… Ya sé que estamos medios gachos, pero no molestamos a nadie. Tómense tranquilos sus copas y luego se van —nos dijo y agregó dirigiéndose a Alicia—: Que bonita eres princesita, no tengas miedo de nada que ni nos acercaremos. Aquí Fidencio, mi marido, sabe qué tipo de pulgas brincan en nuestro petate y tú no eres de esas —concluyó sonriendo.
    Celina chocó su copa con la nuestras. Alicia me pellizcó la mano como diciendo: «pero qué naca». A mí, en cambio, la gordita me pareció de lo más buena onda. Mientras tanto las parejas entraban y salían de cuarto oscuro. Tomé la mano de mi mujer y salimos de aquel rinconcito para ir a ver por la ventana del cuarto. En cuanto miré se me paró el pene. Era una orgía maravillosa allá adentro. Parejas cambiadas, sexo en grupo, sexo bisexual entre tres chicas, de todo había. Duramos ahí más de quince minutos mirando. Yo abrazaba a mi mujer, la besaba en el cuello y los hombros. Sin duda ella también estaba muy excitada porque de vez en cuando me rozaba el pene con el dorso de su mano. Yo me percaté que al lado nuestro, también de pie y mirando, estaba una pareja que nos miraba de reojo. Ella era alta y rubia y él un hombre joven con cuerpo de stripper. Ambos parecían de muy buena posición social. Yo me atreví a abrazar más a mi mujer y decirle: «Mira, Alicia, ellos sí te van a gustar y se mueren por acercarse a nosotros». Con discreción mi mujer volteo a mirarlos y, por primera vez en dos años, me comentó que eran agradables y nice. Pasaron así otros minutos hasta que él se atrevió a hablarle a mi esposa: «Ustedes nos gustan mucho, podríamos hacer varias cosas juntos, la que ustedes decidan: ir sólo a conversar a nuestra mesa, meternos al cuarto oscuro los cuatro o irnos a nuestra casa en San Angel, ¿qué les gustaría más?». Yo me emocioné porque creí que mi mujer iba a decir que sí a alguna de las propuestas porque de verdad era una pareja de su estilo, pero para mi desgracia ella sólo respondió: «muchas gracias, pero nosotros no intercambiamos con nadie». Me tomó de la mano y me llevó a nuestra mesa, se sentó y me dijo: «Paga la cuenta. Nos vamos». Sin embargo yo sabía que estaba excitada por lo que habíamos estado viendo y por la propuesta de la pareja.
    La pareja de feos ahora nos miraba fijamente. Era una mirada de pocos amigos la de Fidencio, era una mirada amistosa la de Celina. Ella dijo en voz alta: «Qué pasa, princesita, todavía de mal humor. Aquí es para venir a estar contentos, no para estar así como tú. ¿O es que acaso todavía no te calientas lo suficiente?”.
    Desde luego, Alicia no contestó a esa pregunta. Lo cierto es que Celina sólo quería ser agradable y amistosa. Y continuó: «Mira, princesita, nosotros podemos hacerte la noche agradable. Es más, si yo tuviera dinero o algo de valor, te apostaría a que en menos de media hora te quitamos esa carita enojada y, además, te ponemos bien cachonda». La mujer soltó una carcajada al ver la expresión de incredulidad de mi esposa. Pero siguió adelante diciendo «Sólo media hora, jajaaaaja».
    Alicia y yo estábamos mudos con la actitud tan desinhibida y amigable de Celina. La pareja de San Angel se paseaba cerca de nuestro hueco como si quisieran hacer un nuevo intento de llevarnos con ellos.
    «Mira, princesita, Fidencio y yo estamos bien feos, pero sabemos gozar y hacer gozar. Yo era casada cuando lo conocí y en cuanto me llevó a la cama, dejé a mi marido y desde entonces nos la pasamos dándole bien duro. Pero como sé que él no tiene límites, aprendí a ser yo mismo la que le ayuda a conseguir mujeres. Al principio le llevaba putas, pero no nos caían demasiado bien. Luego descubrimos la onda swinger y aquí hago lo posible por tratar de que de vez en cuando se coja a alguna chiquita apretada como tú. Por feos, pocas veces lo hemos logrado, pero en esas ocasiones ellas quedan más que satisfechas, princesita. ¿Quieres saber por qué?»
    Tanto Alicia como yo estábamos como hipnotizados, muy pendientes de lo que decía aquella mujer. Mientras tanto, el tal Fidencio le desabrochaba la blusa y la falda a su mujer. Ella hablaba y él la desvestía.
    «Yo Te voy a decir porque Fidencio coge tan rico, princesita. No, no te imagines que porque la tiene muy grande, la tiene normal, pero sabe usarla, princesa, y sabe lo que las mujeres queremos y dónde, cuándo y cómo lo queremos. Por ejemplo, princesa, él sabe que yo ahorita ya estoy calentándome mucho de sólo hablarles a ustedes. Y sabe muy bien que quiero enseñarles mis cositas. Estoy segura que les gustarán y ni se fijarán en las lonjitas.»
    La mujer quedó en tanga y brasiere. Se acomodó en la silla y continuó: «El sabe que a mi me pone loca enseñar mi panocha, lo sabe muy bien, ¿verdad que si, Fidencio? Enseñársela a una princesita y a su esposo».
    Acto seguido se bajó la tanga, abrió las piernas y comenzó a tocarse su sexo muy peludo y volvió a hablar: «Fidencio sabe que estoy muy mojada y que mis dedos resbalan muy rico por mi pachonita y sabe también que me gustaría que el esposo de la princesita tocara aunque fuera un poco este clítoris tan grande como la punta de un dedito, mi botoncito que esta que explota de tan gordito.»
    Yo veía aquel sexo grande y velludo y ese clítoris tan grande como no había visto ninguno. En eso el hombre se paró, quitó las mesas de en medio y tomó mi mano y la llevó al sexo de su señora. Yo voltee a ver a Alicia que estaba como obnubilada. Ella también veía aquel sexo femenino tan peludo. Los gemidos de Celina eran suavecitos. Yo la acariciaba sintiendo una tremenda excitación. Cada vez su sexo se mojaba más. Debo reconocer que nunca había tocado uno tan mojado, y un clítoris tan parado y duro. Era una delicia meter mis dedos, subirlos y bajarlos por aquella vagina encantadora. Me había olvidado si aquella señora era fea o guapa, su sexo era mágico. Metí tres dedos y los movía mientras ella agitaba con tersura sus caderas.
    “Mira que rico me dedea tu marido, princesa y mira que rico me vengo en su mano. Celina apretó mi mano con sus piernas y mis dedos lograron la mayor profundida. Se vino en mi mano con un gemido largo y diciendo: “Así, asiiii, me vengo, Fidenciooooo”.
    Reposó un ratito y luego retiró mi mano. Acto seguido procedió a sentarse junto a Alicia y dijo: «Ya que yo me vine tan rico con la ayuda de tu esposo, Fidencio ahora sabe que tú y yo queremos ver su verga».
    Se hizo un gran silencio. El hombre mal vestido y con pinta de un individuo sucio, de pie todavía se bajó el pantalón y luego el calzón y comenzó a masturbarse casi frente a las dos mujeres.
    Yo no daba crédito cómo Alicia seguía ahí, con la cara colorada, mirando aquel falo. «Así, mi amor, a la princesita le gusta que te masturbes para nosotras». El individuo lo hacía con lentitud y hasta puedo decir que a mi mismo se me antojo un poco aquel instrumento. Celina volvió a atacar:
    «Vete para allá, Fidencio, siéntate en tú lugar y no dejes de hacerte tu chaqueta que le gusta mucho a esta niñita». El hombre obedeció.
    Acto seguido, Celina dijo: «Pero princesita, ¿todavía estas vestida? Con las ganas de coger que has de tener. Mira que te ayudo.» La mujer le empezó a quitar la blusa y el brasiere. Era increíble lo que yo estaba viendo. Cómo era posible que una mujer así hubiera desvistiendo a mi mujercita que no dejaba de mirar a ese naco que se masturbaba para ella. Pero tan caliente me sentía yo también que me saqué mi herramienta y empecé a masturbarme como lo hacía Fidencio.
    El hombre le dijo a su Celina: «Ya encuérala toda»
    «Ya oíste, mi Fidencio sabe que tú quieres encuerarte y enseñarle tu panochita que ha de estar pelona como la de las niñitas apretadas. De inmediato, le bajó la flada y luego la tanga rosa que Alicia llevaba. Créanme que yo casi bramaba al ver esa escena porque Fidencio dijo: «Dale una masaje en la panocha». La mujer bajó su mano y la metió entre las piernas de mi esposa diciendo: «Vamos a ver, princesa, pero si estás ardiendo en calentura, estás más caliente que yo. Mira la que no quería si está mojada hasta los muslos”.
    Celina masturbaba a mi mujer. Fidencio y yo hacíamos lo propio. La pareja de San Angel se había parado cerca de nosotros y miraban incrédulos a la mujer que los había despreciado para gozar con las caricias de Celina. Cuando Alicia estaba a punto de venirse, la mujer retiró su mano diciéndole: “Todavía no, princesa, la primera venida siempre es para mi marido”. Mi mujercita estaba entregada a ellos y yo lo disfrutaba sin resquemor alguno.
    De vez en cuando volteaba a ver a la pareja de ricos que se abrazaban y besaban de pie viendo la escena porque Celina tomó a mi mujer de la mano y la llevo hacia Fidencio como si estuviera entregando una novia. El patán aquel sólo dijo: “Móntate, princesa”. Alicia obedeció subiéndose en aquel tipo que empezó a besarla de una manera muy ruda y darle nalgadas no muy fuertes. Oía los gemidos de mi esposa al irse metiendo aquel falo y los gruñidos de Fidencio que algo le decía a mi media naranja. Pero fue verdad, ella no tardó en empezar a cabalgar, literalmente a cabalgar. Subía y bajaba con fuerza y rapidez metiendo y sacando así el instrumento del hombre que ahora le acariciaba los senos diciéndole: “Así, cométela toda”. Alicia en verdad estaba convertida en una gata en celo.
    No tardó Celina en acercarse a mí. Se sentó a mi lado y como algo muy natural tomó mi pene y comenzó a masturbarme al tiempo que aseguraba: “Mira que guardadito tenías que tu esposa fuera tan caliente. ¿Te gusta ver cómo goza con la verga de otro?”. No respondí, tan sólo seguí disfrutando la caricia y mirando a Alicia montada en aquello y presa de un frenesí que jamás había sentido conmigo. La vi fuera de sí venirse diciendo palabrotas al tiempo que Celina me decía: “Mira lo cachonda que es tu esposa, mira cómo se viene gritando”. De verdad Alicia casi gritaba. Ese orgasmo de mi mujer fue seguramente el más largo de su vida.
    Después se calmó un poco pero seguía moviéndose hasta que Fidencio le dijo: “En tu boca, en tu boca”. Ella entendió, se bajó lentamente, se hincó y fue engullendo el instrumento lleno de sus jugos. Yo no salía de mi consternación, pero seguía disfrutando de la caricia de Celina que ahora comenzó a bajar su cabeza hasta que llegó a mi pene y le empezó a dar lengüetazos en la punta para después metérselo hasta la mitad y empezar a chuparlo de lo más rico. Su lengua y boca expertas eran una delicia a la que se sumaba la vista que tenía enfrente de mí: Alicia mamando hincada, con el trasero al aire y con una mano entre sus piernas masturbándose, esperando a que el tipo aquel acabara en su boca. Eso ocurrió entre gruñidos del individuo y al tiempo que Alicia se venía también con su propia caricia. En ese momento yo no pude aguantas más y también me vine en la boquita maravillosa de Celina. Más que venirme, estallé con chorros de esperma que ella engulló gustosa tal como lo había hecho mi esposa con su marido.
    Mi mujer se incorporó y fue a sentarse a mi lado. Celina volvió con Fidencio. Alicia y yo comenzamos a vestirnos lenta y gustosamente, como si estuviéramos en la calma después de la tempestad. La pareja de San Ángel, al ver que pagábamos y nos retirábamos, pasó a sentarse donde nosotros estábamos. Ya íbamos de salida cuando mi esposa me dijo, “olvidé algo” y regresó. Lo que había olvidado era despedirse de Fidencio. De lejos vi que Alicia se acercó a él y le dio un beso en la boca. Fue un beso largo durante el cual el tipo aprovechó para meter la mano bajo la falda de mi mujer como si también debiera despedirse de aquella vagina de princesa. También vi cómo Celina ya estaba sentada al lado de la chica de San ángel desabrochándole la blusa.
    De entonces a la fecha han transcurrido varios meses. A mi esposa se le ha quitado lo elitista y ahora sí hemos intercambiado en el club con tres parejas más, incluida la pareja de San Ángel que va al club una vez cada quince días. Pero, dicho por mi mujer, nada tan enloquecedor con lo que vivimos con Fidencio y Celina. No los hemos vuelto a ver. Si por casualidad leen esto, le diremos que el próximo miércoles estaremos en el club.
    Miguel Aguilar Comonfort

  64. Hola:
    Mi nombre es Miriam, tengo 29 años, soy divorciada. Alguien me puede contar más a detalle como funciona un club, cual es el mejor, que sucede, como hay que ir, etc.
    No busco contacto alguno. Solo información porque pienso llevara mi galan del dia de su cumpleaños el 20 de Julio. ¿Creen que le guste? Él es muy liberal y de hecho me ha pedido algo así y yo lo quiero complacer y complacerme a mi tambien. Ojalá y podamos vivir aventuras como las que se cuentan más arriba. Yo me volvería loca de gusta. Ojo, no busco ningun contacto, insisto, solo iremos mi novio y yo.

    Besos.

    Miriam

  65. Hola:
    Nosotros que hemos visitado casi todos los clubes, y que por cierto, no intercambiamos, solo vemos y nada mas entre nosotros lo hacemos, pensamos que los dos mejores son el de Pedro y el Coliseum. Son tambien los más grandes y los más caros. Son los mejores por la comodidad de sus instalaciones, por el anonimato en que se envuelven ahi las parejas y porque llegan parejas de todo tipo y clases sociales, auqnue domina la calse media.
    Hay algunos que son de plano fraudes.
    La proxima vez les contamos lo que vimos en el Coliseum
    Carlos

  66. hola a todos, felicitaciones a todos los que han compartido sus experiencias, creo que son básicos para quiénes nos estamos iniciando en el mundoswinger. Mi novio de 40 y yo de 34 hemos asistido en 2 ocasiones. La primera con Pedro y aunque no había mucha gente y era de un perfil mmm digamos distinto a «gente bonita» nos agrado el trato. Solo vimos, a mi me puso súper caliente ver y cuando mi pareja empezó a acariciarme wow!
    La siguiente ocasión a un lugar que definitivamente muestra que se les ocurrió ocupar en algo la casa a la esposa y a la comadre, es la casa swinger que esta en la nápoles creo…
    Ahinla línea del morbo es demasiado transgresora, supuestamente se reservan es derechobde admisiony bueno creo que nada que ver.
    Ojalá puedan compartirnos algunos lugares recomendables, lamentablemente todo es dinero y hasta para interesarte en informacion del mundo swinger hay que pagar una membresia… Saludos

  67. Soy Rolando de 29 años, me casè hace dos con una chava que me encanta. Yo empecé a fantasear con la onda swinger y ella me siguió. Hace unos meses nos iniciamos. Hemos ido eces al club swinger. Las dos primeras sólo vimos aunque nos calentamos mucho. La primera lo hicimos hasta llegar a casa, la segunda nos masturbamos uno al otros en el coche como cuando eramos novios y ella me hizo sexo oral y termine en su boquita. Pero la tercera vez lo hizimos dos veces en el club, la primera en nuestra propia mesa cuando las parejas se subían al cuarto oscuro. Mi mujer se montó en mi y lo hizimos bien rico. Pero luego subimos y entrasmos al cuarto oscuro. Yo ya estaba listo para otra batalla. Empecé a acariciar y Yuri, mi chava, junto a una pareja ya madura. En eso estaba cuando la señora que estaba bien buena, extendio la mano y me acarició a mi el pene. Yo me dejé. Esa pareja se super pegó a nosotros. Después ella me sacó el miembro y comenzó a masturbarme. El marido solo veía. Ya era grande. Pero luego la cosa se puso dificil, la señora abandono mi pene y llevó su mano hasta los pechos de mi esposa. Al principio ella le quitó la mano, pero la señora insistió dos veces y Yuri acabo aceptando. Para no hacer largo el cuento. Solo les digo, que ahi en el cuarto oscuro, yo me vine en la mano de esa señora. Pero también tuvo un orgasmo mi mujer en la mano magica de la señora que la masturbo dedeandola de lo más sabroso a juzgar por los gemidos de mi mujer.
    Ha sido la aventura más cachonda de mi vida.

    Rolando

  68. Hola:

    Gracias al artículo de Susana pudimos ir al club de masturbación. Ya hemos asistado a dos sesiones. Es lo mejor que hemos visto. Los clubes swingers son vulgares en muchos sentidos. Este club de la masturbacion es erotico pero espiritual. Ayudar a una chica a masturbarse y que ella te ayude a ti y que a tu esposa le ocurra lo mismo es algo que jamas habiamos imaginado. No volveremos a los clubes swinger.

    Victor y Alma

  69. Hola:
    Nosotros fuimos a un club chafisima en un depto en la roma. Ni erotico era. Las parejas estaban bien rucas y nada resultaba cachondo. nos salimos como a las dos horas y no pensamos volver a ir nunca.

    Samuel

  70. Hola:
    Hemos ido a dos clubs y nos quedan ganas de volverlo a hacer, encontramos puras parejas muy corrientonas y la mayoría muy mal fisicamente. Aunque dificil, segiremos nosotros insistiendo en contatar en lugares publicos para ver si hay quimica. Guacala los clubs.

    Bernardo

  71. Hola:
    Nosotros fuimos al Coliseum el año pasado y no hemos podido volver pero en cuanto podamos lo haremos. Fue un agasajo, solo vimos, pero lo que vimos resulto tan cachondo que todavía nos dura. Entramos y todo normal como en una disco. Pero luego llegaron los strippers y wooo, ya desnudos, hombre y mujer se carecaron a las mesas para que los toquetearan las parejas. Mi chava sólo le acarició el pecho y las nalgas, yo si me di vuelo con aquella guera nalgona.
    Despues bajamos al cuarto oscuro y todo fue una orgia en la que se veía de todo, en especial, a nuestro lado dos parejas no dejaban nada a la imaginación. Ella esran bi y se chupaban todo. Incluso una de ellas, ya mayor, pero superbuena, quiso tocar a Mirna, mi mujer, pero ella la rechazo amablemente.
    Nosotros vimos como una hora y luego Mirna nada más se arremango la mini, me sacó el pene y se montó en mi. Era una locura estar viendo todo aquello y hacer el amor así muy poquito a poco, sin acelerarnos, Yo creo que así duramos más de media hora hasta que terminamos. La mejor experiencia sexual que hemos tenido.
    Que bueno que abrieron esta sección. Nos gustaría leer más historias ocurridas dentro de los clubes. Parejas, escribanos.

    Robero y Mirna-

  72. Hola.
    Fuimos un miercoles al club de Pedro. Fue en diciembre y había bien poquitas parejas. Pero como que mas selectas que los otros días, mas guapas pues. Mi chava y yo estabamos con muchas ganas. Desde que llegamos nos cayó bien una pareja de Torreón que nos hizo platica.
    Como no soy buen escritor, no puedo contar como las historias de aquí mismo. Solo les digo que esa noche mi novia tuvo su primer relacion con una mujer. La chava aquella la condujo muy sutilmente y mi noviecita se dejo hacer todo por ella. Fue una delicia verlas. Na da màs les digo que ella tuvo esa noche 5 orgasmos y yo tres. Alguien más a ido al club de pedro?
    Felipe

  73. Apple:
    Muy buena idea abrir una sección para opinar sobre los clubes swinger. Nosotros sólo hemos ido al desden, pero por lo que veo no es el mejor. Pasado este problema visitaremos otros.
    Y también muy buena onda lo de las experiencias swingers en los clubs. Están super las que han mandado. Ojalá lleguen muchas más.
    Alguien sabe si hay otro lugar en la red especializado en publicar historias ocurridas dentro de los clubes swinger?
    La de aquí está a todo dar pero apenas tiene poquitas historias.

    Un saludo y felicidades

  74. Hola
    Que barbaro que buenas historias, estan de concurso. Hasta estoy con ganas de enseñarselas a mi esposo y a la mejor le entramos a la onda swinger. La verdad si me excitaron. Somos de Gomez Palacio en Durango. Escriban mas chicas y chicos.

    Maribel

  75. Hola:

    Que buena onda de historias. Estan super, no me dejaron ni dormir. Hoy se las leo a mi chava, a ver que pasa.
    Felicidades-

    Fernando Rubí

  76. Nací hace 25 años en Lagos de Moreno, Jalisco, lugar en donde viví hasta hace unos meses que me trasladé a la ciudad de México. Me llamo Isabel pero me dicen Isa, no soy lo que se llama una chica muy guapa pero sí llamo mucho la atención, por el cuerpo que tengo, soy alta, de pechos grandes, pompas medio paraditas y lindas piernas; de cara soy regular y por mi estatura y mi buen cuerpo, los hombres me acosaron desde muy jovencita, allá en Lagos.

    Aunque mi familia, en especial mi papá y mis hermanos, son muy celosos, a escondidas tuve algunos novios de manita sudada hasta que encontré a Fermín, quien me cautivó de inmediato, me enamoré profundamente de él y pronto tuve relaciones, aunque siempre con mucho miedo, me acosté con Fermín varias veces pero una vez que no me bajó en la fecha que me tocaba, le dije que estaba embarazada. Lo que hizo el muy miserable fue largarse al norte de inmediato, donde ya vivían varios de sus hermanos y no lo volví a ver.

    Por fortuna, yo no estaba preñada, había sido sólo un largo retraso pero entré en una depresión total, caminaba como mensa en las calles de Lagos y en la escuela, ni oía ni hablaba. Tan mal me vieron en mi casa que me llevaron al doctor y este me mandó con un psicólogo, quien les informó a mis familiares que yo tenía una gran depresión y que mi autoestima estaba en grado cero.

    Les recomendó que cambiara de aires, así fue como llegué a la ciudad de México, donde vive una prima de mi mamá. Ella le suplicó que me recibiera por seis meses y luego ya verían qué hacer, mi familia pagaría todos los gastos; la prima, de nombre Cristina, aceptó y además, le ofreció que me apuntaría en una escuela de idiomas. Cristina tiene 40 años y está casada con un hombre menor que ella, de apenas 36, se llama Marcos.

    Llegué a su casa en la colonia Narvarte, un domingo por la tarde, todo el cariño que Cristina me había trasmitido por teléfono las veces que habíamos hablado por teléfono, se convirtió en rechazo. En cuanto Cristina me vio, el ceño se le frunció y me revisó de arriba abajo diciéndome «vaya con la niña, está súper desarrolladita», luego me llevó a mi habitación de mala gana.

    Durante la cena, conocí a Marcos, el marido, que fue muy caballeroso y atento, incluso me aseguró que todo iba a estar bien, que yo era muy bienvenida y que no me preocupara de nada, que ya me habían inscrito en la escuela y que a la mañana siguiente iniciarían mis clases. Así fue, entré a la escuela de idiomas que está en la Zona Rosa, el ambiente me gustó mucho y aunque yo me sentía muy provinciana y vestía muy anticuada, mis compañeros eran muy amables.

    El problema se daba en la casa, donde Cristina me trataba muy mal, no sé si yo le provocaba celos, no tendría por qué, pues ella era una mujer mucho más guapa que yo, también alta, muy elegante, de senos grandes y no caídos, de piernas muy distinguidas. Yo no sabía por qué me trataba tan mal, en especial cuando estaba presente su marido, siempre tan atento conmigo.

    Debo decir que yo me portaba de primera, declinaba las invitaciones de los compañeros, no salía con alguien, llegaba temprano a casa y ayudaba mucho con todo el quehacer, así que Cristina no tenía motivo de queja de mí pero seguía portándose agresiva conmigo. Para ser franca, tengo que reconocer que Marcos sí me gustaba, era tan cuidadoso conmigo, tan atento, un hombre súper guapo, muy varonil y con una personalidad muy atractiva, tan distinto a todos los chavos de mi clase.

    Me gustaba estar en casa cuando él llegaba de trabajar, aunque sólo fuera para recibir su saludo y el besito que me daba muy cerca de los labios, si Cristina no nos veía; desde luego, yo pensaba que por nada me habría ido con él a ninguna parte, mis principios de entonces no me lo hubieran permitido. Algunos sábados había fiesta en casa, llegaban unas parejas, tres o cuatro en las que ellas se vestían súper provocativas, sólo las veía llegar porque luego Cristina me mandaba a mi cuarto y ellos se quedaban como hasta la media noche y después, se iban a no sé que lugar; “mis tíos”, así los llamaba yo a Cristina y Marcos, llegaban en esas ocasiones casi al amanecer.

    Una vez, al volver ellos como a las cinco de la mañana, yo estaba despierta pero dejaron abierta la puerta de su habitación y alcancé a oír algunos retazos de su conversación, cuando ella le comentaba «ya sé que te gusta, Marcos pero entiende que es la hija de mi prima, no se puede, reconozco que está muy bien pero Isa no está hecha para nuestro mundo». Enseguida, Marcos le dijo «nada perdemos con intentar» y después, ya sólo oí gemidos, en especial los de Cristina que me subieron la temperatura.

    Por ello, yo empecé a masturbarme al ritmo que ellos fornicaban como locos, fue una delicia meterme los dedos en mi cosita mientras los oía, ella pedía más y más y yo me venía en mi propia mano imaginando que Marcos me penetraba a mí y no a su mujer.

    En los días siguientes, las cosas empeoraron para mí, mi tía Cristina me acusó de estar coqueteando con su marido, obviamente yo lo negué pero ella no oía razones y acabó por decirme que era mejor que me fuera de su casa. Yo le rogué que me dejara, aunque fuera hasta terminar el curso; debo decir que lo único malo en México era el trato de Cristina porque por lo demás, me estaba yendo bien en la escuela y por ningún motivo quería regresar a Lagos.

    Me puse a llorar a moco tendido delante de Cristina, quien quizás se conmovió y me dijo «está bien, puedes quedarte pero tendrás que hacer todo lo que yo te diga y ser muy sincera, ¿de acuerdo?», le respondí «claro que sí, tía», limpiándome las lágrimas. Al momento, ella me comentó «está bien, Isa, confiaré en ti y empezaré por hacerte dos preguntas”, entonces me cuestionó “¿te gusta Marcos?» y titubeante y de manera muy honesta, le contesté «es guapo, tía, sí me gusta pero es tu esposo, sólo lo veo como mi tío».

    Al instante, ella me preguntó «¿y yo, Isa, te resulto atractiva, te gusto yo también?»; esa pregunta me dejó helada pero respondí que sí y de inmediato, vi una gran sonrisa en su boca, enseguida me mandó a mi cuarto y a partir de los días siguientes, todo cambió; no crean que mi tía cambió su actitud, seguía siendo muy agresiva conmigo pero ya no hablaba de correrme. Una tarde llegó con varios paquetes, era ropa para ella y para mí, me regaló tres mini faldas, un par de blusas y ropa interior, prendas muy atrevidas para mi gusto pero que agradecí de manera sincera, inclusive, al probármelas a solas en mi cuarto, me excité.

    Al día siguiente, al regresar de mi escuela, Cristina me dijo que esa noche saldríamos a cenar y luego a divertirnos los tres; sin embargo, yo titubeé diciéndole «pero mañana tengo examen, tía». Enseguida Cristina me tomó de cabello y me lo jaló, no con mucha fuerza pero sí con mucha intención y me dijo «oye bien, Isa, quedamos que se iban a hacer las cosas como yo digo y esta noche te voy a enseñar a disfrutar como jamás lo habías imaginando».

    A continuación, ella me soltó el cabello y tomó mi mano diciéndome, ya en tono conciliador «yo no haría algo que te afectara, Isa, así que arréglate que esta noche quiero que estés muy cachonda para Marcos… y para mí». Enseguida, ella me abrazó y me dio una serie de besitos en la mejilla diciéndome «te gustará, iremos a cenar rico y luego, a un lugar pecaminoso que te va a encantar».

    Durante toda la tarde, yo estuve dudando entre si hacer mi maleta y volver a Lagos o arreglarme como mi tía me había dicho pero las ganas de seguir en México, la curiosidad y la punzadita que me había dejado al decirme de arreglarme muy cachonda para gustarle a Marcos, pudieron más que la perspectiva de volver a mi tierra, con mis hermanos y mis padres. Así pues, me arreglé con la mini falda más corta, me recogí el cabello en una cola de caballo, me puse los únicos zapatos de tacón que tenía y ahí, sentada en mi cama, esperé a que llegara Marcos.

    Fuimos los tres a un restaurante de ensueño, súper elegante, súper rico, sólo había visto uno así en películas. Cristina seguía siendo muy ruda conmigo pero Marcos me apapachaba mucho, me orientaba sobre los cubiertos que debía usar, me tomaba la mano, me platicaba cosas de su trabajo y me hacía sentir mujer mientras Cristina, muy seria, lo dejaba hacer. Yo me tomé tres copas de un vino delicioso, entonces, por debajo la mesa, sentí la mano de Marcos en mi pierna y la retiré de inmediato, él sólo sonrió.

    Salimos del restaurante y nos fuimos a otro lugar, una especie de disco, yo tenía miedo de que mi tía montara en cólera con todas las atenciones que su marido me prodigaba. Minutos después de que llegamos, las parejas que bailaban en la pista se retiraron a sus mesas para dar paso a unos bailarines, dos chicos muy fuertes y una chava muy guapa, mismos que uno a uno, se fueron desnudando, cada cual en su turno y como estábamos cerca de la pista, pude ver el pene de los bailarines, por lo que inmediatamente una descarga de adrenalina me recorrió toda; el pene de uno de ellos era gigantesco y debo reconocer que me excitó de sólo verlo.

    Yo estaba sentada entre Marcos y Cristina y en un momento dado, mi tío volvió a poner la mano en mi pierna pero yo volví a rechazarlo. Cuando los bailarines acabaron sus shows, mis tíos me llevaron a la parte superior de la disco, donde había otras mesas, ahí nos sentamos y ya empecé a ver cosas que me quitaban el aliento, las parejas se besaban, se tocaban, se metían mano por todas partes y luego, se paraban y entraban por una puerta.

    Por tercera vez, Marcos quiso tocarme, esta vez los pechos pero yo volví a negarme y le quité la mano pero como seguía en medio de mis tíos, me acerqué al oído de Cristina y le dije «perdona tía pero no me gusta este lugar, no quiero estar aquí, vámonos a la casa y mañana me regreso a Lagos, como tú quieres y así ya no te doy problemas». Sin embargo, ella me contestó «no vamos a ningún lado hasta que me confieses si alguna vez has imaginado el pene de mi marido, ¿alguna vez has fantaseado que te lo mete?».

    Otra vez, su tono agresivo me amedrentó y le dije la verdad «sólo una vez tía, cuando ustedes hicieron cosas y yo los oía en mi recámara», entonces ella señaló «así me gusta, Isa, que me digas la verdad, entonces, antes de irnos, al menos vas a ver la verga de mi marido que ya debe estar bien parada porque le gustas horrores, casi tanto como a mí». Enseguida, ella estiró su brazo y pasando sus manos por mis piernas, llegó hasta la bragueta de su esposo y con gran habilidad, le bajó el cierre y le metió la mano, a mí hasta el resuello se me fue y más cuando la tía le sacó el pene a su esposo.

    Sin poder evitarlo, yo le miraba su herramienta, circuncidada, mucha más rica y gruesa que la de Fermín, mi ex novio de Lagos, al tiempo que la tía lo masturbaba y él gemía mientras yo estaba petrificada en medio de los dos. Al momento, yo le insistí «mejor vámonos, tía» pero ella me indicó «te esperas porque sé que te estás calentando Isa, mira la verga de tu tío, mírala» y acercó más su boca a mi oreja y comenzó a mordisqueármela.

    Así ella continuaba diciéndome «te gusta mi marido Isa y también te gusta su vergota, te moja, te pone bien cachonda ¿o no?” y añadió “hoy lo vas a tener para ti, como lo habías soñado»; también, Cristina pasaba ahora su lengua por mi cuello y me lo chupaba. De inmediato, yo protesté «no, no, ya vámonos» pero como respuesta, ella tomó mi mano y la puso en el miembro de su marido, entonces yo no pude negarme, era tan rico el pedazo de carne de mi tío que empecé a mover mi mano como Cristina lo había hecho antes.

    Al verme haciendo eso, ella me comentó «ya ves Isa, te calienta mucho mi marido, tanto como tú me calientas a mí”, luego me cuestionó “¿te ha tocado antes una mujer?, ¿no?, pues te va a encantar, te va a volver loca de calentura». Enseguida, ella me separó las piernas y me metió su mano de manera decidida hasta estrujar mis muslos; mientras tanto, Marcos me quitaba la blusa y me bajaba el brasiere, para luego comenzar a chuparme el pezón con gran habilidad y con eso, yo empecé a subir al cielo.

    Simultáneamente, mi tía me tocaba ya el clítoris sobre la tanga, para luego hacerla a un lado y de plano, meterme dos deditos en mi cuevita súper mojada. Yo no podía soltar el pene de Marcos que ahora me besaba en la boca, de la forma más tierna y más sabrosa que pueda existir, luego se retiró para volver a mis pechos y ella fue hacia mi boca comenzando a besarme de manera salvaje y mordiéndome los labios muy rico.

    Algunas parejas miraban lo que estábamos haciendo y descubrí que me excitaba mucho que lo hicieran. Entonces, Cristina decidió que entráramos al cuarto aquel pero antes, se desvistió, desnudó a su marido y luego, hizo lo mismo conmigo, así que los tres entramos encuerados y nos acomodamos en aquella penumbra, en uno de los sillones corridos.

    Cristina seguía hablándome sin dejar de acariciarme por todas partes, diciéndome «así que querías cogerte a mi esposo, ¿verdad, Isa?, pues te lo vas a coger pero antes, yo te voy a mamar tu panocha bien rico». Comentando esto, ella se hincó frente a mí y me abrió mucho las piernas mientras Marcos, sentado junto a mí y con su miembro bien parado, me dijo «Cristi sabe chupar como un ángel, Isa, tu panochita la va a enloquecer».

    Por respuesta, yo volví a tomarle su enorme falo y continúe mi tarea masturbatoria pero ahora, sintiendo la lengua de Cristina moviéndose primero entre los pliegues de mis labios mayores, para luego encontrar mi clítoris y jugar con él con lengüetazos cortos y largos. Al fin, cuando yo me acomodé mejor, sentí aquella lengua metiéndose en mi cuevita, creo que hasta grité de placer «ayyyy, tío, ¡qué rico me lo hace tu mujer!».

    Yo estaba en éxtasis cuando un hombre mayor, muy alto, que al parecer conocía a mis tíos, se acercó junto con su señora, enseguida los dos se agacharon a acariciar a Cristina, por lo que ella se reacomodó y se sentó junto a mí, de frente a la pareja. Por su parte, la esposa del señor se sentó junto a ella y el tipo, con el pene parado, se puso un condón y se acomodó para meterle su instrumento de frente a mi tía.

    Ella suspiraba pero no dejaba de hablarme, señalándome «¿te gustó la mamada que le di a tu panocha, Isa?, ¿si?, pues ahora te va a coger mi marido, te va a meter su verga, ¿la quieres ya, Isa?», a lo que respondí «sí tía, ya la quiero dentro de mí». Al momento, Marcos se puso el condón, luego se incorporó y me fue penetrando con total suavidad y ya sintiéndome fuera de mí, comencé a decirle «así, tío, méteme la verga, la deseo tanto, ayyyy, así, tío, más, más, toda».

    Después, Marcos comenzó a bombearme tan rico que no pasarían más de cuatro minutos cuando empecé a venirme a borbotones, en espasmos largos y a gritos «asíííííííí, tíoooo, cógeme, todaaaaa». Al fin, yo me vine y Marcos se salió todavía con el pene bien grande, para con una seña, el hombre mayor se salió también de Cristina, luego, ella se puso de pie, el hombre se sentó en su lugar y la jaló para que ella se subiera a cabalgarlo.

    Acto seguido, Marcos empezó a tocarle atrás a su mujer mientras ella cabalgaba al hombre, luego mi tío me dio a chupar sus dedos y así, se los metió en ella, después acercó su pene a mi boca y me pidió «llénalo de saliva Isa porque me voy a coger a tu tía por el culo». Ni tarda ni perezosa, yo acaté la instrucción y se lo chupé muy rico, pues a pesar de que la cogida, me había dejado como un guiñapo, desguanzada de tanto placer.

    Pasados algunos minutos, Marcos me lo sacó de mi boca y comenzó a metérselo por atrás a su mujer, enseguida Cristina reaccionó con unos gemidos que podrían oírse hasta Lagos de Moreno cuando lo sintió todo adentro. Por mi lado, yo metí una mano entre el señor y mi tía, para apretarle sus senos y pellizcarle sus pezones al tiempo que ella, con dos penes en su ser, parecía poseída y con mi otra mano, yo me tocaba mi propio clítoris.

    Así, yo me vine al mismo tiempo que Cristina, quien emitía sonidos guturales de un placer mayúsculo, luego le siguieron los dos hombres con sus sendas venidas. Finalmente, Marcos le sacó el pene a su mujer, luego ella se bajó del señor que se retiró con su pareja hacia otro lado del cuarto oscuro, entonces Cristina me besó y así entre besos entre los tres, salimos a vestirnos poco a poco.

    Hoy precisamente cumplo seis meses de estar en México y me mudé a un departamento que renté, es pequeño y muy modesto pero es mío, pues lo pago con un trabajo que conseguí en la propia escuela en la que estudio. Después de esa vez en el club, las cosas cambiaron con mi tía, aunque nunca ha dejado de ser agresiva conmigo pero acabé aceptándola y estuve de acuerdo en que los tres asistiríamos al club, una vez cada quince días; nunca lo hicimos en la casa los tres, solo en el club.

    Así, yo me inicié en el ambiente swinger y créanme que no me arrepiento para nada, incluso tengo un novio swinger con quien me la paso de maravilla.

    Isa

  77. Mi esposo y yo entramos a trabajar a una agencia de viajes, yo en el aspecto financiero y él en el de promoción. Yo me llamo Liliana, tengo 39 años y Rolando es un año menor que yo, estoy muy bien para mi edad, me encantan mis piernas y mis pechos grandes, también mi rostro; por su parte, mi marido es muy serio y tímido pero tiene cuerpo de atleta porque juega básquet, tenemos un hijo de 11 años y nuestra situación económica era más que mala antes de haber entrado los dos a ese trabajo. Por eso estábamos felices de tener una entrada segura, para poder pagar renta, colegiatura y todo lo demás.

    El dueño de la agencia es el licenciado Pedroza, un hombre de muy mal carácter, como de 50 años, bien conservado pero con una cara de malo que no puede con ella, aunque más mala es su amante, una señora también cincuentona que trae a todos los empleados por la calle de la amargura. Ella, la señora Mireles, es bonita aunque medio pasada de peso y entre los dos, llevan la agencia como un relojito, ya que el negocio les proporciona súper buenas ganancias.

    Llevábamos ya seis meses trabajando en la agencia hasta que sucedió lo de nuestra equivocación con un trámite; sin querer, por distracción, mi marido y yo pagamos a un proveedor unas facturas que no debíamos, pues ni siquiera nos dio recibo. Entre tantas otras facturas, nos equivocamos y pagamos lo que no debíamos, eran cerca de 300 mil pesos.

    Yo misma tuve que ir a avisarle a la señora Mireles, quien se puso furiosa porque ya traía problemas con ese proveedor que nunca le regresaría lo entregado, incluso me gritó, me trató pésimo y yo salí de su despacho hecha un guiñapo, pues sabía que nos correría y eso me aterraba.

    Esa tarde, la señora me llamó a mi extensión y me dijo que ella y el licenciado Pedroza nos esperaban, a Rolando y a mí, en el bar de un hotel de lujo ubicado en Paseo de la Reforma esa misma noche, para tratar de resolver la situación. Mi esposo y yo llegamos súper puntales, íbamos más que nerviosos y ellos llegaron muy tarde, casi nos hicieron esperar una hora. El trato de la señora Mireles fue muy déspota y hasta grosero pero no dejó de pedir una botella, sabíamos bien que a la pareja le gustaba mucho beber.

    Para aminorar el impacto de los malos tratos, mi marido y yo bebimos con ellos al parejo y pasada la media noche, ya que la señora parecía haber saciado todo su coraje, intervino el licenciado diciéndonos «supongo que ustedes desean conservar su trabajo, ¿verdad?», enseguida yo le respondí «claro que sí, licenciado, podemos pagar poco a poco descontándonos de nuestro salario mensual». Entonces, él me aclaró sonriéndome «bueno, yo no estaba pensando en eso», a lo que Rolando preguntó «¿entonces?».

    Al momento, la señora comentó «podemos perdonarles esos pagos y además, mantenerlos en sus puestos si esta noche aceptan hacer todo lo que les digamos, sin chistar»; de inmediato, Rolando y yos nos miramos sorprendidos y yo le pregunté «y ¿como qué tendríamos que hacer?». Se hizo un largo silencio en la mesa, luego el licenciado Pedroza me dijo directamente «Liliana, tú estás muy buena y estoy seguro que debes ser muy cachonda, así que…».

    Rápidamente, mi marido se paró con los puños cerrados dispuesto a agredir al licenciado pero la señora Mireles se paró frente a Rolando y le dijo «no seas idiota, que no harán nada que no quieren hacer esta noche» y agregó «los llevaremos a un lugar que conocemos, ahí pasará sólo lo que ustedes y su calentura deseen». Al instante, yo tomé de la mano a mi marido y lo volví a sentar, entonces el abogado aclaró «sólo soy sincero, tu mujer tiene un cuerpo muy rico y le gusta a cualquiera” y añadió “la señora Mireles, que como habrán oído, es mi pareja, también tiene lo suyo y yo no me enojo si tú se lo dices”.

    Luego, él cuestionó a mi marido “¿no te gustan esas tetas tan sabrosas que tiene?, Rolando», mi marido no supo qué contestar, menos aún cuando la señora sacó el pecho y se desabrochó uno de los botones de la blusa; en ese instante, volvimos a tomar de nuestras copas, nosotros más que sacados de onda. Al poco rato, el abogado pareció cansarse y dijo «bueno, el tiempo se acaba, ¿van con nosotros al club swinger o se quedan sin trabajo?», enseguida la señora Mireles completó «es sólo ir al club esta noche pero si no les gustamos nosotros, nada tienen que hacer a fuerzas, aunque yo creo que a Rolando si le gustan mis pechos, ¿o no?».

    Como respuesta, yo solo les respondí “no vamos y ya veremos qué hacer», enseguida ellos pidieron la cuenta y antes de irse, nos dieron la dirección del lugar, por si cambiábamos de opinión. Ya cuando íbamos camino a la casa, Rolando manejaba muy serio y atribulado hasta que se atrevió a hablar diciéndome «y si vamos aunque sea un rato, ya ves que dijeron que no nos obligarían a nada» pero enojada y de pronto celosa, le respondí «lo que pasa es que te gustaron los pechos de la señora» y él me aclaró «no es eso mujer pero no tendremos para pagar la colegiatura del mes entrante».

    Yo me quedé meditando y sin saber cómo, llegó a mi cabeza la idea de que el licenciado no era nada feo pero la borré de inmediato de mi mente e insistí en que no iríamos. Poco antes de llegar a nuestra casa, pensé en lo que volvería a ser nuestra situación económica y casi en un susurro, le dije a Rolando «esta bien, vamos».

    Llegamos allá cerca de la una de la mañana, entramos todos mosqueados, luego nos revisaron y nos cobraron el cover. Cuando ingresamos, vimos que había una pista de baile y muchas mesas en penumbra, así que hasta nuestros ojos se acostumbraron a la luz. En una mesa del fondo, al fin localizamos a nuestros jefes y al vernos, el licenciado se paró y acercó dos sillas de inmediato mientras en la pista, muchas parejas bailaban y además, había videos eróticos en varias televisiones.

    En cuanto llegamos hasta su mesa, el grosero del abogado volvió con sus cosas, diciéndome «de seguro te ganó la calentura Liliana porque seguro fuiste tú la que decidiste venir»; yo no respondí y ahora Rolando no dijo algo. Cuando nos sentamos a la mesa, las dos mujeres quedamos juntas y el abogado a mi lado y Rolando al lado de la señora. Noté que mi jefa se había cambiado, llevaba una mini matadora de color azul, sin medias y una blusa casi transparente; para decir la verdad, se veía muy atractiva, o muy prosti, no sé cómo decirlo.

    Luego, el abogado nos sirvió nuestras copas al momento que salieron los strippers y empezaron a bailar, yo estaba muy asustada y Rolando muy serio pero algún efecto debió provocarle la chica que se desnudó y que tenía un cuerpo blanco muy bien formado. Después del show, los strippers, hombres y mujeres, pasaban por todas las mesas para que los clientes del lugar los acariciaran y tanto el licenciado como la señora los acariciaron, ella de manera más intensa al stripper hombre, que tenía un pene de gigante.

    Cuando los strippers, dos chicos y una chica, volvieron a la pista para hacer el amor enfrente de todos, la señora Mireles me dijo «yo sí te confieso que estoy bien caliente, ¿tu?», le contesté «no señora, todo esto no es para mí, venimos sólo por no perder el trabajo». Entonces, ella me señaló «pues tu marido no parece pensar igual, la tiene bien parada» y me señaló para que mirara; al mismo tiempo, la mano de la señora estaba acariciando el pene de Rolando sobre el pantalón, luego le bajó el cierre, se lo sacó y comenzó a masturbarlo.

    Sufrí una descarga de celos y de coraje pero en ese instante, el abogado se puso de pie comentándonos «los esperamos en el cuarto oscuro, es al fondo del pasillo, ahí verán a todas las parejas cogiendo, no tengo la menor duda de que ustedes lo están deseando también». De inmediato, yo le respondí «no iremos, ya cumplimos» pero como respuesta, el abogado se agachó, se acercó a mí y jalándome de la nuca, me plantó un beso que yo no esperaba, fue un beso muy rápido pero me alcanzó a meter la lengua.

    A continuación, la pareja se fue y yo me quedé con mi coraje, tanto por ese beso, como por que mi marido no hubiera hecho algo pero sobre todo, por verlo ahí, con el pene de fuera y le reclamé «eres un imbécil, ¿cómo te atreves a dejar que esa mujer te toque y más, enfrente de mi?». Él me contestó «perdona pero me ganó la calentura» y yo añadí «ya vámonos, tarado» pero Rolando me comentó «espera un momento, todo esto debe tenerte a ti aunque sea un poco excitada» pero yo exclamé «estás loco, yo soy una mujer respetable y no me presto a estas perversiones».

    De improviso, Rolando se acercó a mí y tomó mi mano, aunque forcejeamos tantito pero al final, pudo ponérsela en su pene; yo pensé que estaba bien, que lo masturbaría y nos íbamos, así que comencé a hacerlo mientras él gemía. Inclusive, él me metió su mano entre la blusa e inició la caricia que tanto me gusta en los pezones hasta que le dije «ya vámonos, Rolando» pero nuevamente, él me propuso «sólo vamos a ver lo que pasa en el cuarto oscuro, así cumplimos con nuestros jefes y ya nos largamos».

    Finalmente, yo acepté, entonces nos acomodamos las ropas y seguimos hasta el final del pasillo, llegamos al cuarto, entramos y nos sentamos casi a la entrada, en unos sillones como corridos, sin división y sin antebrazos. Poco a poco, la vista se fue amoldando a esa oscuridad todavía mayor a la de afuera, además de que se oían gemidos y hasta gritos de placer; para entonces, más de veinte parejas estaban en aquel lugar, ya casi todas desnudas.

    Ahí veíamos a mujeres haciendo sexo oral, hombres dejándose cabalgar, chicas penetradas desde atrás, era Sodoma y Gomorra y yo no sabía qué hacer, me sentía molesta pero al mismo tiempo, debo reconocerlo, excitada frente a ese tremendo espectáculo. Justo enfrente de nosotros, dos mujeres se besaban y se acariciaban mientras sus esposos las veían y les decían cosas groseras, nunca había visto a dos chicas hacerlo.

    Con el paso de los minutos, Rolando pareció no aguantar más, entonces se quitó el pantalón y el calzón y se comenzó a masturbar mientras yo no me atrevía a decirle algo, solo apretaba mis piernas como si fuera una caricia a mi vagina. Pasaron los minutos, las escenas eran cada vez más atrevidas entre las parejas, había en la esquina un grupo de cuatro parejas en la que ellas recibían erótica atención, ya de uno u otro hombre o de ellas mismas y parecían morir de placer.

    Como no queriendo la cosa, acerqué mi mano a los testículos de Rolando y se los empecé a acariciar, luego tomé su pene y subía mi mano y la bajaba en una masturbación muy rica, después empecé a besar a mi marido sin soltarle su herramienta. En unos instantes, yo comencé a jadear y él, a tocarme los pechos, luego me quitó la blusa y el brasiere y se dio a la tarea de chuparme los pechos.

    Pasados unos minutos, él me subió la falda y me abrió las piernas; en eso estábamos cuando frente a nosotros, oí la odiosa voz de la señora Mireles, enseguida volteamos a verla y vimos que ya estaba desnuda. Al instante, ella nos señaló «¿no que no tronabas, pistolita?» y sonrió agregando «mira qué caliente te encuentro y yo no me quedo atrás»; yo no podía negarlo, era evidente mi excitación.

    Al poco rato, ella se hincó y sin decir más, sustituyó mi mano en el pene de Rolando con su propia mano y luego, con su boca; así, ella se lo empezó a chupar muy rico y yo debí aceptar que verla hacerlo me excitaba pero eso no fue todo, ya que al mismo tiempo, la mano de la señora empezó a subir por mi rodilla. Yo la detuve una vez, dos veces pero a la tercera, la dejé subir y en cosa de segundos, ya estaba en mis muslos y luego, acariciándome sobre mi tanga empapada, así que se la chupaba a mi marido y me masturbaba a mí.

    En esa posición, ella me metió los dedos, primero uno, luego dos y hasta tres, con lo que yo comencé a moverme como si sus dedos fueran un pene hasta que ya estaba a punto de venirme, entonces oí la voz odiosa del licenciado. En unos instantes, él llegó y se sentó junto a mí, ya desnudo y preguntándome «¿te gusta así, putita?», yo no contesté pero hasta coraje me dio cuando su amante me sacó los dedos sin que yo me viniera y lo escuché decir «¿ya estás lista para que te coja, putita?, mi verga está lista».

    Al momento, la señora Mireles se puso de pie mientras me cuestionaba «¿quieres que tu jefe te la meta, Liliana?», a lo que yo contesté con una voz mía que yo misma no reconocí «sí, quiero que me coja». Al escucharme, el licenciado señaló «muy bien, putita, te la voy a dejar ir toda pero antes acaríciale la panochita a tu jefa», a lo que respondí de inmediato «no» pero la señora se paró frente a mí, con las piernas abiertas, ya olía toda a sexo y me señaló su sexo con mucho vello, como diciéndome “estoy esperando”.

    Yo jamás había tocado a una mujer y con alguna rudeza, el licenciado tomó mi mano y la llevó hasta la vagina de su pareja; debo reconocer que me excité como nunca al sentir lo mojada que estaba mientras ella me pedía «méteme los dedos como yo te lo hice a ti». Yo sólo tarde unos segundos en obedecerla y se los fui metiendo en aquel pequeño lago mientras ella jadeaba, luego mi marido decidió participar también y le empezó a chupar los senos.

    Así estuvimos un rato largo hasta que ella comentó «ya quiero una verga», por lo que retiró mi mano y se montó en Rolando, diciéndome «¡qué rico pito el de tu marido, Liliana!»; en ese instante, noté que algunas parejas nos miraban. Acto seguido, el licenciado me dijo «ahora mámale los pechos, la vuelve loca que se los chupe una putita mientras se la cogen»; no sé por qué pero las palabras peladas del licenciado hacían un tremendo efecto en mi, me estaban volviendo loca junto con todo lo demás.

    Procedí a chupárselos y oí como ella me decía «muérdemelos un poquito», así que lo hice durante un rato y hubiera seguido ahí mucho tiempo más pero el licenciado me jaló, me puso de pie de mala manera y él también se levantó, luego me volteó hacia la pared y él se puso atrás de mí. En esa posición, él me levantó una pierna y me la puso sobre el sillón, así me la fue metiendo poco a poco, enseguida noté que no era tan grande pero sí súper gruesa, lo que me excitaba más.

    Con todo eso, yo estaba en el paraíso, mis manos estaban sobre la pared pero ya en el colmo de mi lujuria, haciendo una pequeña contorsión y tomé la mano de Rolando, quien seguía siendo cabalgado por la Mireles y me la llevé hasta mi clítoris. De esa manera, la caricia de mi marido en mi botoncito, el pene del licenciado bombeando de lo más sabroso y las palabras de la señora diciéndome groserías, estaban a punto de llevarme al orgasmo más maravilloso.

    Eso ocurrió en el momento en la que señora dijo, casi gritando «miren a la que no quería, está cogiendo como una desquiciada, le va romper la verga a mi marido» y el licenciado me pedía «así, puita, así». En efecto, yo me estaba moviendo como una loca enferma de lujuria hasta que al fin, segundos antes de venirme a chorros, yo misma dije «sí, tu putita se está viniendo, así, ayyyyyyy, jefecito, dame más duro, asshhh, aggggghhh» hasta que me vine y segundos después, lo hizo el abogado con grandes espasmos.

    Luego de unos instantes, él me lo sacó y creí que todo había terminado pero en ese momento, el abogado le pidió a la señora Mireles que se bajara del pene de mi marido, lo que ella obedeció todavía sin venirse, luego nos llevó a los tres hacia un lugar más oscuro, donde casi no había parejas. Ya ahí, le ordenó a Rolando «mámale la panocha a tu mujer y la limpias de mi semen, te lo tragas todo y tendrás trabajo de por vida con nosotros”.

    Enseguida, Rolando me acostó en ese nuevo sillón y fuera de sí de lujuria, se acostó de lado, junto a mí, a la altura de mi vagina tan dilatada y palpitante, ahí me abrió mi sexo con sus dedos y me lamió primero el clítoris y luego fue bajando. Luego, la Mireles se lo empezó a chupar poniéndose acostada de lado y el licenciado se lo metía a su pareja desde atrás; nunca hubiera imaginado que Rolando estuviera saboreando el semen del abogado pero lo estaba haciendo, yo lo sentía allá abajo.

    Saber que mi marido estaba comiéndose el semen de un tipo que tan mal me había tratado esa noche, me volvió a calentar, tanto como lo estaba antes y no tardé en venirme; lo mismo sucedió con Rolando en la boca de la señora, aunque no sé si el licenciado lo haría por segunda vez. Al final, los cuatro nos acostamos en aquel sillón corrido para reposar y nos fuimos vistiendo poco a poco; para entonces, el abogado ya no era duro y grosero, sino comedido y hasta tierno, diciendo «algunas mujeres se excitan con la rudeza, creo que es tu caso, Liliana pero perdóname si se me pasó la mano, tuve que hacerlo para que te calentaras».

    Finalmente, los cuatro salimos del club y hasta ahora, seguimos en nuestro trabajo, a veces vamos al club los cuatro juntos pero ahora ya nosotros vamos por placer; también vamos solos Rolando y yo. Así fue como nos iniciamos en el mundo swinger, al que pertenecemos y en el que hemos tenido experiencias eróticas de primera.

  78. Mi nombre es Alicia, soy morena, delgada, mido 1.72 m, de talla 5, mi busto es talla 36B, soy casada, tengo 39 años y esta es mi historia. Sucede que después de cinco años de casada, las cosas con mi esposo no caminan muy bien, en la cama ya no hay casi nada pero mi educación me impide serle infiel, aunque sé que él sí me pone el cuerno.

    Hace unos dos meses, descubrí que mi marido, en uno de sus supuestos viajes de trabajo, tenía planeado irse con su amante de fin de semana, lo descubrí por un recado que ella le mandó a su teléfono celular, un recado más que amoroso, era un jueves y yo caí en total depresión pero no le dije algo y al final, él se fue a su viaje.

    Tengo una muy buena amiga, Lorena, es mayor que yo, tiene 45 años y ella sí es muy libre, es guapa, también morena y de buen cuerpo y al medio día, ella me habló y yo le conté lo que pasaba, se lo conté llorando y además, le relaté mi situación de carencia sexual desde hacía muchos meses. Enseguida, ella me invitó a salir esa misma noche y aunque me negué varias veces, acabó por convencerme, iríamos con su amante, un señor casado, muy divertido y guapo, a un lugar pecaminoso para ver si así yo me despabilaba y me quitaba de tristezas.

    Pasaron por mí después de la nueve de la noche, nos tomamos algunas copas en mi casa y luego partimos a un club swinger, enseguida le pregunté «¿qué es eso?», Gustavo me respondió «es un lugar de sexo que te va a gustar»; el amante de mi amiga es un hombre muy guapo y agradable, respetuoso y de una conversación muy inteligente.

    Debido a que me habían achispado un poco los tragos, yo no me negué y poco antes de la media noche, estábamos entrando a ese lugar «swinger»; la verdad, me pareció como un antro común y corriente al principio pero luego me fui fijando más y noté que las mujeres iban vestidas muy provocativamente. Yo estaba contenta y los tres bailábamos sin parar, entre las otras parejas, todas muy respetuosas conmigo, que era la única mujer que iba sola.

    Las cosas empezaron a cambiar cuando hicimos una pausa en el baile, entonces nos sentamos a nuestra mesa, que estaba en un rincón, en penumbra, estábamos sudorosos y felices y hasta me había olvidado del imbécil de mi marido. Todo cambió porque Lorena dejó de hablar y de bromear y se enlazó con Gustavo en un beso larguísimo mientras yo miraba hacia todos lados pero en realidad, miraba a mis amigos.

    Ella le acariciaba el pecho y él la cintura y no rompían el beso, luego vino otro y así empezaron los gemido de Lorena y después, las palabras de él, que las decía en voz alta «¡qué rica estás, Lore, qué cachonda eres!» y otro beso. Luego, la mano de Gustavo acariciándole el pecho de mi amiga y yo ahí, junto a ellos, ya excitada de verlos y de oírlos; al mismo tiempo, vi que otras parejas hacían lo mismo en otras mesas, muchas estaban fajando abiertamente y ya casi ninguna bailaba.

    Luego anunciaron a los strippers, primero salió un joven muy fuerte que bailó y se desnudó, tenía un pene muy grande mientras mis amigos seguían fajando, luego pasó una chica a la pista y se encueró, después los dos pasaron a las mesas para que los acariciaran. Yo no sabía ni a dónde mirar y me sentía muy excitada pero los bailarines ya no llegaron a nuestra mesa porque estaba en el rincón más alejado y se pusieron a hacer el amor en una cama que pusieron en la pista.

    Gustavo y Lore seguían y yo nada más me movía en mi asiento hasta que él propuso que nos fuéramos al cuarto oscuro, enseguida yo tragué saliva y les dije que mejor fueran ellos y yo los esperaría, ya me imaginaba lo que sucedería en el cuarto oscuro pero Gustavo no hizo caso a mi negativa, así que se paró y me jaló. Los tres entramos a aquel cuarto, que era amplio y donde había algunas parejas ya, nos sentamos también en un lugar muy apartado, las parejas estaban más a la entrada y nosotros al fondo.

    En cuanto nos sentamos en el asiento corrido que tenía cojines pegados a la pared, Lorena y Gustavo volvieron a lo suyo, con unos besotes y sus manos subiendo y bajando. Casi a la entrada, una chica hincada le hacía sexo oral, primero a su pareja y luego a otro tipo, era toda una locura y yo no sabía si quería salir corriendo o esperarme hasta que mis amigos se satisfacieran por completo, dado que él ya tenía una mano metida en los pechos de Lore.

    Siguieron tocándose hasta que mi amiga pareció recordar que yo estaba a su lado, entonces paró un poco y me dijo «préstame tu manita, Alice», enseguida tomó mi mano con la suya y la llevó hasta el pene de su galán y aunque yo la quité, ella insistió diciéndome «anda, sé que te va a gustar y, además, no dejarás que tu marido sea el único que disfrute allá lejos, con su amante». Yo tragué saliva otra vez cuando me puso la mano en los muslos de Gustavo, quien me dijo «tócame la verga mamita, me tienes caliente desde que te vi».

    Al instante, Lore puso su mano encima de la mía y la empezó a mover hasta que llegamos al pene de Gustavo y entre las dos, comenzamos a acariciarle aquel instrumento sobre el pantalón, pues yo estaba muy excitada, tocándolo y me había abandonado a esa caricia. Luego de unos instantes, Lorena le preguntó a Gustavo «Alice es muy cachonda, ¿verdad, mi amor?» y él respondió que no sólo cachonda, sino que debería ser súper caliente.

    Después, ellos volvieron a besarse mientras yo le acariciaba su pene pero luego llegó una nueva sorpresa, pareciera que esa noche fuera la de las sorpresas porque Lore quitó mi mano del pene de su pareja y la llevó a su busto, pues su blusa estaba desabrochada. Yo reaccioné y forcejeé un poco pero ella insistió y hasta se sacó uno de sus pechos del brasiere, entonces le dije «no, Lorena, eso no» y ella me contestó «anda, Alice, estoy muy caliente y quiero también las caricias de una mujer».

    Yo sentí su seno con el pezón bien parado y la verdad, no me disgustó, aunque nunca antes lo hubiera hecho, además de que mi amiga suspiraba con mi caricia mientras que Gustavo se quitaba el pantalón y el calzón. Enseguida vi que la tenía muy parada, todavía con mi manita en los pechos de Lorena hasta que ella me la quitó de ahí y me pidió «hazle una chaqueta, Alice, mira qué rico lo tiene»; aquellas palabras léperas me estaban excitando todavía más y ya no me lo dijo dos veces, rápidamente tomé su pene y empecé a subir y bajar la mano, era un delicia.

    Al momento, Lorena se acercó a mí diciéndome «así, mastúrbalo rico, así Alice, ¿verdad que está bien bueno?» pero yo no le contesté y seguí con mi tarea, entonces me preguntó «¿qué te gusta más, su verga o mis tetas, Alice?» pero ni siquiera me dejó responder porque se acercó a mi cara y empezó a besarme tiernamente los pómulos y las mejillas hasta que nuestras bocas se encontraron. Ese fue un beso tierno al que siguieron otros mientras yo apretaba la herramienta de Gustavo, que también empezó a mover la cintura.

    En poco tiempo, ella retiró mi mano del pene y la puso en sus muslos, entonces Gustavo se puso de pie y fue a sentarse de mi lado, así que yo quedé en medio de los dos, por lo que empezaron a acariciarme los pechos sobre la blusa, que al poco tiempo me quitaron. Después él me desabrochó mi brasiere y ya con los senos al aire, me los empezaron a besar y a chupar, ella el del lado izquierdo y él, el del lado derecho y ya sin que nadie me lo pidiera, una de mis manos volvió al pene que tanto me estaba gustado y comencé el sube y baja.

    Yo tenía unas ganas locas de seguir así pero mi otra mano, que estaba en el muslo de mi amiga, fue tomada por la de Lorena y me la fue subiendo, ya se había arremangado la falda y en poco tiempo, yo ya estaba rozando su tanga. Al sentirla tan cerca, ella me indicó «te van a gustar mucho también las panochitas, luego de que pruebes la mía» y abrió las piernas.

    Mientras ella misma se despojaba de la tanga roja y transparente que vestía, me dijo «mira qué rica la tengo, bien velludita y mojada», enseguida yo bajé la vista viendo ese triángulo negro y ya no pude más, entonces mis dedos recorrieron sus labios mayores y luego encontraron su clítoris, que era muy grande, mucho más grande que el mío. Con las yemas de mis dedos índice y anular, le empecé a dar un masaje, luego los bajé y sentí todos sus líquidos, entonces ella volvió a tomar mi mano y me llevó a meterle los dedos, susurrándome «cógeme, Alice, cógeme toda con tus dedos» y Gustavo completó «sí, mamita, cógete a mi chava, está pidiéndotelo, cógetela».

    A continuación, mis dedos comenzaron a entrar y a salir, no sabía cómo acompasar el ritmo de ambas manos, pues con una acariciaba a Lorena y con la otra, masturbaba a Gustavo pero en minutos, me acomodé de maravilla y podía hacer las dos cosas sin problema. En eso estaba cuando sentí que Gustavo empezó a abrirme las piernas con su mano, luego me la metió entre ellas y pronto llegó a mi cosita, que ya estaba chorreando y ahora, él me metió un dedo, luego dos y hasta tres, eso era el paraíso.

    En un momento dado, yo levanté la vista y me encontré con que varias parejas nos estaban mirando, eso me corté un poco pero al notarlo, mis amigos se levantaron y me llevaron hacia un lugar más vacío en ese momento. Era una cama muy grande en donde solo había otra pareja, en donde ella tenía las piernas muy abiertas, recibiendo una masturbación frenética de su pareja, enseguida nos colamos en la otra orilla y ahora nos desnudamos los tres completamente.

    Ya así, volvieron los besos y las caricias, yo estaba en la gloria mientras Lore me preguntaba entre un beso y otro «¿quieres cogértelo ya, Alice?, ¿quieres probar su verga, que te la meta todita?», entonces le respondí «sí, Lore, ya quiero que me la meta» y ella me comentó «está bien pero antes, te voy a preparar un poco». Acto seguido, mientras Gustavo pasó a besarme y a chuparme mis pezones, ella se bajó y llevó su cara entre mis piernas, ahí me las encogió, me las abrió y comenzó a succionarme suavemente el clítoris con su boca, era la mejor caricia que yo había recibido en mi vida.

    Luego, su lengua empezó a recorrer todo mi sexo mientras yo masturbaba a Gustavo y él seguía prendido de mis pechos. Cuando ella me metió su lengua, me vine de inmediato entre grandes gemidos y después de hacerme venir, ella se retiró, se acostó a mi lado y me besó, diciéndome «prueba qué rico sabe tu venida, tus jugos, Alice» y yo le respondí el beso de manera desesperada, por lo que mi orgasmo no se detuvo ni un momento, para seguir queriendo más.

    Así pues, continuamos tocándonos todo hasta que ya desesperada, busqué el pene de Gustavo para introducírmelo, incluso lo jalé para que se subiera a mí, entonces él me señaló «sí, mamacita, ya te lo voy a meter pero dime que quieres que te meta mi verga». De inmediato, le respondí diciéndole «sí, Gustavo, méteme tu verga, tu verga gruesa y grandota para mí, hace tanto que no siento una verga adentro, métemela ya».

    Nuevamente, yo lo jalé hacia mí, lo tomé de las nalgas y así me la fue metiendo poco a poco, también me la movía en círculos y así, me volvía loca mientras ahora era Lore la que me succionaba los pechos. No tardé más que unos minutos para tener mi segundo orgasmo, que fue más agitado que el anterior pero al igual que la vez pasada, me recuperé en cosa de segundos, en especial cuando él empezó a metérmelo y a sacármelo, ahora más rápido y con más fuerza.

    Volví a tomar el ritmo calenturiento y gemía sin parar, pidiéndole más «así Gustavo, así, mi amor, clávame toda, no pares de cogerme nunca, ayyyyyy, qué rico me lo hacen, hhummmm», además de que me encantaba decir groserías mientras lo hacíamos, como «cógete a esta mujer caliente, cógeme como nunca sabría hacerlo mi hombre, cójanme ustedes dos, asíííí, ayyy, así».

    Yo estaba fuera de mí, sintiendo cada milímetro de aquel pene cuando Lore se separó de mí y en una rápida maniobra, hincada y con las piernas bien abiertas, se colocó sobre mi cabeza, enseguida su galán extendió sus manos para acariciarle los pechos, sin dejar de moverse en mi interior. Luego, ella bajó la cadera hasta que mi boca, mis labios y mi lengua empezaron a besar aquel sexo velludito, que estaba ahora todavía más mojado que antes, incluso se acomodó bien sobre mi cara y así, yo le chupaba su clítoris y luego le metía y le sacaba la lengua sin parar, era el éxtasis total.

    Mientras yo hacía todo eso, él me decía «así, mamita, cómete la panocha de mi mujer» y ella añadía «lo hace delicioso, me chupa muy rico, me está llevando al cielo, ayyy, sigue Alice, cógeme con tu boca, ayyyy, más, máááás” hasta que se vino en mi boca, casi gritando «asííííí, Alice, cómeme toda, tómate mis jugos, assssíííí, Alice». Al fin, ella se vino moviéndose como loquita y acto seguido, yo lo hice saboreando los líquidos de mi amigo.

    Finalmente paramos y Gustavo se bajó de mí pero él no se había venido, todavía la tenía bien parada, entonces nos dimos cuenta que la pareja que estaba en la cama ya estaba muy cerca de nosotros y la chica no tardó nada en colocarse de tal manera que empezó a chuparle el pene a Gustavo y en cosa de un minuto, lo hizo venirse en su boca. Después de todo eso, los tres nos vestimos, volvimos a la mesa y nos tomamos una última copa.

    Ahora, cada vez que mi marido se va de viaje con su amante en turno, yo me voy con mis amigos y la pasamos de maravilla, entre nosotros y también con otras parejas.

    Alicia

  79. Mi nombre es Brenda, soy maestra de inglés y tengo 33 años, puedo decir que no soy exactamente lo que se dice bonita pero sí atractiva, de buen cuerpo, aunque visto muy formal pues mis costumbres son muy convencionales, por la educación que recibí de mi familia. Estoy casada con José Luis, un hombre diez años mayor que yo, bastante guapo, llevamos apenas dos años de casados pero el último ha sido un problema, las cosas dejaron de funcionar en la cama y luego, todo lo demás también empezó a caminar mal.

    El caso fue que en diciembre, cerca de Navidad, yo me sentía súper triste por nuestras peleas y porque ya ni nos tocábamos. Una amiga me recomendó que hiciera todo lo que estuviera a mi alcance por volver a tener buen sexo porque sólo así podría recuperar la relación, así que un día, antes de iniciar las vacaciones, fui por mi marido a la oficina, sin avisarle antes.

    Su secretaria me hizo pasar a la oficina y al entrar, le dije «mira, José Luis, vengo a decirte que te sigo amando y que por eso quiero resolver lo nuestro, debemos intentarlo, salgamos esta noche y hablemos para ver cómo se arregla nuestra situación». Enseguida, él me respondió «no hay nada que hablar, ya se perdió la magia entre nosotros, Brenda, ya ni siquiera hacemos el amor, además, esta noche no puedo salir contigo porque tengo un compromiso», muy seco y distante.

    Me dio mucho coraje el cortón pero me contuve y le respondí en buen tono «anda, José Luis, al menos vamos a tratar, estoy dispuesta a hacer cualquier cosa para recuperar primero nuestra pasión en la cama y luego, todo lo demás». Él se me quedó mirando con un brillo especial en sus ojos y me cuestionó «¿estás segura que harías cualquier cosa para que tengamos una buena relación sexual?», le respondí «sí, José Luis», entonces él se levantó de su escritorio y me dijo «está bien, Brenda, vamos a intentarlo y como estás dispuesta a todo, te pido que esta noche seas mi esclava sexual», paseándose por su despacho.

    Yo no daba crédito a lo que estaba pidiendo pero balbuceante, le respondí que sí, enseguida él me indicó «entonces hoy harás todo lo que yo diga sin chistar, sin remilgos, sin miedos, sin preguntas» y reiteré «será como tú digas, José Luis», guardando para mí las reservas. Entonces me instruyó «muy bien, saldremos hoy por la noche… pero antes, vete a la casa, ponte una ropa más sensual y a las once, paso por ti para ir a un antro swinger».

    De inmediato, yo reaccioné casi gritando «¿qué te pasa?, ¿estás loco?, ¿por quién me tomas?, ni lo pienses José Luis, yo soy una mujer decente». Mi marido se me quedó viendo fijamente, como diciéndome con la mirada que sabía que yo no iba a cumplir, entonces lo medité unos segundos y cambié de opinión, diciéndole en tono resignado «está bien, José Luis, a las once estaré lista en la casa, todo sea por lo nuestro».

    Me dio tiempo de pasar a la tienda Liverpool donde me compré una mini falda negra súper entallada y una blusa pegadita, de color azul; me sorprendí al verme al espejo, me veía muy bien, mis piernas y mi busto resaltaban de maravilla, aunque sentía que era un poco postri ese atuendo. Llegué a la casa, me maquillé, me solté el cabello y esperé llena de preguntas, de dudas, de nerviosismo hasta que mi esposo tocó el claxon como a las once y media; al arrancar, él me dijo que no me estaba permitido hablar hasta que él me lo ordenara.

    Cuando llegamos al club swinger, vimos que está ubicado en una calle de mala muerte y al entrar, nos llevaron a una mesa cerca de la pista, había otras parejas, pocas en realidad y la mayoría bailaban, luego el mesero nos llevó dos bebidas fuertes, a las que yo no estoy acostumbrada. Tuve que tomarme mi tequila y luego José Luis me dijo que fuera a la pista, a bailar sola, así que con pasos tímidos, me subí a la pista y como buscando su protección, empecé a balancearme cerca de la pareja que bailaba, notando que yo vestía mucho más recatada que las otras; además de parecer los más confiables, eran los más atractivos.

    Él un hombre alto, de mi edad, de traje y con el cabello corto; por su parte, ella iba con una falda corta pero no exagerada y una blusa más o menos holgada. Aparte de nosotros, cerca de diez parejas bailaban en la pista y las mujeres sí estaban vestidas muy atrevidamente, tocaban canciones disco de los 70s. La pareja y yo sonreíamos y quizás notaron mi incomodidad porque al iniciar la tercera pieza, me tomaron de la mano y me llevaron a la mesa, donde se despidieron de mí muy amablemente.

    Al poco rato, José Luis, tomó su abrigo que había colocado en el respaldo de una silla junto a nosotros, sacó un envoltorio y me lo entregó, ordenándome «ve al baño a ponerte esto y regresas». Molesta, me levanté y caminé el largo trecho hasta el baño, notando que no fueron pocas las miradas cargadas de lujuria que me lanzaron desde la pista y desde la mesas, en especial, las de la pareja con la que había bailado.

    Entré en uno de los gabinetes de baño y abrí el envoltorio que contenía un brasier y una panti de lo más vulgares, de color rojo y transparentes. No sin cierta muina, procedí a ponérmelas pero, sin darme cuenta, me demoré en hacerlo, tratando de aclarar mis pensamientos, era verdad que estaba enojada y celosa pero también, que me había sentido distinta desde que me compré esa ropa atrevida, desde que bailé en la pista yo sola con aquella pareja tan atractiva, desde que atravesé la disco con las miradas prendidas de mis piernas y de mis pompas.

    Además, era verdad que estaba odiando a mi marido y que no sabía hasta donde quería llegar pero también es cierto que tocar y poner sobre mi cuerpo esas prendas rojas, el sostén con una abertura a la altura de los pezones y la tanga, con otra a la altura de mi vagina, me provocaba una sensación rara pero no desagradable, casi diría que sensual. Quizás, a pesar de la molestia y de la vergüenza, me estaba excitando e hice algo extraño para mí misma, tiré al bote de basura mi ropa interior, la de señora decente.

    Por el camino, volví a notar las miradas y me sentí hasta liviana hasta que llegué a la mesa y me senté cuando bajaron las luces y salieron los strippers a dar su espectáculo. Bailaron y se desnudaron, luego pasaron a las mesas, yo estaba segura de que José Luis no iba a permitir que se acercaran a mí y yo misma no lo deseaba, a pesar del pene erecto y muy grande que se cargaba uno de ellos y que, debo reconocerlo, pasaba a engrosar mis contradicciones.

    No me gustaba lo que estaba viviendo en ese lugar, habría preferido irme pero al mismo tiempo, me hacía sentir cosquillitas el cuerpo perfecto del joven bailarín y más aún, su herramienta pero con una indicación de mi marido, los strippers se saltaron nuestra mesa y yo respiré aliviada.

    Después, todas las parejas pasamos a un lugar más chico, en la parte de abajo del local, donde hay mesas también, ahí me tomé otro tequila, nunca había bebido tanto. Ahora las parejas estábamos mucho más cerca; del lado derecho a nosotros, sentados en su mesita, una pareja joven empezó a acariciarse entre besos ruidosos, incluso ella ya tenía la mano en el pene de su galán, sobre el pantalón y él le metía su mano entre la blusa.

    Algunas otras parejas también se enfrascaban en fajes que se volvían cada vez más atrevidos mientras que sólo nosotros y la pareja con la que había bailado estábamos en calma, ellos estaban sentados justo frente a nosotros, a no más de tres pasos y se tomaban sus whiskys con mucha calma. Luego, José Luis dio nuevas indicaciones, diciéndome «desabróchate la blusa poco a poco y ve abriendo las piernas para que ellos te vean»; desde luego que yo no iba a hacer eso y ahora sí me desesperé y hasta colorada me puse del coraje, ahora sí iba a parar toda esa tontería, ¿qué se estaba pensando el imbécil de mi marido?, una cosa era un juego calenturiento y otra cosa, una perversión como la que me estaba pidiendo.

    Yo estaba a punto de estallar y José Luis debió de haber visto el semblante de mi cara, mi enojo total y antes de que yo protestara, me puso los dedos de su mano en mis labios para callarme, fue un gesto decidido pero sin agresión, insistiendo «haz lo que te digo, me lo prometiste en la oficina, primero enséñales las tetas».

    Sin saber la razón, a mí no se me ocurrió más que obedecer sin siquiera saber por qué o para qué, sencillamente, con mucha lentitud, fui desabrochándome la blusa al tiempo que crecía en mí una sensación por demás rara; por un lado, sabía que era inconcebiblemente indebido lo que estaba haciendo, así fuera para salvar mi matrimonio pero por el otro, tenía una sensación de libertad al ir desabrochándome la prenda y viendo como la pareja de enfrente me miraba.

    El brasiere transparente dejaba salir mis pezones crecidos y al vérmelos, José Luis me quitó por completo la blusa y al poco tiempo, la chica procedió a hacer lo mismo que yo, poco a poco fue desabrochándose su blusa y ahora éramos nosotros los que la observábamos. Era una agonía ver lo lento que lo hacía y a diferencia de mí, ella no llevaba brasiere, por lo que aparecieron sus pechos blancos y más grandes que los míos, firmes, en forma de pera, incluso ella fue más atrevida que yo y le dio un pequeño masaje a sus pezones rosados.

    A continuación, mi marido me pidió «las piernas, abre las piernas Brenda, para que vean tu panochita», inmediatamente yo respingué, no sólo por la instrucción sino porque José Luis jamás había usado esas palabras y en un arrebato de conciencia, le dije que no con la cabeza pero él, sin hacerme caso, firme, subió un poco mi falda acariciándome de pasada mis muslos externos. Viendo la mirada de la pareja sobre mí y después de darle un trago a mi bebida, empecé a abrir las piernas, muy despacio, un milímetro cada minuto, no sé qué me provocaba ver como los tenía hipnotizados, no despegaban la vista de mí, de mis piernas que ya iban a la mitad del camino y quizás, ya se veía mi tanga.

    Desde luego, a esas alturas, debí reconocer que no era algo desagradable lo que estaba sintiendo y me quedé así, con las piernas bien abiertas, aunque no de manera exagerada para no parecer ridícula, sencillamente abiertas para que ahí entraran las miradas de mis amigos. No se necesitaba ser adivina para saber lo que seguiría después, ella se arremangó la falda y con similar deleite al mío, aunque más rápido, también abrió las piernas y tanto José Luis como yo pudimos ver su sexo depilado, apenas como una mancha más oscura sobre su piel blanca.

    Para entonces, casi todas las demás parejas se habían metido por una puerta, que ahora sé que es del cuarto oscuro pero nosotros cuatro estábamos bien ahí, sólo mirándonos y tomando. Llegó el momento que yo estaba temiendo, el hombre se puso de pie y fue a sentarse a mi lado, dejando a su chica frente a nosotros tres, entonces sólo se sentó, sin decir ni hacer algo; al principio, era extraño pero luego empezó a resultar agradable estar junto a ese hombre, que no pretendía meterme la mano y su mayor atrevimiento era beber de mi misma copa.

    Pasados unos minutos, José Luis me indicó «ya puedes hablar y si quieres nos vamos, me muero de ganas de llegar a hacerlo en la casa» y me dio un beso muy largo, muy erótico pero también muy tierno, añadiendo «haz sido la esclava más maravillosa, ahora ya no hay esclavitud, sino amor» y yo me sentí feliz, entonces me dijo «vámonos». Sin embargo y para mi propia sorpresa, yo misma le pedí que esperáramos un poco más, que me tomaría un último trago y nos íbamos.

    Mientras tanto, el hombre seguía a mi lado y su chica enfrente, mirándome, era muy acogedor y erótico seguir ahí los cuatro solos pero todo cambió de repente, cuando el chico se quitó el pantalón y lo dejó sobre la alfombra, luego se acercó a mi oído y me dijo, con voz sensual «ya vi que te calienta ver la panocha de mi esposa, ¿te gustan las mujeres?». Casi automáticamente, le respondí negativamente y enseguida, él reclamó «entonces te gustará más ver mi verga, ¿verdad?» y no esperó contestación, sólo se bajó el calzón y de reojo, vi su falo, muy grueso, muy grande, tan cerca de mí.

    De inmediato, mi marido me volvió a preguntar «¿nos vamos?» y con mucha pena, aunque fingiendo que nada erótico pasaba en mí, le propuse «esperemos un rato más y así me acabo mi tequila», entonces él me cuestionó «¿no te importa que a tu lado tengas a un hombre con el pito de fuera, dándotelo a desear?» y solo le dije «un ratito más», fue lo único que se ocurrió contestar. En ese instante, la chica se acomodó en su lugar y empezó a tocarse el sexo, a acariciárselo pasando sus dedos de arriba abajo, de abajo arriba.

    Eso era demasiado para mí y de inmediato, le susurré al oído a mi marido «sácatelo, José Luis», fue ahora él quien obedeció y al hacerlo, yo tomé su instrumento, que aunque es mucho más pequeño que el que acababa de ver al lado de mí, esa noche representaba para mí, la reconciliación total. Al instante, yo se lo envolví con mi mano, se lo apreté y en mi oído, volví a oír la voz masculina, diciéndome «mira qué rico se masturba mi mujer para ti, está empapada y deseando que tú le metas tus dedos».

    Yo sólo tragué saliva y empecé a mirar alternativamente a la chica que se tocaba y gemía frente a mí y al hombre que a mi lado, pegadito a mí, también se masturbaba y me hablaba sin tocarme, diciéndome «así, rico, mira a la caliente de mi esposa y mírame a mí porque esta noche, vas a tener su panochita y también mi verga». Luego de algunos minutos, él me tomó mi mano libre y se la llevó a su herramienta; créanme que quise negarme pero no pude y acabé apretándosela rico y subiendo y bajando mi mano.

    Era una dulzura todo aquello, con ritmo lento, mirando a la mujer que se acariciaba tan rico, sin prisas, mirándonos a nosotros tres; imagínense, yo estaba con un pene en cada mano y enrojecida de calentura. Luego, mi esposo se acercó para besarme en la boca y mordiéndome suavemente los labios, entonces me preguntó «¿qué haces con la otra mano?», le contesté «ya lo sabes, mi amor, lo acaricio a él también» y me cuestionó «¿te gusta tener otra verga, aparte de la de tu marido?” y respondí «sí», escuetamente y seguí masturbándolos a ambos.

    En eso, la chica se levantó, se quitó toda la ropa y se acercó a nosotros, hincándose frente a mí, sin tocarme, sólo estando muy cerca, ahora su esposo dijo en voz alta «mira qué caliente la has puesto, no sabes qué chaqueta tan rica nos está haciendo a los dos». Yo no soltaba ninguno de los dos penes y sentir a la mujer tan cerca de mí, era un elemento más de calentura.

    Pasados unos instantes, dijo el esposo «de seguro quiere que le mames los pechos, ¿verdad que sí?» y mi voz salió como si fuera para mí, la de una desconocida, diciendo «sí, sí quiero». Rápidamente, él tomó mi seno izquierdo con una de sus manos y con la otra, me acarició el derecho y pronto su lengua llegó a mi pezón, luego su boca toda empezó a succionármelo y yo, a gemir aferrada a los dos penes y entregada a ella que al poco tiempo empezó a bajar la cabeza, recorriéndome el abdomen con su lengua.

    Ya que la esposa llegó a mi entrepierna, su marido me preguntó, en voz alta «¿quieres que te la chupe mi mujer?» y nuevamente, mi otra voz volvió a responder afirmativamente, entonces ella me pidió «dime qué quieres que te haga» y oí que dijo mi esposo «dile, Brenda». Ya no pude más y con el lenguaje más pelado que pude, se lo dije «quiero que me mames toda mi panocha hasta que yo les saque la lechita a ellos, chúpame, así, así, el clítoris, así, así, uyyy, qué rico lo haces, máááás, máááás»; ese fue mi primer orgasmo y me vine en la boca de mi nueva amiga.

    Minutos después, José Luis se vino en mi mano y al poco tiempo, lo hizo mi amigo, los dos casi gritaban, fue una delicia. Poco después, ellos volvieron a sus asientos y pasada media hora, ella se montó sobre su marido, dándole la espalda y mirándome a mí. Como ella lo había hecho antes, yo la imité y me subí sobre mi marido, así las dos los cabalgábamos diciendo leperadas eróticas que jamás imaginé que yo podría decir, al tiempo que ambas nos mirábamos con una complicidad única hasta que volvimos a venirnos todos.

    Desde entonces, José Luis y yo hacemos el amor a diario y de una manera apasionada, como nunca antes, las cosas han mejorado muchísimo y además, estamos muy enamorados porque de este jueves en ocho días, nos encontraremos con la misma pareja en el mismo club. Esa será nuestra nueva historia.

    Brenda

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